Admitir que ETA «hizo daño» cuando ya sumas condenas por más de 200 años

Se juzga al etarra José Ignacio Guridi, autor de varios asesinatos, por intentar matar a un guardia con una jardinera bomba

El etarra Guridi, ante la Audiencia Nacional EFE

S.E.

El etarra José Ignacio Guridi Lasa, alias Xabi , ha reconocido este jueves en la Audiencia Nacional el daño causado por la organización terrorista. Lo ha hecho durante la vista en la que se le juzga por el intento de asesinato de un guardia civil en Cintruénigo en 2000 y cuando acumula más de 200 años de prisión por diversos delitos, entre los que se cuentan el atentado que se cobró la muerte del funcionario de prisiones Máximo Casado, por lo que le fueron impuestos 30 años de cárcel, o los 33 a los que fue sentenciado por por acabar en 2000 con la vida del funcionario de prisiones Máximo Angulo.

En su último turno de palabra ante el tribunal de la Audiencia Nacional que lo juzga, Guridi Lasa se ha limitado a admitir que perteneció a ETA, ha reconocido el daño que ha causado por la banda, y ha mostrado su respeto a las víctimas.

Sin embargo, el acusado, que se acogió a su derecho a no declarar durante la vista, no se ha referido en su intervención a los hechos por los que la Fiscalía solicita ahora 52 años de prisión por dos delitos de asesinato terrorista en grado de tentativa y otro de estragos terroristas en grado de tentativa.

Guridi Lasa integraba presuntamente el comando «Totto» de ETA cuando en noviembre de 2000, y junto con otros miembros del comando, colocó un artefacto explosivo en una jardinera ubicada en el alféizar de una de las ventanas de una vivienda de Citruénigo (Navarra ) para causar la muerte de un guardia civil. Fueron miembros de la propia banda terrorista la que entre los días 9 y 12 de noviembre de 2000 realizaron varias llamadas al diario Gara en San Sebastián para avisar de la colocación del artefacto explosivo.

El agente al que iba dirigido explicó a sus compañeros que el único sitio donde podía estar colocado fuera de la casa era en un macetero, pero no lo encontraron. Fue tres meses más tarde cuando una anomalía en una jardinera del alféizar del domicilio alertó a los agentes, que descubrieron el explosivo, de 10,4 kilos y de origen francés, como el que la banda terrorista utilizaba entonces de manera asidua para cometer los atentados.

Según el perito especialista en desactivación de explosivos, se trataba de un artefacto temporizado con un dispositivo electrónico y un reloj despertador. Estaba previsto que explotase a las cinco de la mañana, pero un fallo en la configuración hizo que no detonara.

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