Eduardo Dato: el artífice de la neutralidad en la guerra

Presidente del Gobierno de España en tres ocasiones entre 1913 y 1921

Eduardo Dato, a la entrada del Congreso, en 1911 ABC

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Como en tantas ocasiones en la historia del siglo pasado en España, las páginas de ABC fueron el mejor notario de la vida de sus personajes. Humeantes las pistolas de los asesinos Pedro Mateu Cusidó , Luis Nicolau Fort y Ramón Casanellas Lluch , este periódico lanzaba a las calles de Madrid la noticia del atentado contra el presidente del Gobierno. «¡Han asesinado a Dato», arrancaba la crónica del suceso, «la conmoción fue tremenda, honda, imponderable».

El 8 de marzo de 1921, Dato era asesinado en su coche por tres pistoleros anarquistas en la Puerta de Alcalá instantes después de abandonar el Palacio del Senado. Una de las últimas personas con las que habló fue con el cronista parlamentario de ABC, Armando Palacio Valdés. La edición del día siguiente dedicaba una intensa reseña al cuarto primer ministro asesinado, tras los atentados mortales contra Prim (1870), Cánovas (1897) y Canalejas (1912).

Eduardo Dato se convertía así en una víctima más de la convulsión que atravesaba una España zarandeada socialmente por los sindicatos radicales de izquierdas, ligados al catalanismo político. Dato, que siendo presidente en 1920 promovió la creación del primer Ministerio de Trabajo e impulsó una ambiciosa legislación laboral (la ley de accidentes del trabajo o el decreto de retiros obreros) que reconocía derechos al proletariado; Dato, que rubricó en 1913 la solicitud de las diputaciones catalanas encabezadas por Prat de la Riba para que se creara la Mancomunidad de Cataluña. «Quería, eso sí, mantener el principio de autoridad, el respeto al Derecho y, en consecuencia, impedir el poder ilegal despótico e irresponsable del sindicalismo rojo (...) Y por eso, porque no se avenía a claudicaciones, éste le ha hecho su víctima», resumía la necrológica de ABC en aquel 1921.

La figura de Eduardo Dato fue la de un político «que gobernaba con la persuasión de que el Poder público solo puede desenvolverse en el orden y la tranquilidad», una convicción que le llevó a apoyar la Ley de Fugas y a amparar la negra gestión del gobernador civil Martínez Anido en la Barcelona revolucionaria de 1917, donde la represión del movimiento obrero violento se cobró centenares de víctimas. El anarquismo situó entonces a Dato como pieza al cobro.

Dato lo fue todo en política desde que accedió por primera vez a las Cortes durante la última legislatura de Alfonso XII , en plena Restauración borbónica. Varias veces ministro bajo las presidencias de Silvela y Maura, quizás la decisión más importante de su vida política fue la adoptada en 1914, durante su primer bienio como jefe del Ejecutivo (1913-1915): mantener a España como nación neutral en la Primera Guerra Mundial de acuerdo con el Rey, esquivando así las presiones que desde uno y otro bando se hacían al Gobierno para que tomara partido. «El Gobierno se cree en el deber de ordenar la más estricta neutralidad a los súbditos españoles, con arreglo a las leyes vigentes y a los principios del Derecho público internacional », publicó el 30 de julio de 1914 la Gaceta de Madrid. Dato promovió la paz en exteriores pero cayó víctima de la guerra interna. Y ABC lo contó.

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