El exiguo rastro de la Ejecutiva de Rubalcaba en el PSOE de Pedro Sánchez

Solo Alejandro Soler, Hugo Morán y Patxi López continúan en la dirección socialista

Pedro Sánchez firmó ayer en el libro de condolencias en la sede de Ferraz Europa Press
Juan Casillas Bayo

Juan Casillas Bayo

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Pedro Sánchez se ha volcado estos días con Alfredo Pérez Rubalcaba . Su presencia ha sido constante desde que se conoció el empeoramiento en la salud del exvicepresidente del Gobierno –adelantó su regreso de Rumanía a España cuando el Hospital Puerta de Hierro alertó de la «extrema gravedad» en la que se encontraba su antecesor en el PSOE– y suspendió todos sus actos de campaña para seguir de cerca la evolución de Rubalcaba.

Visitó el hospital el miércoles, jueves y viernes, y no se separó ni un instante del féretro del exministro de Interior en los dos días de velatorio en el Congreso de los Diputados. Ayer, firmó el libro de condolencias habilitado en la sede socialista de Ferraz , cerrando tres días de luto en el socialismo.

Sin embargo, no todo han sido rosas en la relación entre los dos últimos líderes del PSOE . En los últimos tiempos, de hecho, Rubalcaba se distanció cada vez más de una dirección con la que discrepaba ampliamente en varios aspectos; como el coqueteo con el independentismo catalán o la predisposición de Sánchez a liderar gobiernos débiles y en minoría apoyándose en Podemos y los nacionalistas. El alejamiento era mutuo. No hay más que echar un vistazo a la Ejecutiva que conformó Sánchez con su regreso a la Secretaría General del PSOE en 2017 y compararla con la que liderase en su día Alfredo Pérez Rubalcaba.

De los 49 nombres que componen ahora la Ejecutiva socialista –la de Rubalcaba contaba solo con 37–, solo repiten tres: Alejandro Soler ; Hugo Morán , que es secretario de Estado de Medio Ambiente; y el exlendakari Patxi López , rival de las primarias contra Sánchez y Susana Díaz que, al contrario que esta, sí fue integrado.

Los descartados

De la Ejecutiva de Rubalcaba el «sanchismo» también contó con Carmen Montón –la malograda ministra de Sanidad–; Óscar López , en Paradores; Rafael Simancas , que ha sido el secretario general del grupo parlamentario socialista en el Congreso; e Inmaculada Rodríguez-Piñero , ahora número seis en la lista al Parlamento Europeo. Del resto, nada se sabe. A Rubalcaba le sentó especialmente mal que se apartase a Elena Valenciano y, en los últimos meses, a Soraya Rodríguez por manifestar públicamente sus desavenencias en torno al «relator» de Sánchez. Fue tal el desencuentro, que esta ha acabado de número tres de Ciudadanos en la candidatura europea de los liberales.

También terminó mal parado Antonio Hernando , portavoz socialista en el Congreso en la primera etapa de Sánchez, despojado de toda responsabilidad por mantener su portavocía durante el mandato de la Gestora presidida por el asturiano Javier Fernández .

Rubalcaba plasmó sus discrepancias con Sánchez con su célebre expresión «Gobierno Frankenstein»

Pero sin duda, el foco de desencuentro se lo llevan las semanas previas al fratricida Comité Federal que terminó con los primeros años de Sánchez al frente del PSOE. Guillermo Fernández Vara , en septiembre de 2016, con parte del socialismo rogando a Sánchez una abstención ante el PP que evitase una tercera repetición electoral consecutiva, reconoció en una entrevista en Antena 3 que se había distanciado en las últimas semanas de su secretario general. Los afines a Sánchez iniciaron entonces una campaña de acoso y derribo contra el dirigente extremeño. Susana Díaz, Carme Chacón , Edu Madina o Elena Valenciano salieron raudos en defensa de Fernández Vara, pero fue Rubalcaba el más contundente. «Que lo hagan nuestros adversarios políticos me parece mal; que lo hagan compañeros del PSOE me parece lamentable. Se puede estar o no de acuerdo con lo que dice, se puede discrepar públicamente con él, faltaría más. Lo que no se puede ni debe hacer es insultarle, faltarle al respeto, atribuirle oscuras intenciones, incluso desmedidas ambiciones», censuró entonces Rubalcaba a algunos de sus compañeros.

No fue este el único desencuentro. Su expresión «Gobierno Frankenstein» para rechazar una suma alternativa a la de Rajoy con Cs y referirse así a un ejecutivo de la mano de Podemos, independentistas catalanes y nacionalistas vascos fue una de las puntillas a Sánchez en 2016. Después apoyó a Díaz en las primarias, como Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero , pero, al contrario que este último, en ningún momento inició un acercamiento al actual líder del PSOE.

No lo atacaba tampoco y evitaba la discrepancia pública con él. Y es que para Rubalcaba, ante todo un hombre de partido, el PSOE estaba por encima de sus propios intereses. Sánchez sí intentó atraerlo a su proyecto el pasado diciembre, cuando le ofreció la Alcaldía de Madrid , pero este la rechazó para centrarse en la universidad.

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