Lambán se desmarca de Ferraz en el enredo del bable y reniega de la cooficialidad

El presidente de Aragón descarta «de forma absoluta» aceptar como oficial la fabla o el catalán en Aragón

El secretario general del PSOE Aragón y presidente regional, Javier Lambán, en un acto de su partido FABIÁN SIMÓN
Roberto Pérez

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La pretendida cooficialidad del bable en Asturias ha abierto una división en el seno del PSOE que supera los límites del Principado. El presidente aragonés y líder socialista en esta Comunidad, Javier Lambán , no ha dudado en pronunciarse, ya que la realidad lingüística y política de Asturias guarda no pocas similitudes con Aragón.

Antes de que alguien pueda estar tentado en aprovechar la circunstancia para «exportar» el debate de la cooficialidad al caso aragonés, Lambán prefiere zanjar el asunto: «Descarto de plano, total y absolutamente, promover ningún tipo de cooficialidad lingüística en Aragón» , ha declarado a preguntas de ABC. Ni para la fabla -modalidades originarias de los valles del Pirineo- ni para el catalán de Aragón, el popularmente llamado «chapurreau», que se habla en las comarcas orientales.

Lambán ha evitado ahondar en la polémica, pero ha dejado implícitamente claro que en la cuestión lingüística está con el presidente asturiano, Javier Fernández. Durante sus 17 años al frente del PSOE asturiano, nunca planteó la cooficialidad del bable -que en realidad no es una lengua unitaria, sino una serie de modalidades lingüísticas según las distintas zonas del Principado-. El PSOE que lideró Javier Fernández y el PP coincidieron siempre en este punto: promover el asturiano y apoyar su conservación como parte del patrimonio del Principado, pero con medidas presupuestarias y la aplicación de la ley de uso del bable que está en vigor desde finales de los años 90, no con ningún tipo de cooficialidad que, además de costosa, podría derivar en controversias sociopolíticas.

La pretendida cooficialidad del bable que abandera la dirección del PSOE asturiano ha dejado de ser una cuestión doméstica tras la posición adoptada al respecto por la dirección nacional. Desde la sede central del PSOE, la cúpula del partido ha avalado a la dirección sanchista que se hizo con el timón del PSOE asturiano en otoño. En contra del criterio de Javier Fernández, su sucesor al frente del partido en Asturias, Adrián Barbón, defiende la cooficialidad lingüística. La quiere implantar de la mano de Podemos y de IU , a través de una reforma del Estatuto de Autonomía. Pretende activar la fórmula tras las elecciones autonómicas de 2019, pero dependerá del reparto de escaños: para reformar el Estatuto hacen falta los votos de al menos las tres quintas partes del Parlamento asturiano .

Más allá de Asturias, algunos dirigentes territoriales consideran que el partido vuelve a enredarse en cuestiones que le comprometen de forma innecesaria . Lambán ha evitado criticar abiertamente ni a Ferraz ni a la dirección del PSOE asturiano, pero, al renegar frontalmente de la cooficialidad lingüística en Aragón, ha dejado claro que no comparte la tesis del sanchismo.

En Aragón, igual que en Asturias, las lenguas propias cuentan con una ley de protección y promoción que no estuvo exenta de polémica. La primera la aprobó el Gobierno del socialista Marcelino Iglesias, y cuando llegó la popular Luisa Fernanda Rudi la sustituyó. Borró cualquier referencia al catalán de Aragón, algo que generó nueva polémica. Aunque algunos grupos de izquierdas están programáticamente a favor de la cooficialidad de la fabla y del catalán de Aragón, y aspiraban a derogar la vigente Ley de Lenguas, Lambán -que gobierna en coalición con la Chunta y que fue investido con los votos de Podemos- ha optado por dejar enfriar la cuestión en estos casi tres años de legislatura. Tras llegar al poder, en julio de 2015, Lambán recuperó la denominación de «catalán de Aragón» para identificar las modalidades lingüísticas de la zona oriental, pero no ha promovido una nueva Ley de Lenguas para la que resulta muy difícil articular acuerdos políticos de consenso. Este asunto nunca había generado controversias a pie de calle, hasta que los partidos se embarcaron en la tarea de legislar sobre las lenguas propias.

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