Elecciones Andalucía

La derrota del PSOE en Andalucía allana el camino de Feijóo hacia La Moncloa y evidencia un cambio de ciclo

El trasvase de 300.000 votos socialistas al PP, clave de la victoria histórica de Juanma Moreno

Los resultados de Ciudadanos anticipan su desaparición

Juan Espadas en la sede del PSOE andaluz valora los resultados del 19-J EP
Gonzalo Zanza

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Alberto Núñez Feijóo logró el aval a su proyecto moderado de centro-derecha para España: una victoria histórica en Andalucía, comunidad fundamental para llegar a gobernar desde La Moncloa. La mayoría absoluta de Juanma Moreno respalda un proyecto que nació desde la destrucción del PP que había construido Pablo Casado y que se ha consolidado en tan solo dos meses. El PP, con Moreno como protagonista y Feijóo como gran beneficiado, ha demostrado lo que sólo había conseguido José María Aznar: confirmar que el PP puede apoderarse del centro político sin renunciar a ser un partido de derechas. Y, además, recortar por primera vez el paso a Vox , que ve como su proyecto de gobernar desde gobiernos de coalición en las instituciones se frena tras su éxito en Castilla y León. El pésimo resultado del PSOE representa la cuarta derrota electoral de la formación que lidera Pedro Sánchez desde su llegada a la Presidencia del Gobierno, solo salvado por sus buenos resultados en los comicios autonómicos de Cataluña.

Pero la mayoría absoluta que el PP ha logrado en Andalucía también tiene una lectura casi inversa que evidencia que el cambio de ciclo electoral en España ya es una realidad. Los resultados en Andalucía muestran el deterioro del proyecto cesarista de Pedro Sánchez para el PSOE . Por una parte, pierde por segunda vez el control de la comunidad autónoma con mayor población de España. Por otra, su derrota se basa en el trasvase de unos 300.000 votos, según el cómputo del presidente de GAD3, Narciso Michavilla, anteriormente fieles a sus siglas hacia el PP. Ese traspaso de voto demuestra el hartazgo de parte de la población con la política de pactos del Gobierno sanchista con los independentistas catalanes y vascos, y con la política que desde la Administración central se está practicando.

La derrota del valido de Pedro Sánchez, Juan Espadas , con un resultado aún peor que el cosechado por la defenestrada Susana Díaz (el peor en la historia electoral socialista en Andalucía) evidencia también los problemas que el también secretario general del PSOE puede tener en los próximos meses con sus federaciones territoriales. Desde Moncloa impuso como candidato al alcalde de Sevilla, a pesar del rechazo que su nombre provocaba en varias provincias andaluzas y del escaso conocimiento que su nombre tenía entre los votantes andaluces. El dirigismo del equipo de Pedro Sánchez sobre federaciones de la importancia de Andalucía puede llevar al reforzamiento de las posiciones críticas de barones como el aragonés Javier Lambán o el castellano-leonés, Emiliano García-Page.

La derrota de Ciudadanos demuestra que su camino hacia la desaparición del espacio político español es inevitable. Su candidato, Juan Marín, no ha podido obtener representación parlamentaria y deja al partido de Inés Arrimadas en la disyuntiva de una desaparición ordenada o de su disolución después de las próximas elecciones generales, a casi 15 meses de distancia si no se produce un adelanto electoral. El electorado andaluz, como posiblemente haga el resto de españoles en las comunidades autónomas donde dentro de 11 meses se celebrarán elecciones autonómicas y municipales, ha optado por trasladar su voto al PP. Primero porque el votante ha visto, posiblemente, en el PP el partido moderado que buscaba, liberal en lo económico pero respetuoso con los valores del Estado de bienestar. Y, segundo, porque con su voto, se impedía que Vox siguiese avanzando electoralmente y condicionando, como ha ocurrido en el gobierno de Castilla y León, la acción de su Ejecutivo autonómico.

Los 14 escaños que ha logrado Vox, sólo dos por encima de los logrados hace cuatro años, muestran que la potencialidad de la formación de Santiago Abascal sufre una derrota. Su estratégica apuesta por Macarena Olana, su principal voz e imagen en el Congreso de los Diputados, no ha tenido el resultado que buscaba: condicionar las políticas de Juanma Moreno desde el Palacio de San Telmo, entrando, como en ocurre en Valladolid con el gabinete de Alfonso Fernández Mañueco, en un ya imposible gobierno de coalición. Además, el débil resultado de Vox muestra que una parte del electorado está dispuesta a cambiar su voto a favor del PP si eso impide el acceso de los de Abascal a posiciones de gobierno.

Pero la victoria del PP tampoco oculta que los problemas en la izquierda española no sólo residen en el PSOE. El nuevo proyecto electoral de la vicepresidenta Yolanda Díaz fracasa tanto por no tener un liderazgo claro en Andalucía como por los problemas que debido a las luchas internas en su configuración impidieron que el nombre de Podemos (el principal activo) no figurase dentro de la coalición Por Andalucía. Los cinco escaños que ha logrado en el Parlamento andaluz, que se unen en su orientación ideológica a los dos de su antigua aliada Teresa Rodríguez, son menos de la mitad de los que logró hace cuatro años.

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