La anti-encuesta del CIS

«El cuestionario del último barómetro es un auténtico fraude de principio a fin»

El sociólogo Narciso Michavila ABC
Narciso Michavila

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Una madrugada de hace 18 años, vestido de uniforme de campaña y mochila al hombro, besé a mi hijo dormido de un año y me despedí de mi mujer para volar a Kosovo. Me esperaban veintisiete largas semanas de misión como portavoz de la Brigada Italo-Española. De entre los momentos más críticos, recuerdo con especial nitidez la reacción de un pelotón que escoltaba un autobús con ancianos serbios en la ciudad de Pec.

Un grupo de radicales kosovares los asedió lanzándoles cascotes y cócteles molotov. Instintivamente, los soldados españoles cubrieron con sus propios cuerpos a los ancianos. Por eso, catorce años después de haber colgado el uniforme, no me ha extrañado el comportamiento de nuestros militares en la operación Balmis anteponiendo la vida de nuestros mayores a su propia salud. No diré, como Oswald Spengler en La decadencia de Occidente, que al final la civilización siempre la salva un pelotón de soldados , porque la realidad es que la especie humana ha estado más amenazada por los virus que por las guerras.

De hecho, en la pandemia de gripe de 1918 murieron más personas que en las dos guerras mundiales juntas. Si no nos extinguimos como especie, no fue por un pelotón de soldados, sino por miles de profesionales de la sanidad que, en todo el planeta, arriesgaron sus vidas por salvar las de otros. No existen monumentos que les rindan homenaje.

Pero mi mayor aprendizaje en los Balcanes fue descubrir que no existe ningún arma más poderosa para preservar la paz y defender la vida, que la verdad. «La verdad es la primera víctima de la guerra», llevamos un siglo afirmando, y debemos admitir que la mentira puede ayudar a ganar alguna batalla, pero nunca una guerra. En situaciones de crisis la información veraz es vital para que los decisores tomen las decisiones óptimas.

Si España es el país del mundo con la mayor tasa de mortalidad por coronavirus, es porque las decisiones no han sido las adecuadas. Por eso, es incomprensible la persistencia del actual presidente del CIS de manipular la realidad, en lugar de ofrecer información veraz sobre una situación social inédita.

El cuestionario del último barómetro es un auténtico fraude de principio a fin: desde la introducción donde se le esconde al entrevistado que la encuesta es para el CIS, a la nota metodológica repleta de falsedades ; pasando por preguntas de valoración donde se ha eliminado el 0 de la escala para inflar las valoraciones, la partición de «la política» como problema en tres grupos para ocultar el hartazgo de los entrevistados con la clase política, o las preguntas de respuesta incorporada. Es la anti-encuesta.

Hay que reconocerle al señor Tezanos el mérito de haber logrado un consenso unánime en la sociedad española: la necesidad de preservar nuestros servicios públicos, entre los que se incluye el CIS, de los políticos que los emplean en su exclusivo beneficio .

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