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Aguirre observa a Manuela Carmena, que recibe las felicitaciones de sus compañeros de partido tras ser investida alcalesa de Madrid - efe

El PP teme que España se vuelva ingobernable tras las generales

Desolación entre los populares por la pérdida de las plazas municipales decisivas

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Madrid, Valencia, Sevilla... pero también otras capitales como Valladolid o Zamora han dejado de tener un alcalde del PP, después de más de 20 años, desde ayer. La sensación entre los populares era de tristeza, y también de cierta incomprensión por haber perdido lo que consideraban ya sus feudos. Al tiempo, se han revuelto contra los socialistas, a los que consideran culpables por brindarse a pactos que en el PP consideran «excéntricos y sectarios» –como decía ayer el propio Rajoy– con las fuerzas emergentes.

La brecha que se ha abierto entre los dos partidos que hasta ahora eran mayoritarios, PP y PSOE, a cuenta de los pactos municipales es muy profunda, y se ha agudizado en las últimas 24 horas: si en la noche del viernes, en vísperas de las investiduras, los populares ya acusaban a los socialistas de «mezquinos, radicales y excluyentes» por pactar con otras fuerzas políticas más a la izquierda para arrebatarles las alcaldías, ayer sábado era el mismo Rajoy el que se refería al tema, una vez consumadas las investiduras.

Rajoy daba en un tuit su «enhorabuena a los concejales del PP», y su «apoyo a los que aún ganando no han podido ser alcaldes por pactos excéntricos y sectarios». Era la última demostración del fuerte malestar que se ha instalado entre los populares a raíz de su pérdida de poder territorial, de la que en parte están culpabilizando al PSOE por no apoyarles pese a ser la lista más votada en más de 600 grandes municipios.

Madrid, «por 6.000 votos»

Especialmente duro ha resultado perder Madrid y Valencia, las dos joyas de la corona. La primera, lamentaban ayer algunos populares, «por apenas 6.000 votos, los que fueron a parar a Vox». De acuerdo con sus cálculos, de haber conseguido estos miles de apoyos, hubieran arrebatado el concejal número 9 al PSOE, consiguiendo 22 y con ello, la posibilidad de que un pacto con Ciudadanos les permitiera gobernar Madrid.

Lo ocurrido ha llevado a la candidata a alcaldesa y ahora jefa de la oposición, Esperanza Aguirre, a plantear una vez más la necesidad de un «cambio electoral» para que «sean los ciudadanos con sus votos» quienes decidan. Aguirre calificaba ayer de «fundamental» que se «implantara una segunda vuelta» en las elecciones.

PSOE, «partido bisagra»

En el caso de Valencia, la hasta ahora incombustible Rita Barberá, que ya casi formaba parte del ADN de la ciudad tras ocupar la alcaldía durante 24 años consecutivos, se ha visto relegada nada menos que por una coalición de Compromís, PSPV y València en Comú, que le ha dado la vara de mando al candidato de la primera de estas formaciones, Joan Ribó.

En la dirección nacional del partido prefirieron dejar a un lado la melancolía y mirar hacia adelante. Así, los vicepresidentes Carlos Floriano y Javier Arenas, encargados de realizar el seguimiento de la jornada de investiduras municipales, destacaron el hecho de que el PP retuviera al final del día 20 alcaldías de capitales de provincia.

A la vez, los populares insistieron en sus críticas al PSOE, por preferir los pactos con «partidos radicales» a la negociación con el propio PP. Esto les sitúa, a su juicio, «como partido bisagra que entrega a los radicales el liderazgo de la izquierda».

Después de las investiduras, opinan en el PP, comienza el duro día a día, que será aún más duro con la obligada convivencia entre fuerzas políticas distintas que tienen «programas electorales muy diferentes, e incluso en ocasiones contradictorios», señalaban.

Entienden que la gobernabilidad no va a ser fácil en muchos casos –con bipartitos, tripartitos y hasta cuatripartitos, o con gobiernos en minoría–, pero creen que será posible notar un cambio de actitud en muchos de estos nuevos gobiernos municipales que ahora han pasado del PP a otras manos «una vez que pasen las elecciones generales: a partir de ahí, todo será distinto», auguran.

No descartan que en muchas ocasiones, los problemas de gobernabilidad terminen llevando, en el plazo de no más de un año, a la presentación de mociones de censura en las localidades donde la inestabilidad sea peor.

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