Bárcenas afirma ahora que tardó dos años en comprobar que le faltaban los audios del PP

Eleva a 4.000 euros la cifra pagada a un preso para que borrase lo que tenía en la nube, incluidas las cintas

Rosalía Iglesias asegura que ella no manejó ningún dinero en efectivo para eso

El extesorero del PP Luis Bárcenas durante el juicio por la reforma de la sede del PP ABC

Isabel Vega

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Las contradicciones en las sucesivas declaraciones del extesorero del PP Luis Bárcenas sobre el supuesto material sensible de miembros del partido que la operación Kitchen trataba de sustraerle, le han llevado de nuevo este miércoles a la Audiencia Nacional, donde ante el juez y en calidad de testigo, ha insistido en que tenía un audio que salpicaba a Mariano Rajoy en la caja B y otro de Javier Arenas sobre cuentas en Suiza. Los problemas surgen a la hora de explicar por qué ya no los conserva, según informan a ABC en fuentes presentes en la declaración.

Esos audios habrían estado en dos soportes. Por un lado, en unos pendrives que viajaron en la mudanza desde su despacho en la calle Génova al estudio de restauración de su mujer, Rosalía Iglesias, en la calle General Díaz Porlier de Madrid. Allí tenía un despacho, cosa que según ha dicho era «vox populi» porque incluso recibía a periodistas en él. Dentro estaba lo que ha llamado ahora «la caja tecnológica» , una especie de baúl lleno de cosas.

Según su declaración, él no asistió presencialmente ni al momento en que su chófer y principal confidente de la operación Kitchen, Sergio Ríos, recogió junto a un mozo en una furgoneta sus cajas de la sede del PP en Génova. Tampoco estaba cuando la mudanza llegó a Díaz Porlier. Ahí difiere con el conductor, que aseguró ante el juez que las cajas le fueron entregadas personalmente en ese apartamento.

La secuencia que describe Bárcenas es que allí se quedaron las cajas sin abrir. No comprobó sobre la marcha lo que había dentro y lo dejó estar. Dice que contenían además de esos pendrives con las supuestas grabaciones que personalmente hizo de Rajoy y Arenas, documentos sobre donaciones al PP y contratos en los que «se ahorraban el IVA».

No ha explicado, de acuerdo a las mismas fuentes, cómo es que si los pendrives viajaban en las cajas de mudanza que se quedaron cerradas, acabaron en el baúl de su despacho. En cualquier caso, da esos pendrives por desaparecidos y ahora, sospecha que la Kitchen se los robó.

En la nube, tampoco

Por otra parte, mientras estaba en prisión, entró en contacto con un recluso de origen colombiano, Isidro S.S., que parecía manejarse en internet. Le ofreció dinero a cambio de acceder con unas claves en la nube y borrar información entre la que estaría, conforme ha venido declarando, una copia de esos audios. En una de sus declaraciones dijo que había pagado 1.250 euros, en otra, que fueron 5.000.

Este miércoles ha cerrado la cifra en 4.000 euros que el chófer habría entregado al colombiano para comprar un supuesto material informático que se suponía que era necesario para acceder a esa nube (contenidos en internet) con sus claves y proceder al borrado. Obra de hecho en la causa una fotografía de una anotación que Bárcenas reconoce como propia y para la que dice que utilizó una letra falsa sobre ese mismo encargo.

Rosalía Iglesias, preguntada por la gestión, ha negado haberle dado al conductor dinero alguno y menos, una cantidad así . Ha explicado que en esa época, andaban en casa muy apurados de dinero, de acuerdo a las fuentes jurídicas consultadas.

En cuanto a Isidro S.S., negó ante el juez que el encargo fuese borrar nada de una nube , cuando menos, audios comprometedores de Arenas y Rajoy. Lo definió como la encomienda de quitar de google noticias que dañaban la imagen de Bárcenas y su esposa. La cuestión es que asegura que no lo hizo: le pasó el encargo a un colega que salía de permiso, pero este tampoco cumplió y se gastó los 5.000 euros de Bárcenas en salir de fiesta.

Esta versión coincide con la ofrecida hace ya cerca de dos años por el comisario Enrique García Castaño, que era jefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo de la Policía y que ha venido explicando al juez detalles de la operación Kitchen, en la que participó personalmente. Según explicó, tenían vigilado al contacto del reo colombiano porque sabían que Bárcenas le había hecho un encargo. Lo que constataron es que dedicó el permiso penitenciario a gastarse el dinero .

El supuesto pacto de silencio

Bárcenas dice que, en cualquier caso, cuando él salió de prisión esos audios ya no estaban en la nube. Ni en la nube, ni en la caja de cartón de la mudanza ni en la «caja tecnológica». Según su argumentación, echó en falta eso y varios documentos pero pensó que se los habían intervenido en Génova antes de la mudanza, nunca estando ya las cajas en Díaz Porlier.

Sobre por qué guardó silencio, misma línea argumental que ha mantenido hasta ahora: que en 2013 llegó a una suerte de paz con el PP -ha reiterado que hubo un ofrecimiento de un abogado y de un contacto en el partido a cambio de dinero y de silencio- que se mantuvo hasta 2020.

Así justifica el extesorero que ni cuando se dio cuenta de la posible sustracción en 2015, ni cuando compareció ante el juez de Gürtel en 2018 ni tampoco cuando se puso delante de García Castellón como víctima de Kitchen en 2019 y en calidad de testigo negase la existencia de esos audios.

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