El 40 por ciento de la polución de las ciudades del Mediterráneo es por las emisiones de los barcos, sobre todo cruceros y cargueros. Y el 15 por ciento acaba en los pulmones de los habitantes del Mediterráneo. Una contaminación que llega incluso a ciudades del interior. Canadá, Estados Unidos o el norte de Europa ya lo tienen en cuenta. Y la solución es sencilla: cambiar el combustible a otro menos contaminante. Con ese cambio de combustible se reduciría la emisión de partículas contaminantes a la mitad. El problema es el azufre, una emisiones altas en al mar, que por ejemplo en tierra están prohibidas.
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