El equilibrio imposible del PNV

Hizo de notario en el entierro farsa de ETA, aunque repudia el «enfoque ético» de Bildu y prefiere hoy pactar con PSE y con PP

Íñigo Urkullu y Andoni Ortuzar en un acto del Aberri Eguna en 2016 REUTERS
Itziar Reyero

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El PNV ha mantenido siempre un equilibrio imposible con ETA-Batasuna, consciente de que ésta manchaba de sangre su proyecto nacionalista. Aunque denunció su violencia, en su día transigió: como cuando Xabier Arzalluz pronunció aquella frase terrible de «unos mueven el árbol y otros recogen las nueces», o cuando colocó a Josu Ternera en la comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco, o cuando firmó el Pacto de Estella para aislar a los constitucionalistas.

Una contradicción difícil de gestionar, que evidencia la doble alma del PNV y que el viernes se repitió. Su presidente, Andoni Ortuzar, hizo de notario incómodo en el entierro propagandístico de ETA en Cambó;sin embargo, el lendakari, Iñigo Urkullu, lo evitó.

Pese a esta dualidad, Urkullu y Ortuzar mantienen hoy su distancia de seguridad con Bildu, con quienes no comparten enfoque ético ni político. Se sienten mucho más cómodos gobernando con el PSE y pactando con el PP de Rajoy. El lendakari ha criticado con dureza el «error radical»de la existencia de ETA . El PNV insiste en que la banda aún tiene que reconocer el «daño injusto causado», y Batasuna, su responsabilidad por haber dado apoyo social a los terroristas. Censura en el Parlamento los homenajes a etarras y denuncia los ataques a sus sedes, batzokis, de los nostálgicos de ETA.

La banda reconoció su derrota el 20 de octubre de 2011 y desde entonces Bildu busca borrar la sangre derramada intentando emanciparse del monstruo que alimentó. El que fue brazo político de ETAsigue sin repudiar el terrorismo y mantiene deudas pendientes con la verdad de las víctimas y su memoria. Pero sin la épica militar de la «lucha armada», han perdido hasta el apoyo de la calle. En los últimos años, los movimientos sociales y el sindicato ELA, más radical, le han desplazado. Bildu es hoy un partido más, que en 2011 probó el poder en Guipúzcoa y en 2015 las urnas confirmaron su fracaso de gestión devolviéndole a la oposición. Quienes apoyaban a la vieja Batasuna por antisistema y no por nacionalista han encontrado en Podemos una alternativa sin el hedor de quienes matan.

¿Qué ha derrotado a ETA?

No es verdad, como se intenta hacer creer desde el nacionalismo, que ETA haya acabado por la presión de la sociedad vasca. La gran mayoría miró a otro lado salvo honrosas excepciones, también los hombres libres (concejales de PP y PSE, intelectuales, periodistas y otros héroes anónimos) que resistieron. Esta derrota se escribe gracias a la presión de policías, jueces y fiscales , a la colaboración de Francia.

Aunque hay otros dos factores menos comentados que explican su extinción. No existe recambio generacional, los jóvenes vascos no están hoy dispuestos a arruinar sus vidas (y las de los demás). No quieren pasar 40 años entre rejas: quieren ir a ver del derbi vasco, viajar a Nueva York, veranear en Cádiz, hacer Erasmus. Además, el yihadismo y los atentados del 11-M en Madrid fueron el espejo crudo de toda la maldad que ETA practica. La sociedad no distingue entre terrorismos.

Pero sin duda, lo decisivo fue la ilegalización de Batasuna , que tanto criticó el propio PNV, pero que forzó a Otegi a silenciar sus pistolas. La salida de Juan José Ibarretxe del poder tras el pacto de Patxi López (PSE) y Antonio Basagoiti (PP) obligó al PNV a una ciaboga política hacia el autonomismo, al carril central de la política. Sin desafíos al Estado, sin comprensión hacia ETA.

En estos últimos nueve años ha sido clave el papel de Urkullu y Ortuzar, que lograron gestionar la frustración de los suyos, que tuvieron que asumir que la independencia era imposible. Hoy el PNV colabora en la estabilidad de España sin mayor constestación interna que un sector guipuzcoano. Los sucesores de Ibarretxe solo aspiran ya a reformar el Estatuto de autonomía dentro de la ley. Gobierna todas las instituciones con el apoyo del PSE y es más influyente que nunca en Madrid.

No a la «política de frentes»

Mientras, se resiste a imitar el abismo catalán. «Bildu está muy lejos de ser la alternativa», reconoce un alto dirigente del PNV, que describe así la relación entre las dos fuerzas del nacionalismo vasco: « Guardamos una relación odio-amor , más odio que amor. Quieren condicionarnos, obligarnos a elegir entre los del bloque del 155 (PP, PSOE) y ellos. Es un caramelo goloso pero envenenado. Nos dicen, "si quieres estabilidad en las instituciones, te doy mi apoyo, casi acrítico". Pero a cambio de romper la alianza con el PSE y PP. Y no queremos dos bloques nacionalista-constitucionalista. No haremos política de frentes».

El último objetivo de ETA, que espera conseguir con su rendición, es el acercamiento de sus presos. El lendakari le presentó en julio a Rajoy un plan para acercarlos a prisiones que no estuvieran a más de 250 kilómetros de distancia, y existe en el Parlamento una amplia mayoría (que incluye al PSE y a Podemos) que apuesta por ello; pero el PNV sabe que el Gobierno no concederá contrapartidas de ninguna clase por la rendición de la banda y que se limitará a aplicar la Ley.

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