Chacón, Lozano y Batet: tres mujeres en el eje del conflicto

Malestar en el PSOE por la debilidad de su candidato y su papel tras el 20-D

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Carme Chacón: Otro paso al lado para la «aspirante a todo»

A Carme Chacón (Esplugues de Llobregat, 1971) siempre se la recordará por aquella instantánea en la que, embarazada, pasó revista a una compañía del Ejército en su etapa como ministra de Defensa (2008-2011), quizás el ejemplo más notorio de la política gaseosa que se le reprochó a Zapatero, su gran mentor. Antes que titular de Defensa lo fue de Vivienda, etapa en la que contrajo matrimonio con Miguel Barroso, secretario de Estado de Comunicación con Zapatero, y al que muchos señalan como el urdidor de todos los movimientos de Chacón para postularse como líder del PSOE y aspirante a todo. Militante del PSC, pero siempre con un pie en Madrid –la relación con su partido es pésima, más ahora–, la estrella de Chacón comenzó a apagarse en la convulsa etapa post Zapatero, tras renunciar a competir por la candidatura a la presidencia del Gobierno, y perdiendo luego la disputa por la secretaría general del PSOE.

Renunció al acta de diputada en 2013, pero no a su capacidad para intrigar. Superado su "año de retiro" como profesora en Miami, su renuncia no implica que abandone su puesto en la Ejecutiva del PSOE, desde donde asistirá en primera fila a lo que le suceda a Pedro Sánchez tras el 26-J. De fondo, la sombra andaluza de Susana Díaz.

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Irene Lozano: De Pepito Grillo a Fouché a velocidad de vértigo

La de Irene Lozano (Madrid, 1971) es una trayectoria peculiar en la política española. Hace tan sólo cinco años decidió traspasar la barrera que separa el columnismo de la política para lanzarse a uno de los proyectos más ilusionantes –y a la postre decepcionante– de la "nueva política", la revolución magenta de Rosa Díez. Junto a ella y desde un escaño en el Congreso ganado en 2011 ejerció de Pepito Grillo del bipartidismo y de azote de los corruptos. Como abanderada de la regeneración en múltiples causas judiciales, multiplicó su presencia e influencia en los medios de comunicación. Sin embargo, todo ese capital se desmoronó cuando Díez se negó a aceptar que la nueva política no era de su propiedad. En defensa de Díez, Lozano llegó a dedicar exabruptos a los discrepantes, hasta que un día decidió competir por ser la lideresa de UPyD. Perdió, consciente, abandonó y se dejó seducir por los cantos de sirena de Pedro Sánchez. Sin solución de continudad, se incorporó al PSOE que tanto había criticado generando un enorme malestar entre quienes habían sido víctimas de sus críticas. Pero logró su escaño en el Congreso. Ahora, transcurrida una legislatura breve e intensa en la que no ha tenido apenas protagonismo, ha decidido no presentarse a las elecciones. Una especie de Fouché, pero con menos talento para la supervivencia política.

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Meritxell Battet: La negociadora catalana de Pedro Sánchez

Tras la renuncia de Chacón, Meritxell Batet (Barcelona, 1973) es la mejor colocada para relevarla como candidata por Barcelona del PSC al 26-J. Incluso el exsenador del PSC Carles Martí, que anunció que se presentaría a los comicios para forzar unas primarias e intentar desbancar a Chacón, ya no descarta un paso atrás si hay consenso en la Ejecutiva socialista catalana para ungir a Batet. Si accede, Batet regresará a Barcelona tras un periplo en el Congreso que empezó en 2004 y que, con la confianza de Pedro Sánchez, le ha servido para hacerse un nombre. Batet, de 43 años, fue elegida por el líder del PSOE para coordinar el programa de las elecciones del 20-D, a las que se presentó como número 2 por Madrid.

Ha formado parte del equipo de negociadores que intentó llegar a un acuerdo para investir a Sánchez presidente. Casada con el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle –tienen dos mellizas–, atesora fama de currante. Pagó la carrera de Derecho con becas y trabajando de camarera. Cuando llegó al Congreso, de la mano de José Montilla, era independiente, aunque luego se afilió a un PSC. Bailarina vocacional, necesitará agilidad para salvar al PSC de una presumible derrota –otra– el 26-J.

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