Rivera usa a Garrido para golpear a Casado a cuatro días de las elecciones

El presidente del PP se enteró por la prensa de la «traición» de su número cuatro a las europeas, que el lunes juró su candidatura a Bruselas

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Garrido y Casado, juntos, en el homenaje a Gregorio Ordóñez en Madrid de enero ÁNGEL DE ANTONIO

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El último debate electoral había dejado «muy buenas sensaciones» en el equipo de Casado, que no se imaginaba la traición y la puñalada que estaba preparando Ángel Garrido, con la colaboración de Ciudadanos. El líder del PP llegó a Sevilla sobre las 12.30, rebosante de satisfacción por el resultado global los dos debates, sin tener ni idea del fichaje de Garrido como número 13 de Ciudadanos para la Comunidad de Madrid. La prensa se enteró antes que él. Cuando tuvo confirmación de lo que estaba ocurriendo, porque le narraron en directo la rueda de prensa conjunta de Garrido con Aguado, se tragó en público lo que pensaba y subrayó que de preocupación, nada. «Esto se volverá en contra de Ciudadanos».

Minutos antes, justo cuando Casado lanzaba un «¡Viva Andalucía!» y un «¡Viva España!» parar cerrar el acto electoral de Sevilla, ante unas 700 personas, empezaron a llegar a los móviles los primeros rumores sobre el fichaje de Garrido por Ciudadanos. La primera reacción del equipo de Casado fue negarlo. El expresidente de la Comunidad, que se presenta como número cuatro del PP para las elecciones europeas, no había hablado con el presidente nacional ni con nadie de la dirección. Y como pudieron comprobar, tampoco con su equipo. De hecho, el entorno de Casado no consiguió comunicar con él y al llamar a sus colaboradores, estos confesaron que no les cogía el teléfono ni contestaba sus mensajes.

La sorpresa en la sede de Cs también fue mayor. El partido había convocado una rueda de prensa del secretario general, José Manuel Villegas, pasado el mediodía, pero minutos antes de la hora marcada, las 13.30, el guion cambió. Ya no iba a comparecer el número dos de Rivera , sino el candidato liberal a presidir la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado. No salió solo; le acompañaba muy de cerca Garrido, y fue Aguado quien anunció el fichaje.

De improvisación, sin embargo, había poco. Varios trabajadores se asomaban expectantes al set de prensa desde los cincos pisos de la sede. Garrido afirmó que ganando Cs -ese partido al que tachó de «populismo pop»- gana la Comunidad de Madrid, y en ese momento arrancó una estruondosa ovación y gritos de «¡Vamos! Ciudadanos». En la escena, había un testigo de excepción: Villegas observaba todo desde la primera planta de la sede con una sonria de oreja a oreja. Fuentes del partido señalan que a Aguado simplemente se le informó y que fue el secretario general el que cuajó toda la operación. Sin embargo, desde la Ejecutiva lo niegan y aseveran que fue algo movido a nivel autonómico sin intervención de Rivera. La dirección, dicen, solo dio el visto bueno.

Casado se enteró sobre la marcha, cuando se dirigía a conversar unos minutos con la prensa. Su equipo le retuvo y le informó de los datos que iban llegando de Madrid. Al otro lado del teléfono, el secretario general confirmaba que no tenía ninguna noticia de Garrido. Al mismo tiempo, empezó la rueda de prensa con Aguado , y el tono de voz de todos bajó de forma notable. Como para redondear la escena, un extraño olor a quemado de procedencia desconocida se extendió por la sala.

Todo fue extraordinariamente raro y excepcional. En la dirección nacional del PP confirmaron que Garrido estuvo el lunes en Génova para firmar su declaración jurada de aceptación como número cuatro del PP para las elecciones europeas. El documento tenía fecha de 16 de abril, pero lo firmó el lunes 22. La candidatura se publicó en el BOE. El expresidente volvió a la sede nacional del partido el martes por la tarde. No dijo nada a nadie, ni media palabra sobre sus intenciones.

La noticia fue una sorpresa para Casado. Se le vio dolido por lo que uno de sus asesores calificó de «traición en toda regla», pero puso buena cara. «Nada de preocupación, estamos hablando en campaña de salvar España, no del número 13 de Ciudadanos», comentaron fuentes próximas al candidato del PP. Casado quitó hierro a una fuga que en el PP creen que retrata al protagonista, pero también a Albert Rivera : «Para fiarse de él...»

Solo unos días antes, Garrido posó sonriente con el resto de candidatos a las europeas junto al presidente nacional. Él fue uno de los pocos a los que Casado preguntó qué quería hacer, dónde quería estar. Ya sabía que no repetiría como candidato a la Comunidad de Madrid, pero le propuso ir al Congreso o al Senado . Garrido pidió ir a las europeas entre los cinco primeros puestos, según las mismas fuentes. Es el cuarto. Solo dos días antes juró su candidatura por escrito. En cualquier caso, en el equipo de Casado se subraya que Garrido, que apoyó a Cospedal en las primarias, no formaba parte del nuevo proyecto y era bien conocida su pésima relación con el presidente del PP de Madrid, Pío García-Escudero.

Antecedentes

En el entorno del líder popular creen que más allá del impacto inicial, Ciudadanos será el que sufra más los daños, y recuerdan los casos de Silvia Clemente en Castilla y León o José Ramón Bauzá en Baleares. En poco tiempo, otros antiguos dirigentes que se habían quedado sin relevancia política y sin ningún protagonismo cambiaron de chaqueta y anunciaron su marcha a Ciudadanos o Vox. Es el caso de los ediles Íñigo Henríquez de Luna o Fernando Martínez Vidal , que se han pasado al partido de Abascal. «Ninguno de ellos son del equipo de Casado», subrayan en Génova, donde cree que si unos se van a Vox porque ven al PP «derechita cobarde» y otras optan por Ciudadanos porque creen que el partido se ha radicalizado, «entonces es que realmente somos el centro derecha».

En Génova creen que el daño a la campaña es minúsculo, sobre todo porque es tal el volumen de vídeos, audios y documentos escritos que dejan en evidencia a Garrido ante su repentino cambio de chaqueta que la jugada «solo puede salirle mal».

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