El catalanismo moderado asoma tras el naufragio

Plataformas y proyectos de partido plantan cara al independentismo y al populismo de izquierda

Barcelona Actualizado: Guardar
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Cuatro años de «procés» independentista se han llevado por delante -y a los juzgados- a Artur Mas, han causado la ruptura de CiU, forzaron a Convergència a refundarunise en un partido lo más parecido a ERC (PDECat), tienen a Unió al borde de la extinción, al PSC lo han dejado en pocos -y mal avenidos con el PSOE- y, mientras, los llamados populismos de izquierda -léase Colau y Podemos al abrigo suyo- suben a cada elección. Como Esquerra.

El catalanismo moderado -o nacionalismo-, el que pregona una mejora del autogobierno pero es contrario a la independencia, con sus variantes en el eje izquierda/derecha -más o menos liberales o socialdemócratas-, no encuentra su sitio. Entretanto, asiste con inquietud al auge de los extremos: el independentismo desobediente, a merced de los designios de la CUP, y los «comunes» de Ada Colau.

Visto el panorama, algunos catalanistas ya han empezado a movilizarse creando plataformas y proyectos de partido. Sus empresas parten de una premisa: el año que viene no habrá independencia, no habrá referéndum y el gobierno de Carles Puigdemont se verá abocado a convocar unas nuevas elecciones autonómicas. Es hora de buscar firmas y créditos, financiación y nombres, aunque, como confiesa «off the record» uno de los promotores de estas iniciativas, no es tan fácil. «Algunos me dicen toma este dinero... pero que no salga mi nombre», se lamenta.

Lliures

De entre los nuevos proyectos del catalanismo moderado, el que ya se ha presentado con intenciones de constituirse como partido es Lliures (libres, en catalán). Lo lideran el exdiputado del CDS y de CDC, y exconsejero de la Generalitat, Antoni Fernández Teixidó. Junto a él, otro exconvergente, el exdiputado Xavier Cima (marido de la líder de C’s en Cataluña, Inés Arrimadas) y el ex de Unió Roger Montañola. Pretenden ocupar el espacio de centroderecha catalanista y que es abiertamente no independentista que abandonó Convergència y se definen, en lo económico, como partidarios de un «liberalismo humanista».

Este colectivo no rechaza que se celebre un referéndum de independencia, aunque sólo lo aceptarían si fuera pactado con el Estado, es decir vinculante, algo que constatan como imposible. Piden que el «procés» no sea el elemento determinante de la política catalana y son partidarios de una reforma de la Constitución que contribuya a la mejora del autogobierno de Cataluña.

La presentación de Lliures en sociedad tuvo lugar el pasado mes de octubre. Al acto asistió algún reresentante del mundo empresarial, como el presidente de la patronal Pimec, Josep González, o Jordi Alberich, director generald el Círculo de Economía, entre otros.

Portes obertes

Este lunes se presenta oficialmente Portes Obertes del Catalanisme, una plataforma con base socialdemócrata y democristiana que aúna a representantes del PSC, como su exprimer secretario, Pere Navarro, o el exalcalde de Barcelona, Jordi Hereu; de Unió, como Jordi Casas, o al exdiputado del PP Jordi de Juan. Sus impulsores pregonan un catalanismo moderado que no rompe los lazos con España, que rehúye en lo identitario del independentismo y, en lo económico, de las doctrinas con tintes marxistas de los «comunes» (Colau, Podemos e ICV). En este sentido, abominan del acercamiento que hizo el PSC de Miquel Iceta a los «comunes» en el último congreso de los socialistas, donde se aprobó una ponencia que defiende una alianza de progreso entre los partidos de izquierdas de cara a futuros comicios. No anhelan constituirse como partido, dicen por ahora, y tienen como modelo Ciutadans pel Canvi, la plataforma que surgió para apoyar al expresidente de la Generalitat Pasqual Maragall (PSC).

Los restos de Unió

La antigua CDC, ahora PDECat, ha podido disimular de alguna manera su declive confundiéndose con ERC en la coalición que ahora gobierna en Cataluña, Junts pel Sí. Su antiguo socio, Unió, sin embargo, no puede esconder su crisis terminal. El partido que lideró Josep Duran Lleida -que tras dimitir al frente de los democristianos ejerce de abogado en el despacho de su suegro- ha perdido su representación en el Congreso y en el Parlamento catalán. Su ostracismo político se agrava además por una deuda de 22 millones de euros insalvable si no se tiene pie en las instituciones. De resultas, el partido se declaró en concurso de acreedores.

La formación que lidera Ramon Espadaler busca ahora una supervivencia mientras negocia con sus acreedores. Se especula con una posible refundación. Con empezar de nuevo con un nuevo nombre y brío, aunque por el camino se han ido muchos. El partido ya se quedó en su mitad con la escisión de su sector proindependentista, que se constituyó como nueva formación, Demòcrates de Cataluña. Además, algunos de los que aún se resistían a abandonar la nave ven más factible salir a flote sumándose a otras iniciativas.

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