Juicio por la paliza de Alsasua: «El ambiente es el que es, cada vez que actuamos nos insultan y tiran vasos»

El policía foral relata la atmósfera que envolvía las calles del casco viejo de Alsasua

El juicio de Alsasua ABC
Luis P. Arechederra

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«No entréis en el juego de la Guardia Civil, vosotros sois de aquí». Los jóvenes de Alsasua se referían así a los dos policías forales que acudieron a la entrada del bar Koxka, el lugar donde tuvo lugar la agresión a dos guardias civiles y sus parejas en el madrugada del 15 de octubre de 2016, tras recibir el aviso. Los dos agentes de la Policía Foral de Navarra que arrestaron a uno de los principales acusados, Jokin Unamuno, relataron ayer las dificultades para realizar su labor ante las coacciones y los comentarios despectivos de los jóvenes radicales presentes en en lugar. «Nos decían que por qué no deteníamos al sargento, « vosotros sois de aquí, no os pongáis de su lado », es una situación que he vivido otras veces», señaló uno de los dos agentes en su declaración como testigo en la vista celebrada en la Audiencia Nacional.

Al detallar la atmósfera que envolvía las calles del casco viejo de Alsasua, el policía foral presentó como habituales los recibimientos hostiles a los agentes, lo que les obliga a actuar con celeridad. «El ambiente allí es el que es, cada vez que nos toca actuar en esta zona tenemos que salir rápido porque empiezan los insultos, los gritos y empiezan a tirar vasos. Cuanto más tiempo estamos, peor va a acabar la cosa . Lo mejor era marcharse, pero teníamos que intentar ver qué había pasado e identificar a la gente», explicó uno de los agentes a preguntas de las acusaciones. Otro lo ve claro: «Fue una paliza».

«Un juego impune»

Los forales temieron ser agredidos y tuvieron que bregarse para poder llevarse al arrestado, al que los demás jóvenes lograron sacar en una ocasión del vehículo policial . «Nos dimos cuenta de que habían sacado al detenido. Fuimos a por él y tuvimos una resistencia activa de la gente, me agarraban del chaleco, de la ropa, de los brazos, para que no nos lo llevásemos», explicó el primer agente que testificó para arrojar luz sobre lo que sucedió aquella noche trágica previa a la feria del ganado. Uno de ellos señaló que para una chica del grupo parecía «un juego impune» abrir el vehículo de la policía.

«Sentí que podía haber una agresión hacia nosotros, uno de ellos tenía los puños cerrados y con acción de pegarnos», añadió el segundo agente sobre una persona que estaba allí, al que ambos policías forales identificaron como Oihan Arnanz, el acusado que se enfrenta a 62,5 años de prisión y al que la Fiscalía atribuye más violencia. También aseguraron que los jóvenes, algunos bebidos, se burlaban de ellos y les recriminaban que no actuasen contra el sargento. Los dos inisistieron en que el sargento llevaba una camisa blanca con visibles huellas de zapato por toda la espalda.

Los forales también dejaron claro que los acusados y los jóvenes que merodeaban en la salida de los bares se referían a los agredidos como el sargento y el teniente, con conciencia de que eran guardias civiles. Nadie anunció que fuera a denunciar a los agentes por haber recibido golpes ni pidieron realizar un parte de lesiones, añadieron.

La Audiencia Nacional enjuicia en esta causa a ocho acusados por el ataque a los agentes y sus parejas, por el que se enfrentan a delitos de lesiones y amenazas terroristas. Los acusados han negado haber dado un solo golpe y tener animadversión a la Guardia Civil. La Fiscalía vincula el ataque a la reivindicación histórica de ETA y la izquierda abertzale de expulsar a los agentes del País Vasco y Navarra, y considera que el objetivo era atemorizar al colectivo policial. Las víctimas han identificado a los acusados como los agresores.

Con anterioridad a los forales, ayer también testificaron la camarera y el dueño del bar Koxka. Ella, que trabajó esa noche, describió el local como un espacio pequeño en el que hay peleas habitualmente y al que acudía de forma frecuente el teniente y su pareja, dos personas muy educadas. Aun así, aseguró que no vio a nadie golpear a los agentes y que no percibió «ningún ambiente de hostilidad ni tensión ni nada» .«Al día siguiente al ver la televisión fue extraño porque nosotros no habíamos percibido semejante jaleo. Y gente que estaba dentro tampoco se enteró y siguió allí hasta que cerramos», asegura Naira Navarro, que conoce a los acusados de vivir en Alsasua. Añadió, sin que nadie le preguntase, que la camisa blanca del sargento estaba limpia.

El dueño, Josu Muñoa, mantuvo la misma versión. Aseguró que no percibió nada hasta que salió a la calle y observó tendido en el suelo al teniente. Negó haber visto en el local a cuatro acusados a los que conoce: Oihan Arnanz, Iñaki Abad, Adur Ramírez de Alda y Aritz Urrizola. Algunos siguen yendo a tomar copas.

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