«Yo entré en política por Gregorio»

Ordóñez sedujo a una generación que, tras su asesinato, recogió su testigo frente a ETA

Días después del asesinato de Gregorio Ordóñez, unos jóvenes se manifestaron en la parte vieja de San Sebastián, coto privado de los violentos TELEPRESS

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Dos días antes de que ETA le asesinara, Gregorio Ordóñez congregó a un grupo de jovencitos vascos de Nuevas Generaciones en una comida en Portugalete. El carismático dirigente les animó a ir en las listas para las elecciones municipales que iban a celebrarse en cuatro meses. El centro-derecha estaba acogotado tras el intento de limpieza ideológica que la banda había ejercido en sus más feroces años de plomo. Y el PP necesitaba voluntarios: «Nos dijo: tenéis que ayudarme e ir a los pueblos. Vamos a sacar muchos escaños pero no tenemos gente. Y yo pensé: ¿pero qué hago yo yendo a Éibar si no soy de allí?».

Habla Ramón Gómez Ugalde , exportavoz del PP donostiarra y uno de aquellos imberbes que fueron seducidos por el discurso valiente de «Goyo». El propio Ordóñez se había metido en política tras asesinar ETA al padre de un amigo. Su muerte injusta, cuando comía en un restaurante, provocó la rebelión de decenas de personas que quisieron recoger su testigo frente al terror y desafiar al nacionalismo en las instituciones vascas. Formaron la «cantera Ordóñez».

Algunos de ellos, como Ramón Gómez y Borja Sémper , le habían conocido dos años antes. Cautivados por su figura, le acompañaban por los barrios y acudían a las fiestas que el PP donostiarra, en claro despegue electoral, organizaba en San Sebastián. «Goyo» se preparaba para ser el próximo alcalde tras ganar el partido en las elecciones europeas.

Gómez Ugalde , que en 2011 fue candidato popular al Ayuntamiento, admite que por entonces lo suyo era apenas un coqueteo con la política. Pero su triste fin le sacudió. «El día 23, cuando le matan, decidí dar el paso que nos había pedido Goyo». A Sémper, que estos días deja la política, Ordóñez le tuvo que frenar los pies. «Un día cogí el topo -tren- de Irún a San Sebastián y me planté en la sede para afiliarme. Me recibieron Álvaro Moraga, que entonces era gerente del partido, y Gregorio. Me dijeron: tienes que esperar un poco, chaval, aún tienes 17 años. Pero ven y funciona como si estuvieras dentro. Al poco, me pidieron que montara las Nuevas Generaciones en Irún», rememora Sémper.

Antonio Basagoiti , expresidente del PP vasco tras María San Gil (2008-2013), no le conoció ni estuvo en esa comida en Portugalete. «Me afilié justo después», cuenta. «Su asesinato produjo una rebelión en una gente, entre la que me incluyo, que dimos un paso al frente para dar la cara a ETA. Porque entendía que, si todos los asesinatos eran igual de graves, con el suyo traban de asesinar a una parte entera de San Sebastián, a todos sus votantes. Nos rebelamos para representar las ideas y el partido que ETA intentó asesinar con Gregorio», señala desde México, donde vive tras dejar la tarea pública.

La «cantera Ordóñez»

En las municipales de ese año 1995 salieron concejales los «canteranos» de Ordóñez. Aquellos que luego se juntarían en otra fotohistórica en Guernica: Miguel Ángel Blanco fue edil en Ermua ; Sémper y Arantza Quiroga, en Irún; Gómez, en Éibar; Basagoiti, en Bilbao; Iñaki Oyarzábal, en Vitoria...

Este último, hoy líder del PP alavés, había sido elegido presidente de NNGG vascas y recuerda la fascinación del político entre los jóvenes: «A todos nos gustaba su cercanía, su claridad de ideas, también susentido del humor. Nos quedó su valentía y su coraje para plantar cara a ETA-Batasuna, sus ganas de vencer al PNV, su discurso directo y limpio, sin recovecos. Su optimismo, su amor por San Sebastián y su perfil propio. Aquellos días marcaron nuestras vidas para siempre».

Porque ETA le mató pero su espíritu libre y combativo ha seguido viviendo en otros muchos políticos. Como declaró su esposa, Ana Iribar, «Goyo» entró en política «para que las cosas cambiasen. Para sustituir la cultura del miedo por la de la libertad, para ganar la batalla a la cobardía, con coraje, con nobleza». Su legado político y humano sigue vigente.

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