Ni un solo sindicato policial, ni una sola asociación de la Guardia Civil avala una medida impuesta al PSOE por sus socios más radicales, que supone cambiar una ley avalada por el Constitucional en sus aspectos más polémicos.
Llama la atención que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se haya plegado a abrir este melón, porque sabía que era el fin de la paz social en las Fuerzas de Seguridad. La imagen que se verá el próximo día 27, con miles de policías y guardias civiles en las calles manifestándose contra el Gobierno de Sánchez, le pasará factura en un ámbito, el de la seguridad, de una enorme sensibilidad para el ciudadano.
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