Albert Rivera e Inés Arrimadas junto a la candidata de Ciudadanos a la Xunta de Galicia, Cristina Losada
Albert Rivera e Inés Arrimadas junto a la candidata de Ciudadanos a la Xunta de Galicia, Cristina Losada - EFE

Ciudadanos, en tierra hostil

Rivera se juega el próximo domingo en Galicia y País Vasco poder subsanar su escasa implantación en ambas regiones, donde han incurrido en graves errores organizativos y de discurso

Madrid Actualizado: Guardar
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La concepción de Ciudadanos como partido nacional tiene todavía importantes retos que cumplir. Si bien tiene presencia en 13 parlamentos autonómicos, su presencia es realmente sólida en Cataluña, Andalucía, Comunidad Valenciana y Comunidad de Madrid. En otros lugares como Murcia, La Rioja o Castilla y León su presencia parlamentaria es escasa, aunque muy bien rentabilizada como apoyo imprescindible del PP para mantener los gobiernos regionales. En Aragón, Baleares o Extremadura su presencia está lejos de ser decisiva y relevante.

Castilla-La Mancha, Navarra o Canarias son territorios donde no se logró presencia en los parlamentos, si bien en el archipiélago canario, el crecimiento político de Melisa Rodríguez, portavoz adjunta en el Congreso, comienza a corregir a buen ritmo ese déficit de influencia.

En en el Congreso de los Diputados, el sesgo provincial de la circunscripción afecta mucho al partido, que en la mayoría de las circunscripciones quedó en cuarta posición. Circunstancia que le impidió acceder al reparto de escaños en las provincias medianas y pequeñas. Ciudadanos solo tiene escaño en el Congreso por 20 circunscripciones. En 32 no logró representación.

El partido tiene el 25 de septiembre una prueba de fuego que puede servir para comenzar a revertir esa realidad y lograr un resultado que sirva para dar la vuelta a esa sensación de que, tras el gran resultado en Cataluña hace casi un año, Ciudadanos ha ido deshinchando poco a poco sus posibilidades de mirar en igualdad a los otros tres grandes.

Galicia y País Vasco son retos complejos para Ciudadanos. Por distintos motivos, pero uno común: algunas de las medidas estrella que el partido defendió en sus orígenes como parte de ese lema de «defender lo mismo en toda España» chocaron frontalmente con las realidades y las reivindicaciones de esos territorios. La polémica sobre el cupo en el País Vasco o sobre la alta velocidad en Galicia afectaron mucho al partido. Los errores en campaña no están ayudando a corregir las malas perspectivas.

Ciudadanos no ha conseguido en estos territorios una posición de partida como la que tuvo en muchas otras regiones en las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015. Y eso pese a que en ambos territorios existe fuerte presencia nacionalista, una realidad que en Cataluña posibilitó el origen y crecimiento de la formación.

Para afrontar este reto Ciudadanos ha optado por dos perfiles bien distintos. En Galicia apostado por Cristina Losada, con un marcado perfil independiente, mientras que en País Vasco lo ha hecho por Nicolás de Miguel, hombre muy cercano a la dirección del partido y protagonista en la articulación del partido en la zona norte de España. En sendas conversaciones con ABC, ambos candidatos radiografían sus propuestas y su visión sobre sus contiendas electorales.

Losada, consciente de su perfil independiente, lleva varias semanas recorriendo Galicia y participando en actos bajo el título «café ciudadano», abiertos a los vecinos, pero muy orientados también a consolidar su posición dentro de una organización con una herida interna muy reciente y muy abierta. «No he participado en la vida interna», se descarga Losada. La última crisis de la formación en Galicia fue a cuenta del relevo del número uno en la lista por Coruña, Antonio Rodríguez, sustituido por José Canedo. Todos esos problemas pueden ser cosa del pasado si el partido logra representación en el parlamento y puede ir reconstruyendo poco a poco el partido.

Según asegura, y pese a que no siempre ha sido la tónica en el partido, asegura que pretende hacer una campaña local: «vamos a incidir en problemas específicos de Galicia», y se refiere a los problemas referidos a la Sanidad, como la diferencia asistencial debido a la dispersión geográfica, como uno de sus principales objetivos. Pero también incidirá en las ideas fuerza del partido, aunque se resiste a destacar solo una: «me gustan más las constelaciones que las estrellas solitarias», aunque apuesta por centrarse mucho en empleo, conciliación, transparencia y limpieza de las instituciones.

