La Generalitat entrega el control de la calle a los radicales

Los asedios a las sedes de los partidos y a comisarías y cuarteles están perfectamente coordinados

Manifestacion por la vía general, a su paso por la Jefatura de Policia en la Via Laietana de Barcelona. OCM

DANIEL TERCERO

La situación política y social en Cataluña está donde quería la CUP cuando firmó, en 2015, la defenestración de Artur Mas y aupó a la Presidencia de la Generalitat a Carles Puigdemont. Menos de dos años después de aquello y tras la convocatoria, la organización y la realización del referéndum ilegal del 1 de octubre pasado, la tensión en las calles, los insultos entre políticos y la doble fractura social y familiar llegó, ayer, a su clímax. Fue con motivo de la huelga general para reclamar la independencia de Cataluña y protestar por la actuación policial del 1-O, alentada y financiada por la Generalitat.

Las movilizaciones, convocadas desde hace semanas por los sindicatos minoritarios (CGT, entre otros) y la CUP, fueron masivas gracias al apoyo que obtuvieron de los sindicatos mayoritarios (CC.OO. y UGT), la Generalitat y las dos asociaciones secesionistas que controlan la calle, Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, que por su parte habían promovido un llamado «paro de país». Así, el éxito de la cita se lo embolsó el grupúsculo más radical.

La Generalitat ha cedido todo el control de la calle a los movimientos independentistas, que gestionan los tiempos bajo el ritmo que marca la CUP y que Puigdemont, en lugar de apaciguar, aviva con declaraciones como las de «exigir» al Gobierno de España que retire de Cataluña el operativo policial destinado en la región para el cumplimiento de la legalidad e impedir el 1-O, primero, y la secesión, después; y cuando pide a la ciudadanía que participe en una huelga «política» poniendo la maquinaria administrativa para ello, como la decisión adoptada el día antes y que incentivaba a los empleados públicos autonómicos secundar la huelga sin coste económico en el sueldo (que finalmente no será así por la actuación del Ministerio de Hacienda y Función Pública).

De esta manera, la tensión política se ha trasladado a las calles y en las últimas horas los agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional, que están alojados en distintos hoteles de Cataluña, han sido objeto de asedios, insultos e intentos de agresión por radicales que acuden por la noche a las puertas de sus alojamientos para gritarles cosas como, por ejemplo, «asesinos» o «fuera de Cataluña»

«¡Viva España!»

Ayer, también se dieron imágenes de acoso al PP y a Ciudadanos, como otros días atacaron sedes del PSC. Varias decenas de personas se agolparon ante la sede del PP catalán, en Barcelona, y otros tantos lo hicieron a las puertas de las oficinas de la formación naranja. La respuesta de Xavier García Albiol , líder del PP catalán, fue acercarse hasta Pineda de Mar (Barcelona) para animar a los policías que están alojados en hoteles de la localidad. Custodiados por agentes de los Mossos d’Esquadra, los miembros de la Policía Nacional celebraron la visita con varios «¡viva España y viva Cataluña1», mientras decenas de personas les insultaban.

La calle está e n manos de la CUP y los movimientos más ultras del independentismo. Otro ejemplo de esto es que antes de que la marcha de la tarde por el centro de Barcelona pusiera fin, el colectivo Universitats per la República informó de que acampaba en el centro de la ciudad de manera «indefinida». El objetivo es, tal y como algunos miembros de piquetes aseguraron ayer, «paralizar la economía hasta que Cataluña sea libre»; es decir, se independice.

El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido , acusó directamente a Puigdemont de «estos actos tumulturarios» contra las Fuerzas de Seguridad, alentados por sus palabras de que se fueran de Cataluña. Es verdad que las palabras del presidente de la Generalitat sirvieron de catalizador, pero no lo es menos que los radicales, con la CUP a la cabeza, ya tenían perfectamente estudiado el escenario y que una huelga como la de ayer se iba a producir con referéndum o sin él.

«Ayer comenzó el mambo que había anunciado la CUP en uno de sus vídeos», explican fuentes policías consultadas por ABC, que recuerdan otro dato: «Los aliados de Puigdemont y Jonqueras son antisistema; la secesión es una excusa, porque lo que ellos quieren es acabar con el sistema democrático como se entiende en cualquier país occidental. Les han usado y los quitarán de la circulación cuando ya no les sirvan».

Las previsiones son que esta tensión en las calles, con los asedios a las Fuerzas de Seguridad y partidos políticos, se mantengan hasta la Declaración Unilateral de Independencia: «Luego se verá el verdadero rostro de los radicales, que se han apoderado de la calle y ya no van a abandonarla. Es su escenario soñado», añaden las mismas fuentes, que advierten que todas las acciones están perfectamente coordinadas.

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