Los drones equipados con la última tecnología permiten elaborar modelos del terreno en 3 dimensiones. Los operadores desde una furgoneta supervisan el vuelo de la aeronave para precisar con detalle el alcance de la colada y la formación de tubos lávicos. Por esos canalales subterráneos discurre la lava en su camino al mar. Los vemos porque el dron graba con una cámara térmica y podemos distinguir claramente las zonas donde se alcanzan las temperaturas más altas.Se graba simultánemente imagen real y de infrarrojos. Así los científicos pueden analizar cómo se alimenta el volcán aunque la nube de cenizas dificulte la observación. Sus imágenes son una herramienta fundamental para medir la erupción y minimizar sus riesgos.
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