Ian Read, presidente de Pfizer
Ian Read, presidente de Pfizer - REUTERS

Revuelta política en EE.UU. contra la huida de impuestos de Pfizer

Aluvión de críticas desde Clinton a Trump pero sin visos de acuerdo para cambiar el código tributario

Corresponsal en Nueva York Actualizado: Guardar
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En julio de 2014, Barack Obama declaró la guerra a las llamadas «operaciones inversas» por las que muchas empresas estadounidenses adquirían compañías en el extranjero para tributar fuera del país. El presidente lo llamó «antipatriótico», propuso evitarlo, modificar el código tributario para reducir la carga impositiva a las empresas y simplificar los impuestos.

Casi un año y medio después, la fusión entre la estadounidense Pfizer y la irlandesa Allergan -motivada en buena parte para que Pfizer se mude a Dublín y padezca una menor presión tributaria- muestra que se está muy lejos de controlar la huida corporativa a países con mejores condiciones fiscales.

La Administración Obama impulsó cambios, como las nuevas normas presentadas la semana pasada por el departamento del Tesoro para limitar este tipo de operaciones, pero no han podido evitar el escape multimillonario de impuestos que supondrá la fusión entre los dos gigantes farmacéuticos.

Los expertos fiscales de EE.UU. coinciden en que la operación de fusión es legal desde el punto de vista de las normas del Tesoro.

En la arena política, sin embargo, lo legal puede estar muy lejos de lo deseable, y la fusión ha desatado un aluvión de críticas sobre todo desde el partido demócrata, pero también de miembros republicanos. Una operación que permite una fuga indiscriminada de recaudación fiscal es una presa fácil para los candidatos en campaña para las presidenciales del año que viene. El que está más a la izquierda del espectro político, el socialista Bernie Sanders, lo calificó de «desastre», criticó que se permita que «otra gran empresa estadounidense oculte sus beneficios en el extranjero» y exigió que la Casa Blanca «pare la fusión». La gran favorita demócrata, Hillary Clinton, acusó a Pfizer de querer ahorrarse «la parte que le toca» de impuestos y propuso actuar «sin retraso para evitar las operaciones inversas que perjudican nuestra base impositiva».

Un aliado improbable de los candidatos demócratas en este asunto fue el contendiente republicano que encabeza las encuestas, Donald Trump. El polémico multimillonario aseguró en un comunicado a «Business Insider» que «el hecho de que Pfizer abandone nuestro país con una pérdida tremenda de puestos de trabajo es asqueroso» y añadió que «nuestros políticos deberían estar avergonzados».

Fue el único candidato presidencial republicano en dar su opinión, aunque otros, como el senador Marco Rubio, ya habían hablado del asunto cuando la operación era todavía un rumor. «Podemos protestar todo lo que queramos sobre lo antipatriótico que es y lo enfadados que estamos», dijo, pero justificó una operación así porque «están obligados legalmente a conseguir el máximo beneficio para sus accionistas, siempre que lo hagan de forma legal». Lo que pedía Rubio es que se reformara el código tributario, algo que todo el espectro político apoya, pero en lo que parece imposible encontrar un acuerdo.

En realidad, esa era la apuesta de Pfizer: sabía que las nuevas normas del Tesoro no podían parar su fusión y que una reforma importante del código tributario no parece posible en un Congreso dividido y en medio de unas elecciones presidenciales. Si se logra un acuerdo político sobre el impuesto para sociedades cuando haya un nuevo presidente el año que viene, será demasiado tarde: la operación de Pfizer ya se habrá ejecutado y disfrutará de las ventajas fiscales de residir en Irlanda.

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