Anécdotas a pie de caravana electoral: Humanizando líderes

De forma premeditada o espontánea, los candidatos han protagonizado minutos de gloria durante estas dos semanas

Casado, durante una visita a la Feria Zamora Rural Efe

V. R. A. / M. C. / J. C. / G. C.

Una campaña electoral da para mucho. Aunque se haya tratado de una campaña atípica, en mitad de una Semana Santa y desdibujada entre tantos y tantos actos desarrollados a lo largo de meses de intensidad política como los que se vienen viviendo en España desde la repetición de comicios de 2015 y 2016. Con todo, los candidatos han dejado un buen número de anécdotas que unas veces les humanizan y siempre les retratan. Estas son algunas de ellas.

La señora del chef Sánchez

Pedro Sánchez ha desarrollado una campaña lineal, con poca exposición mediática y en la que los actos sectoriales o los tradicionales paseos han sido más bien reducidos. Mucho mitin. En ellos, el presidente del Gobierno ha hecho gala de una de las características del sistema educativo español: su sesgo memorístico. En más de una ocasión le ha jugado alguna mala pasada repitiendo en el mismo mitin alguna consigna que había dicho ya unos minutos antes.

La campaña empezó con grandes hits humorísticos como este: «¿Os acordáis de los tres tenores? Pues estos son los tres temores con M de miedo». Empezó también muy fuerte Sánchez con sus elogios a la gastronomía local. Como su política territorial, para Sánchez lo bueno de la gastronomía española es la suma de la gastronomía de cada lugar. Empezó arriesgando con una mención al arroz de Castellón. Hoy se comprobará cuántos votos le cuesta tal atrevimiento en Valencia o Alicante. En Vigo el marisco, en Las Palmas de Gran Canaria las papas arrugas. Y en Vigo el marisco.

Llegamos a San Sebastián y Sánchez se fue de vinos por la parte vieja, en su acto más espontáneo de la campaña, aunque no exento de preparación por motivos de seguridad. Y no hubo mención gastronómica alguna. El candidato-presidente se había percatado de la guasa y quiso ponerle fin. Se le transmitió la decepción y se lanzó a mencionar las anchoas en Santander o la fabada en Asturias , haciendo caso a su líder regional, al que le rechina el protagonismo pop del cachopo que se tiene en la capital.

En Leganés hubo una señora que dijo sentirse mejor de sus problemas de cadera tras un beso del presidente. Se desconoce si es la misma mujer mayor de 52 años que ha seguido a Sánchez por toda la península para agradecerle la recuperación del subsidio. Hemos sabido de ella en Castellón, Valencia, Tenerife o Las Palmas. En todas esas ciudades se produjo ese encuentro, siempre en el momento anterior al arranque del mitin. Con todo lo que Sánchez presume de estos diez meses en el Gobierno y que siempre le den las gracias por lo mismo. Ya es casualidad.

Casado «multiusos»

En nueve meses al frente del Partido Popular, Pablo Casado ha recorrido 155.143 kilómetros, como cinco vueltas a España y casi como cuatro vueltas al mundo. Ha participado en 177 actos y en 388 actividades públicas. El primer día de la campaña electoral, en Vitoria, los periodistas le preguntaron qué tomaba para aguantar ese ritmo. «Juanola s» y un colutorio extrafuerte que le regaló un locutor de radio y que le deja la garganta casi sangrando, pero como nueva, dijo. Y cuando no estaba hablando en público, una bufanda, que no le ha abandonado en toda la campaña.

A Casado se le ha visto con una ovejita en brazos, en la cocina preparando platos típicos de Cantabria en el pueblo de su abuela, procesionando como nazareno en Ávila en Semana Santa o pintando una vespa. «¡Este candidato vale para todo!», comentaban en su equipo. También ha presumido de tener un clara influencia política anglosajona, y de ahí viene su costumbre de no utilizar ni un solo papel cuando sube a la tribuna del Congreso o al escenario de un mitin. Puede estar una hora hablando con un discurso coherente sin mirar una ficha o una chuleta. Nada.

De esta campaña será inolvidable que si Sánchez tiene su Falcon, el equipo de Casado ha disfrutado de su «Falconeta» , un vehículo de siete plazas en el que el candidato y su equipo más cercano han hecho muchos kilómetros por toda España.

Ciudadano Rivera

En quince días de mítines, es imposible que todo salga perfecto. Sara Giménez en Sevilla y Albert Rivera en Valencia fueron traicionados por sus micros, pero salieron al paso: una dando palmas al más puro estilo flamenco y otro, con el público como aliado, coreando el «¡Vamos! Ciudadanos» que les ha acompañado toda la campaña. Aunque, si bien es cierto, el grito del lema no era el punto fuerte del presidente liberal. Así se lo recordó Javier Imbroda en Málaga pidiéndole «más energía», ante lo que Rivera respondió con una sonrisa y una promesa: «Estoy ensayando».

Energía le sobra a Edmundo Bal, «estrella de rock» que se convirtió en la pesadilla de los técnicos de sonido. Nunca sabían cuándo iba a elevar el tono para levantar a los asistentes de sus asientos, así que en Valencia optó por «susurrar» a propósito para advertirles de que preparaba la traca final.

En una caravana también hay tiempo para relajarse, y así lo demostró Rivera subiéndose al autobús de prensa en el viaje a Valladolid . Eso sí, antes hizo parada en una gasolinera, donde acabó prácticamente con las existencias de chucherías, galletas y dulces. Ni los casi cuarenta periodistas que viajaban ese día en el autobús arramplaron con todo. Los informadores tampoco están exentos del anecdotario. En el trayecto de Alicante a Barcelona el tren en el que viajaban el pasado fin de semana se detuvo por las fuertes lluvias y, tras horas de espera sin solución, les obligó a completar la odisea en taxi desde Castellón. Ni eso enturbió un ambiente inmejorable entre ellos.

Iglesias, el de la Constitución

En las dos semanas de campaña Iglesias no se separó en ningún momento de una edición de bolsillo de la Constitución y durante su ruta por el país fue leyendo sus artículos. Forma parte de su estrategia para acusar al PP y Cs de no cumplir con ella por muy «constitucionalistas» que digan ser. No obstante, el candidato de Podemos enarboló durante un acto en Las Palmas de Gran Canaria la bandera independentista de las islas , desde 1964 la del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC), pero que luego fue adoptada por el nacionalismo local.

Puro Abascal

Santiago Abascal explicó durante un mitin en Granada que la gente se le acercó estos días para regalarle estampitas de santos, vírgenes y hasta rosarios. «A veces me las encuentro en los bolsillos y no se como han podido ir a parar allí» , bromeó el líder de Vox. Y explicó que ese día llevaba puesto el escapulario con el Sagrado Corazón de su abuelo, el Cristo de la Buena Muerte legionario, la virgen de Covadonga y la cruz de San Benito. En otro momento, el candidato de Vox se burló de la retirada del cuento de Caperucita Roja de un colegio de Barcelona por ser supuestamente sexista. «Mandan a la niña hacer la compra y no ser astronauta», «lleva falda y no pantalón, claro», «el lobo es el malo y eso también molesta a los animalistas», ironizó Abascal en Asturias, mientras el público aplaudía entre risas.

Ante la Universidad de Comillas, el número tres del partido, Iván Espinosa de los Monteros, protagonizó un episodio que dio la vuelta a España cuando una periodista de Cuatro televisión le interrumpió y él espetó. «No moleste, Cuatro». La frase rápidamente se viralizó tanto que los simpatizantes de Vox han hecho con ella camisetas y pegatinas.

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