En este territorio Ciudadanos se encuentra frente a un PP que aguanta mucho más sólido que en otras regiones, con posibilidad de reeditar su mayoría absoluta. Y un candidato, Feijóo, mucho menos desgastado que otros homólogos al frente de gobiernos autonómicos. Pero pese a que a su izquierda Ciudadanos tienes a las mareas como contrincante ideológico natural, no van a obviar la confrontación con el PP. De la gestión de Feijòo Losada critica que «no se ha anticipado a los problemas, como en los sectores naval, lácteo y pesquero», y denuncia que «la política que ha hecho el PP no está hecha para desarrollar el potencial de Galicia a largo plazo».

Cuando Ciudadanos comenzó a presentar sus propuestas económicas a comienzos de 2015 dejó claro que no querían que se construyesen más líneas de AVE, aunque luego tuvieron que explicar que su planteamiento no debía afectar a las obras ya licitadas. La cuestión se atraganta en un territorio que demanda desde hace años la llegada de la alta velocidad. Losada tiene muy claro el discurso y asegura que considera que «el AVE es fundamental para Galicia», y defiende que lo que su partido defendió en su momento fue «plantear una reflexión sobre cómo se han planificado las infraestructuras en este país». Y critica cómo se ha gestionado esta cuestión desde las administraciones territoriales: «Ni el AVE ni ninguna infraestructura es una dádiva a los ciudadanos. Es una cuestión de Estado».

Pero la campaña de Ciudadanos también estará movilizada para enfrentarse a las mareas, que según Losada «están impregnadas de nacionalismo», y denuncia que «Podemos no se ha independizado del nacionalismo».

Si el reto gallego es mayúsculo, más complejo parece el que se afronta en el País Vasco. Aunque Nicolás de Miguel asegura que no quiere pensar en escaño «sino en escaños». La apuesta más realista es lograr el escaño por Álava que en la anterior convocatoria logró UpyD con Gorka Maneiro: «Para el ciudadano que ha apostado por UPyD su espacio natural es Ciudadanos», aunque defiende que Ciudadanos es un proyecto más amplio: «desde la socialdemocracia hasta el liberalismo moderado». A su juicio, lo que más diferencia a Ciudadanos de UpyD es «la capacidad de llegar a acuerdos» porque «aunque tengas unas ideas magníficas tienes que alejarte de dogmas».

De Miguel critica que, al contrario que ha sucedido en el resto de España, a Ciudadanos se le ha dado muy poco protagonismo mediático antes de entrar en las instituciones. Cree que es lo opouesto que ha sucedido con Podemos, y piensa que la explicación es que los de Iglesias «no cuestionan el mantra nacionalista. Podemos en Euskadi dice lo que cada uno quiere escuchar». Pese a lo que define como «asfixia informativa», si reconoce que el partido ha fallado en la visibilización en país Vasco, y que la que han tenido ha estado muy marcada por los problemas internos: «Cualquier organización tiene que rehacer las costuras del traje. Hemos tenido un crecimiento muy rápido, el organismo lo tiene que digerir»

El candidato naranja desarrolla un discurso muy local-«nosotros somos vascos también, conocemos las necesidades de todos»- y por eso «asumimos» las principales demandas en infraestructuras de la región: el arco atlántico y la Y vasca.

El otro problema grave que ha tenido el partido ha sido a cuenta del concierto vasco. También en esto el partido ha modelado su discurso, aunque la esencia sigue siendo la misma: «Nosotros abogamos por una armonización español y europea. Nunca vamos a renunciar a eso. Pero no queremos entrar como elefante en cacharrería». Argumentan que los regímenes fiscales especiales de nivel inferior al estatal van a ser prohibidos por la UE en un futuro y creen que «antes de que vengan a decírnoslo, tenemos que empezar nosotros». Sí defienden que hay que renegociar el cupo.

Con las encuestas en la mano, Ciudadanos no parece que será determinant. Los descensos de PP y PSE hacen imposible que un bloque constitucionalista alcance la mayoría. Y si el PNV decide mirara a este lado del tablero para gobernar, y no a Bildu y Podemos, le bastará con la participación de los dos partidos clásicos.

En estas dos plazas tan complejas afronta Ciudadanos su inmediato futuro. Los primeros comicios en los que medir los efectos de su pacto con el PP. La línea entre el éxito y el fracaso es muy delgada: entrar o no entrar. Ser o no ser.

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