Iglesias-Garzón, una amistad marcada por el vaivén político

Desde que el líder de Podemos fuera asesor de IU, han ido fraguando una relación que también ha tenido sus altos y bajos

Madrid Actualizado: Guardar
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La relación de amistad y de necesidad política entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón parece ser de ida y vuelta. Al igual que cualquier otra, ambos líderes han tenido sus desencuentros, sus momentos malos y otros que no lo han sido tanto. Esta semana ha sido precisamente Alberto Garzón quien ha devuelto a Iglesias al mapa de la negociación de la que ellos mismos se habían excluído tras el chantaje a Sánchez. Partía del líder de IU la propuesta de empezar una negociación a cuatro (IU-PSOE-Podemos-Compromís), que alejara a Ciudadanos del primer plano en el que se encuentra tras anunciar «grandes avances» en la negociación con los socialistas.

Corría el año 2011 cuando Pablo Iglesias, como asesor de comunicación de Izquierda Unida, recogía a Garzón a su llegada a Madrid para realizar una intervención en TVE.

En el coche comienza a fraguarse una amistad que duraría hasta la fecha, en la que se integra rápidamente Tania Sánchez, que por aquel entonces ya mantenía una relación con Iglesias. Los tres tenían una idea común que a Garzón nunca se le quitaría de la cabeza: conseguir una plataforma de unidad popular a la izquierda del PSOE que termine con el partido histórico. Todavía faltan dos años para que los dos se conviertan en líderes de sus actuales partidos, y desde entonces se vuelven inseparables. Todos son conscientes del papel tan importante que va a tener en su plan el asalto a las tertulias televisivas. Y se ponen manos a la obra.

El buen resultado de Pablo Iglesias en las elecciones europeas, cuando pasó de ser un desconocido a obtener cinco escaños en el Parlamento Europeo, alimentó de nuevo las ganas de converger del sector más renovador de Izquierda Unida. Pero entonces llegará el escándalo de Tania Sánchez y todo lo recorrido al más puro estilo Podemos, quedará dinamitado. Finalmente, abandona IU para integrarse en Podemos. Mientras, Garzón sigue hablando de integrar ambos partidos en una plataforma ciudadana.

Pero hasta la ruptura final fueron varios los encuentros que mantuvieron Garzón e Iglesias de cara al 20-D. El de Izquierda Unida se dejó ver y fotografiar en la sede de Podemos, pero poco o nada se avanzó por aquel entonces. Unos días más tarde se repetiría la misma escena, pero ahora en secreto, en casa del diputado por Málaga en el distrito madrileño de La Latina. Además de los dos líderes, también se acercan Íñigo Errejón e Irene Montero por parte de Podemos y Yolanda Díaz y Joan Josep Nuet por IU.

Traicionado por la «transversalidad» de Iglesias

«Las condiciones de Iglesias eran inasumibles. Quería imponer los nombres y marcar la estrategia. Es decir, que IU fuera solo una comparsa», señalaron a ABC fuentes del partido. No estaban de acuerdo en que Garzón quisiera concurrir a las primarias de la plataforma ciudadana y seguir la línea ideada por el Consejo Político de IU. Más tarde, reunidos de nuevo en la calle Princesa, Carolina Bescansa da a Garzón el ultimátum, para que se integre como independiente o quedará fuera del partido el 20-D.

Garzón se siente entonces traicionado y cuenta que la estrategia de Podemos de identificarse con la izquierda y la «transversalidad» de Pablo es la que ha impedido aquello por lo que un día soñaron juntos: unirse a la izquierda del PSOE y acabar con la formación histórica con una agrupación popular. No ha cesado en su empeño de buscar la unidad popular. De hecho, consiguió dos escaños el 20-D con su formación Izquierda Unida-Unidad Popular. Cuatro palabras que fueron sus siglas y en las que la unidad está presente dos veces.

Mientras, la «vieja guardia» de Izquierda Unida, con el crítico Llamazares al frente, al que ahora se ha unido hasta Cayo Lara, trata de impedir la confluencia ansiada por Garzón y preparan movimientos en su contra. Los dirigentes tradicionales, a los que Iglesias llegó a calificar de «pitufo gruñón» de Podemos y «cenizos», reticentes a la unión y de la que siempre ha salvado a su amigo. A ese que ve de ministro de Economía. El mismo que le ha devuelto esta semana al tablero de juego. Porque solo podrán salvarse, como ya aventuró Garzón, tras entenderse dialogando. Y ahora se necesitan más que nunca.

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