El jefe de la Benemérita el 1-O: «Se le tenía ganas a la Guardia Civil»

Gozalo denuncia la «pasividad» de los Mossos d'Esquadra en el 1-O, lo que les llevó a poner en marcha un plan B

Trapote señala que «dos o tres mossos» para impedir ese referéndum era «una utopía»

Trapote asegura que los concentrados en los colegios el 1-O estaban "perfectamente organizados" y actuaban con "alta virulencia" VÍDEO: ATLAS

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Tuvo que aclararle el fiscal en un instante del interrogatorio que por «ustedes» se refería a los Mossos d’Esquadra. Andaba perdido el antiguo jefe de la comisaría de información de la policía autonómica, Manuel Castellví , durante su declaración ayer como testigo en el Tribunal Supremo. Sus palabras entrecortadas, que le costaba emitir, revelaron su incapacidad para justificar la actuación de los Mossos.

Nervioso, Castellví empleó evasivas y no supo defender el dispositivo que plantearon los Mossos para evitar el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. El interrogatorio del fiscal Javier Zaragoza mantuvo contra las cuerdas al testigo, que continuará el lunes respondiendo a los abogados defensores.

El testimonio del comisario de los Mossos demostró, sin embargo, que los líderes del «procés» estaban avisados de los previsibles brotes de violencia en el 1-O. Una cuestión decisiva para la acusación por rebelión, que exige probar que los acusados asumieron los métodos violentos como un medio -aunque no fuera deseado, al menos aceptado- para sus fines ilegales.

Castellví explicó ayer que los mandos de los Mossos advirtieron de ello a Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Joaquim Forn en una reunión celebrada el 28 de septiembre, a tres días del referéndum ilegal. «Aunque los llamamientos eran pacíficos, había un clima que podía acabar en una escalada de violencia», fue el mensaje que trasladaron en aquel encuentro a los antiguos gobernantes catalanes, según las propias palabras de Castellví, que se sintió «frustrado» al oír la respuesta del «govern». ¿Aconsejaron no celebrarlo por el alto riesgo de violencia », preguntó el fiscal. «Efectivamente», dijo.

Cumplir el mandato judicial

A pesar de esa advertencia, Puigdemont dejó claro que ellos tiraban adelante. «Dijo que comprendía nuestra posición pero que había un mandato del pueblo y una decisión del govern de llevarlo a cabo», explicó ayer el comisario de los Mossos. «Salimos convencidos de que se iba a realizar», añadió Castellví, que sostuvo sin mucha credibilidad que los mandos de los Mossos dejaron claro que ellos pensaban cumplir el mandato judicial. La magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña Mercedes Armas había ordenado en un auto del día 28 evitar el 1-O e incautar el material.

«Nos preocupaba que el independentismo radical manipulara esos Comités de Defensa del Referéndum», argumentó Castellví, que describió a los Comités como grupos heterogéneos en un principio, con gente de plural procedencia. «Nuestra preocupación en aquel momento era que personas de ese ámbito entraran en las concentraciones de colegios», añadió sobre lo que llamó el «independentismo revolucionario», de cuyo riesgo violento advirtieron en un informe.

Castellví trató de defender a los Mossos con los datos de los supuestos centros cerrados (134, según él), cifras de actas y asegurando que llegaron a «emplear la fuerza» en algún colegio. Admitió que no cerraron ningún punto de votación el fin de semana previo y que no incautaron material, salvo «quizá algo de propaganda». Admitió que la ANC y Òmnium Cultural estaban detrás de las llamada a ocupar los colegios antes del 1-O. Tampoco supo justificar el mando por qué no tomaron declaración a Jordi Sànchez y Jordi Cuixart tras los sucesos del 20 de septiembre en la Consejería de Economía.

Se perdió al relatar el método de actuación de las parejas de mossos desplegados en los centros el 1-O si había incidentes, y explicó que las unidades de antidisturbios de la Policía autonómica estaban aquel día en Barcelona. ¿Por qué? Se habían convocado algunas manifestaciones, y se jugaba un partido de fútbol entre el Barcelona y Las Palmas, argumentó sin convicción Castellví, un hombre de 59 años atormentado delante de siete magistrados.

El testigo también realizó una autocrítica en voz alta -«nos equivocamos todos»- al infravalorar «la magnitud» de los enfrentamientos que se iban a producir en los centros de votación el 1-O, aseguró, pues el conflicto entre militantes y agentes policiales era algo obvio. En ese instante de debilidad, calificó de «insuficiente» el dispositivo para evitar la jornada, según él, de los tres Cuerpos policiales.

«Se le tenía ganas»

Desaprovechó la oportunidad Castellví para rebatir con fuerza las acusaciones que vertieron horas antes los que fueron responsables de la Policía Nacional y la Guardia Civil durante la recta final del plan secesionista ilegal respectivamente, Sebastián Trapote y Ángel Gozalo , que denunciaron una supuesta «inactividad» del Cuerpo autonómico para evitar el referéndum ilegal. Ambos avalaron la versión del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, el coordinador del dispositivo conjunto, que señaló la pasividad de los Mossos en su declaración de los pasados martes y miércoles. Llegó a calificar su plan de «estafa».

Versiones distintas sobre unos mismos hechos, una cuestión crucial del plan secesionista ilegal que afecta a numerosos personajes públicos. Entre ellos al major de los Mossos d’Esquadra Josep Lluís Trapero , el antiguo jefe de la Policía autonómica, señalado por los mandos de las Fuerzas de Seguridad y que el próximo jueves está citado para declarar como testigo.

Trapero -acusado en la causa de la Audiencia Nacional por la supuesta subordinación de los Mossos a los líderes del «procés»- defiende que el Cuerpo autonómico cumplió con el mandato judicial al tener en cuenta un principio de actuación según el cual también debían preservar la conviencia ciudadana, y corresponsabiliza de su plan también a Pérez de los Cobos. El coordinador del dispostivo policial, cuya declaración avaló sin fisuras las tesis de la Fiscalía, sostuvo que esa guía de actuación, considerada el «bien sagrado» por el «govern», fue utilizada para anular el único mandato de la juez: evitar el 1-O. El relato conjunto de Trapote y Gozalo describió una resistencia «violenta y organizada» en los centros de votación ante la llegada de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

El máximo responsable de la Policía Nacional en Cataluña durante el 1-O aseguró que en los centros de votación había «una serie de individuos cuya agresividad era de una alta virulencia». «No eran cualquiera los que estaban allí, esto estaba perfectamente organizado». Trapote señaló que él nunca conoció el plan de actuación de los Mossos, aunque «había indicios» de lo que iba a suceder la jornada de referéndum. A primera hora del día 1 se percataron de la «inacción» de la Policía autonómica: «Dos o tres mossos por colegio era una utopía», sostuvo Trapote, que se echaba para atrás en el asiento tras expresar su grave visión de los hechos, como si soltara una afirmación que le pesaba. Habló de «virulencia, agresividad y cadenas humanas» para describir la oposición que se encontraron en los colegios.

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