Abascal acusa a la Generalitat de permitir ataques a Vox
El PP exige al PSC que demuestre su voluntad rompiendo los pactos locales con ERC y Junts
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El presidente de Vox, Santiago Abascal, ha acusado a la Consejería de Interior de la Generalitat, responsable de los Mossos d’Esquadra , de permitir «ataques» contra los dirigentes de su partido en varios mítines celebrados en los últimos días en Cataluña. Abascal anunció además su intención de llevar a los responsables de los incidentes y al consejero catalán de Interior, Miquel Sàmper (Junts), a los tribunales y a la Junta Electoral Central.
Según destacó el líder del partido, la Generalitat es «cómplice» de los que intentan impedir sus actos en el marco de la campaña electoral para el 14-F . Abascal se refirió así a la supuesta inacción de la Policía catalana un día después del acoso vivido en Vic (Barcelona) por parte de radicales independentistas que acabó con dos simpatizantes de la formación política agredidos. En esta ciudad catalana, Ignacio Garriga y Javier Ortega Smith tuvieron que salir escoltados fuertemente y sus vehículos fueron embestidos. Varios agentes de los Mossos resultaron también heridos.
«No cederemos ni un palmo de Cataluña, no cederemos ni un ápice de nuestra libertad... Usan la violencia porque ha sido impune y ha tenido recompensa en España», apuntó Abascal durante un acto celebrado ayer en Salt (Gerona), respondiendo así a lo sucedido en Vic y al lanzamiento de objetos (fruta, huevos y piedras) que recibía, precisamente, él mismo en ese mismo instante.
Los Mossos d’Esquadra intervinieron contra algunos de los manifestantes que intentaban impedir el acto político, aunque el operativo no fue suficiente para Abascal, que expresó su queja al jefe del operativo de la Policía autonómica. Al margen del acoso en Salt y Vic, Vox llevó a cabo mítines en otras poblaciones catalanas del cinturón barcelonés. Y también en el Valle de Arán (Lérida). Este lo protagonizaron Garriga, candidato a la Generalitat, e Iván Espinosa de los Monteros. Garriga señaló que, desde su punto de vista, lo sucedido en Vic es consecuencia de las políticas de «la mafia separatista y la izquierda» permitida por «los sucesivos Gobiernos de la Nación».
Sin «tripartito ni ‘‘procés’’»
En Gerona estaba también la comitiva del PSC, que celebró un acto a puerta cerrada con la participación de su candidato, Salvador Illa , arropado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro Miquel Iceta. Desde este emplazamiento, antaño bastión socialista pero ahora uno de los feudos del independentismo «puigdemontista», Illa prometió que no formaría un nuevo tripartito.
«Una nueva etapa sin bandos ni bloques . Pido el voto a los que quisieron cambio en 2017, esta vez sí, nosotros no os abandonaremos, vuelvo para quedarme», reiteró, una vez más, el exministro de Sanidad en clara referencia a Cs e Inés Arrimadas. «Ni habrá tripartito, ni habrá ‘‘procés’’, ni habrá independencia ni dependencia, pido que votéis sin etiquetas», zanjó.
Tras él, Sánchez cargó contra quienes dicen que la unidad territorial está en riesgo en Cataluña. «El 14-F están en juego distintas cosas según el candidato que hable. Según los independentistas, declarar la independencia, pero ni ellos mismos se lo creen. Luego están las derechas, la derecha y la ultraderecha, que dicen que aquí está en juego la salvación de España. Siempre está en juego la salvación de España, ¿no? Ni ellos mismos se lo creen. Lo que está en juego es otra cosa: si Cataluña sigue en el declive o pasa página», resaltó el presidente del Ejecutivo antes de ensalzar la labor de Illa al frente del Ministerio de Sanidad durante la pandemia.
«Han vuelto a mentir»
Las palabras de Illa fueron rápidamente constestadas por el presidente del PP, Pablo Casado , que pasó también este domingo por Cataluña para encabezar el acto central de los populares de la mano –telemática– de «barones» del partido como los presidentes de Galicia y la Comunidad de Madrid, Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso, respectivamente.
«Han vuelto a decir que no habrá tripartito, han vuelto a mentir», aseveró Casado tras recordar los lazos y pactos entre socialistas e independentistas, que gobiernan juntos en hasta cuarenta ayuntamientos catalanes y en la Diputación de Barcelona.
«Sánchez está en la Moncloa gracias a ERC y Junts. Las mentiras que dice, como que no va a pactar, son igual de sangrantes que cuando Sánchez dijo que le quitaba el sueño pactar con Iglesias o que nunca pactaría con Bildu o los independentistas», señaló el líder de la oposición en el Congreso tras reclamar, junto al candidato popular, Alejandro Fernández, una prueba tangible de la promesa de Illa de alejarse de los partidos soberanistas.
Así, Casado pidió al PSC que rompa los gobiernos municipales que comparten con ERC, Junts y hasta la CUP en decenas de poblaciones. «Si no, es tomar por tontos a los catalanes y al resto de los españoles», zanjó.
Otegi apoya a ERC
Ajenos a la riña entre constitucionalistas, Junts y ERC prosiguieron su particular batalla por imponerse dentro del bloque independentista tirando de sus respectivos «amuletos». Los de Puigdemont echaron mano, una vez más, del expresidente y actual eurodiputado. Por su parte, los republicanos se echaron en brazos de Arnaldo Otegi, que se desplazó hasta Gerona.
«Si nosotros no vamos, ellos vienen», indicó el dirigente de Bildu emulando un viejo lema del PSC. Junto a Otegi, Junqueras pidió a los catalanes que no le dejaran abandonado el 14-F. «No nos dejéis solos. Nosotros no lo hemos hecho nunca, nunca os hemos dejado solos», afirmó.
Puigdemont atacó a Illa recuperando las declaraciones recientes del ministro ruso de Exteriores (que mencionó a los presos del 1-O, en una rueda de prensa junto al Alto representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell). «Ambos son protagonistas de una DUI: tienen en común la “Declaración Unilateral de Incompetencia”’», ironizó.
Finalmente, ayer se estrenó Quim Torra en un mitin electoral a favor de Laura Borràs (Junts). El expresidente de la Generalitat, inhabilitado recientemente, criticó lo que definió como falta de «unidad antirepresiva» ante la investigación judicial contra Borràs por un supuesto caso de corrupción.
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