ABC, en Cerdeña

La Corte de Apelaciones de Sassari espera la llegada de Puigdemont

El expresidente de la Generalitat, huido de la justicia española, fue detenido ayer tras aterrizar en Alghero (Cerdeña)

En directo la última hora sobre la detención de Puigdemont en Cerdeña

Carles Puigdemont, en una imagen de archivo AFP | Vídeo: Isabel Gutiérrez

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Aseguran los sardos que estos primeros días de otoño son los mejores en Cerdeña . Coinciden con el final de una temporada turística que, este verano de 2021, casi revienta la isla por aquello de declararla «Covid free» y que, tal y como relata un taxista argentino, la ha convertido en una especie de «isla de las tentaciones»: los turistas bajaban de los cruceros sin apenas mirarse y regresaban a bordo agarraditos como lapas y hasta arriba de vermentino de Gallura. La temperatura, además, es perfecta para perderse por una isla en la que Carles Puigdemont vio, en su litoral noroccidental, una suerte de «aldea gala» del catalanismo identitario. Otra patria chica en la que sentirse, todavía, 'president'.

La detención de Puigdemont en la tarde-noche de ayer en el aeropuerto internacional de Alghero, la localidad más bella de la maravillosa isla de Cerdeña, más allá del bombazo informativo y el impacto político, tiene mucho de simbólico: la policía le ha echado el guante precisamente en el último bastión del catalán en Italia , lengua que a duras penas sobrevive en una cuarta parte de sus más de 40.000 habitantes, cuando hace un siglo lo hablaba prácticamente toda su población.

Hoy el catalán está desterrado de las conversaciones de los jóvenes, de las voces que se escuchan por sus plazuelas medievales, a la sombra de sus edificios góticos o en los paseos por su 'lungomare', a los pies del fortín que abraza desde el mar una ciudad que la familia Doria empezó a levantar a principios del siglo XII.

A día de hoy, y más allá de que el catalán esté en retroceso en Alghero, aún hay quien habla a diario el algheres antiguo, quien trata de mantenerlo contra viento y marea entre el italiano y entre la amalgama de idiomas que, cada curso, entremezclan con voces de Turquia, Polonia, Alemania, España... Las de los estudiantes que, con una beca Erasmus para su Escuela de Arquitectura, se incorporan a la cotidianeidad de Alghero.

Pendientes del juez

A las ocho y media de la mañana todo está tranquilo en la Corte de Apelación de Sassari. Dos guardias custodian la puerta de entrada en la que no hay más medidas de seguridad que un arco detector de metales y un escáner. Eso sí, imprescindible tomar la temperatura.

Tanto los policías como una funcionaria saben que Carles Puigdemont puede presentarse en este tribunal a lo largo del día, pero nada saben de la hora ni del procedimiento a seguir: «Eso depende del señor magistrado, que no viene aquí hasta las nueve de la mañana». De momento, el expresidente de la Generalitat espera en la prisión de Bancali, a la que fue trasladado desde el aeropuerto.

En principio, se espera que Puigdemont acceda en compañía de su abogado por la entrada principal del edificio, que es por donde acceden tanto trabajadores como personas llamadas a declarar. Las instalaciones cuentan con un aparcamiento exterior.

Ni los guardias ni las funcionarias dan demasiada importancia la posible presencia del expresidente de la Generalitat, se lo toman como un trabajo rutinario más . Otro detenido que viene a declarar.

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