El Casal Popular Tres Lliris, antigua comisaría de Policía Nacional
El Casal Popular Tres Lliris, antigua comisaría de Policía Nacional - INÉS BAUCELLS

La Barcelona okupa que consiente Colau

Al menos cinco fincas de propiedad municipal están invadidas por los antisistema ante la pasividad del consistorio

Barcelona Actualizado: Guardar
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Facilidades para los okupas. El caso del banco expropiado de Gracia se ha convertido en el perfecto ejemplo de cómo el Ayuntamiento de Barcelona tolera a los okupas. El hecho de que el exalcalde convergente Xavier Trias pagara los alquileres mensuales del local desalojado de Travessera de Gracia alegando que era un puro trámite temporal para conseguir tiempo y mediar con el colectivo y que su sucesora, Ada Colau, se planteara incluso la compra del local es un síntoma claro de la permisividad con el colectivo.

Aunque el del banco es el más reciente, no es el caso más paradigmático de la gestión que se da en Bacelona con los okupas. El hecho de que al menos cinco inmuebles de propiedad municipal estén actualmente en manos de los okupas como si de algo natural se tratara confirman la poca contundencia ante un colectivo que ve que en la capital catalana puede conseguir locales sin grandes problemas.

El caso del Casal Popular Tres Lliris, también en Gracia, es uno de los más paradójicos y puede considerarse una cesión en toda regla de Colau a los okupas. Este colectivo estaba, como en el caso el banco expropiado, en una oficina bancaria en Travessera de Gracia. Tras ser desalojado el pasado noviembre, okuparon una antigua comisaría de la Policía Nacional, propiedad del Patronato Municipal de Vivienda desde hace dos años.

A pesar de eso, el Ayuntamiento optó por la vía de la negociación en vez de proceder al desalojo y ha aceptado que se hayan invadido las instalaciones. Así, confirman a ABC fuentes municipales, se han pactado tres premisas básicas con los okupas: garantizar la seguridad y la convivencia vecinal y ofrecer actividades sociales al barrio. «El pacto no es temporal, seguirá si cumplen las condiciones», apuntan desde el consistorio, al tiempo que destacan que a diferencia de el banco expropiado, en los Tres Lliris hay interlocutores y responsables.

En una línea similar está el caso de la residencia de estudiantes del pasaje de Sant Bernat, en el Raval. Okupada hace casi tres meses por jóvenes de la Asamblea Libertaria de la UB, el consistorio pretende ubicar allí el proyecto de una entidad sociocultural del barrio para niños y adolescentes y mientras no avanzan los trabajos permite inquilinos, también con dos premisas: evitar problemas de convivencia y realizar actividades abiertas al barrio.

Can Vies es otro de los patrones de la gestión de okupas «made in Barcelona». Esta finca de Sants —que era propiedad de TMB— llevaba unos veinte años ejerciendo de centro social del barrio y, además de las acciones populares, también generaba muchos problemas de convivencia. Su desalojo comportó una semana de durísimos enfrentamientos entre policía y antisistemas y el conflicto terminó con la reokupación del local. Dos años después, allí casi todo sigue igual.

Menos mediático pero no menos flagrante son dos okupaciones vigentes en Sant Andreu. Por un lado, la de la antigua Casa del Oficial, en una serie de fincas del Ayuntamiento en las que se prevé la instalación de una zona verde muy reivindicada. De momento, se está negociando con los okupas, explican fuentes municipales. Cerca de allí, otro grupo de okupas se han instalado en los antiguos cines Lauren Sant Andreu, propiedad de los acreedores del cine y ubicado en un solar que el Ayuntamiento cedió y ahora quiere recuperar. A pesar de sus intenciones, no se ha movido ficha para avanzar en este caso.

En plena zona alta de Barcelona, en el corazón de Sarrià, las casitas de L’Hort de la Vila también llevan meses okupadas. A pesar de la incredulidad de los vecinos, los antisistema siguen allí. Comprado por el Ayuntamiento hace años para recuperarlo para el barrio, ahora es el propio consistorio quien quiere ceder el papel importante al colectivo okupa y está negociando con ellos qué uso darle. También en el distrito, según explican desde C’s, existen otras cinco fincas municipales okupadas, algunas de ellas ubicadas fuera del núcleo urbano y en masías de la ladera de Collserola.

Hay que destacar que en los últimos meses el colectivo okupa ha perdido un espacio municipal, el edificio de Transformadors, que inéditamente fue desalojado a principios de abril, después de que durante meses el consistorio incluso hubiera pagado las facturas de agua y luz.

La oposición, incrédula

Los grupos municipales de la oposición, especialmente C’s y PP, llevan tiempo lamentando la excesiva tolerancia con el colectivo y denuncian que la permisividad ha empeorado con la llegada al poder de Ada Colau y que el problema con los okupas se está enquistando.

«El Gobierno Colau no quiere enfrentarse a ellos porque ellos han sido de estos movimientos», critica la líder de C’s en el Ayuntamiento, Carina Mejías, que recuerda que paradójicamente el actual gobierno quiere eliminar a los inquilinos de pisos turísticos porque dicen que molestan y, en cambio, son permisivos con los okupas, que también generan problemas de convivencia.

Por su lado, el presidente municipal del PP, Alberto Fernández, reitera que con la nueva alcaldesa «sigue el continuismo de lo peor. Llega el Can Vies de Colau, con un efecto multiplicador y una proliferación de locales okupados y de la gravedad de los disturbios». «Se ha instaurado la barra libre de leyes y ordenanzas a cambio de que no haya violencia», sentencia.

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