Ni por activa ni por pasiva: Ciudadanos no se abstendrá ante Pedro Sánchez

El presidente de Ciudadanos volvió a apelar a Pablo Casado para que se comprometa con él a formar un gobierno de coalición si dan las cifras

Albert Rivera, durante su intervención en el foro de ayer ÁNGEL DE ANTONIO
Juan Casillas Bayo

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La máxima del «no es no», aquella con la que Pedro Sánchez estuvo a punto de abocar a España a una tercera repetición electoral consecutiva, puede volverse ahora en contra del presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas. Esta precampaña, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, está haciendo especial hincapié en la «emergencia nacional» de enviar al PSOE a la oposición junto a sus socios.

El pasado febrero el Comité Ejecutivo de Cs aprobó por unanimidad vetar cualquier pacto de investidura no solo con Sánchez, sino con cualquier candidato de un PSOE que consideran situado fuera del constitucionalismo. La semana pasada, Rivera dio un paso más en esta dirección desde La Coruña y tendió la mano a su homólogo popular, Pablo Casado, para ofrecerle sellar un gobierno de coalición entre PP y Cs -si los números dan- para evitar una reedición del «Gobierno Frankenstein»: PSOE, Podemos, independentistas, nacionalistas vascos y herederos de la ilegalizada Batasuna.

Ayer, desde la tribuna del Foro ABC, organizado en colaboración con Deloitte, Rivera consumó su portazo a un Sánchez que se ha quedado sin aliados más allá de los de la moción de censura. Preguntado por una posible abstención técnica ante un escenario de bloqueo político, la respuesta de Rivera fue contundente: «Considero una emergencia nacional que Sánchez se vaya a la oposición».

La opción de que Rivera cambie de opinión y acceda tras las elecciones a alcanzar un acuerdo con el PSOE parece ya descartada, aunque le persiga el fantasma de la campaña de las generales de 2015, en la que afirmó que «jamás» haría presidente a Sánchez o a Mariano Rajoy, para después firmar acuerdos de investidura con ambos. Ahora, el tono del líder liberal contra Sánchez y su insistencia en buscar el entendimiento con Casado hace impensable un viraje de 180 grados.

La estrategia de Cs en la campaña electoral, según fuentes del partido, pasará precisamente por reiterar ese «no» a Sánchez y seguir tendiendo la mano a los populares a la espera de una respuesta que de momento creen que no se ha producido. El partido pretende convertir en un activo su claridad a la hora de decir desde el primer momento con quién intentará conformar un ejecutivo, en vez de jugar a la especulación.

Desde Génova se trasladó el mensaje de que la propuesta de Rivera llegaba tarde, y es que en el PP eran partidarios de cerrar confluencias electorales con Cs ya en las listas, al menos en las provincias pequeñas y en el Senado, donde la pérdida de la mayoría absoluta que hasta ahora ostenta el PP pondría en peligro una nueva aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña.

Mensaje a los populares

Rivera aprovechó ayer el foco mediático para insistir en este mensaje y apelar directamente al presidente del PP. «Todavía no he escuchado a Sánchez decir cómo va a ser su gobierno ni a Casado coger el guante que le lanzamos», afirmó, y advirtió de que el tablero postelectoral será como un partido de tenis a dobles, con un enfrentamiento Casado-Rivera versus Sánchez-Iglesias. Ese tándem, con Pablo Iglesias «controlando la economía» y Quim Torra «la política nacional», es algo que preocupa hondamente en Cs.

El presidente de Cs, eso sí, lejos de atacar a Casado sostuvo que no hará una campaña basada en pedir menos votos para el PP, sino más apoyos para su partido. «¡Que voten a Cs o al PP es la línea para asegurar un cambio!», exclamó, aunque instó a su aliado preferible a abandonar el pesimismo y a no trasladar el mensaje de que el centro-derecha llega tarde. «La clave es la movilización», apuntó, y avisó de que si el elector liberal y conservador no se siente motivado, se corre el riesgo de que se quede en casa y no acuda a las urnas el 28-A. «Es mejor seducir que no estar todo el día haciendo cábalas con el “uy, uy, uy” y el “ay, ay, ay”», continuó, y reflexionó que bajo su punto de vista es más atractivo construir que «meter el miedo en el cuerpo». «Echo de menos ganas en el PP», confesó, aunque uno de los anhelos de Rivera es superar en votos a Casado para forzarle a él -y a Vox con apoyo externo- a hacerle presidente si se da la opción de impedir que lo sea Sánchez.

Por el momento, las encuestas no le son favorables a Cs, muy lejos del PP, ni a los tres partidos a la derecha del espectro político. Sin embargo, los liberales están convencidos de que cuanta más gente participe en los comicios, más opciones tendrán de sumar diputados y aumentar los del bloque que se opone a la deriva de Sánchez con los nacionalistas. No en vano, Rivera garantizó ayer que el «voto útil para el cambio» no es el apoyo al PP, sino a su partido. Y es que según datos demoscópicos internos, Cs puede obtener ocho escaños «extra» con tan solo un uno por ciento más de voto; por los uno o dos que cosecharía el PP con esa subida porcentual. Por el momento, lo que sí está claro es que los diputados de Cs no mantendrán a Sánchez en la Moncloa.

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