El Gobierno evita aclarar si Sánchez se sentará en la mesa de diálogo con la Generalitat de Cataluña

El órgano se reunirá la próxima semana. El independentismo presiona para que el presidente del Gobierno lidere su delegación para darle más entidad al encuentro.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, esta mañana en La Moncloa
Víctor Ruiz de Almirón

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El Gobierno evita confirmar la presencia del presidente del Gobierno en la próxima reunión de la mesa de diálogo con el Govern catalán. Una cuestión que es fundamental para las formaciones independentistas y que está provocando tensiones entre ellas. La Moncloa evita confirmar si Sánchez acudirá a esa reunión, mientras observa satisfecho como en el independentismo se constatan diferentes visiones estratégicas .

Para el Gobierno de España la mesa de diálogo con la Generalitat de Cataluña fue un precio necesario para lograr los votos de ERC de cara a la investidura de Pedro Sánchez en enero de 2020. Y del mismo modo sigue siendo importante para el Ejecutivo en tanto que esos escaños siguen siendo imprescindibles para la superioridad parlamentaria del bloque que sostiene al Gobierno. Pero al margen de esa necesidad, ese artificio nunca ha sido un plato de buen gusto para los socialistas. Un órgano al margen de los parlamentos y de la comisión bilateral prevista en el Estatut. Y centrado exclusivamente en abordar «el conflicto político». Con posturas imposibles de conciliar salvo claudicación de una de las partes.

Para el Gobierno es por eso un asunto espinoso. Al que está obligado. Pero un trago por el que no le gustaría tener que pasar, convencido de que los órganos vigentes y su voluntad de acercamiento al independentismo, indultos y transferencias mediantes, son ya más que suficiente muestra de su apuesta por el «reencuentro». Pero un órgano al margen de los canales institucionales en el que el independentismo solo quiere hablar de amnistía y autodeterminación es algo que ahora mismo no le interesa en absoluto al Gobierno, preocupado en trasladar la idea de que ese conflicto se ha desinflamado. Y ocupado en ocupar el espacio político y mediático con las cuestiones sociales y económicas.

Mientras en el campo independentistas las diferencias se acentúan, el Gobierno se encuentra cómodo. «Que se pongan de acuerdo y nos reunimos», venían diciendo durante todo este año. Pero la reunión entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès del pasado mes de julio estableción un límite temporal. La mesa debía reunirse en la semana que arranca el 13 de septiembre . Fuentes del Gobierno confirman que se trabaja en la preparación de esa reunión para la próxima semana.

La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, ha evitado martes aclarar Pedro Sánchez, participará en la mesa de diálogo. Pese a que se le transmitió la pregunta en reiteradas ocasiones. La estrategia del Ejecutivo es no jugar esa carta todavía. Si Aragonès acude y Sánchez no la lectura en el mundo independentista será nítida en contra de la voluntad del Gobierno de dialogar. Pero el Gobierno defiende a su vez que Sánchez ya presidió la primera reunión. Antes del inicio de la pandemia. Con Quim Torra como interlocutor. Entonces se pactaron unos equipos para la segunda reunión en la que ya no estaban los presidentes.

La Generalitat de Cataluña defiende por contra que ha habido un cambio de Govern . Además de que ha pasado más de año y medio desde esa foto. Y muchos de los llamados por el Gobierno a ocupar asiento en esa mesa ya no son ministros: ni Carmen Calvo, ni José Luis Ábalos, ni Pablo Iglesias, ni Salvador Illa.

La portavoz del Gobierno ha defendido que todavía se está trabajando en la agenda de ese encuentro y en los componentes de la delegación que representará al Gobierno: «Los equipos están compartiendo información y cruzando documentos. Se están conciliando agendas y viendo el trabajo en asuntos concretos», ha dichola también ministra de Política Territorial. A partir de ahí, solo el mismo mensaje. Reiterar la «convicción» de la coalición por el diálogo y el reencuentro: «Tenemos una apuesta firme por recomponer puentes y reducir la distancia afectiva entre los catalanes y las catalanas».

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