ENTREVISTA

José María Roldán: «La recuperación está dejando fuera a capas de la sociedad»

La Asociación Española de Banca (AEB) urge a los Estados miembros de la UE a permitir el movimiento de depósitos entre países europeos para fomentar las fusiones transfronterizas

El presidente de la AEB, José María Roldán BELEN DÍAZ
Moncho Veloso

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La gran banca eligió hace cuatro años a José María Roldán para representar sus intereses desde la Asociación Española de Banca (AEB) en un momento de bajísima reputación entre la sociedad y raquítica rentabilidad. «Las cosas han sido más complejas de lo que yo hubiera pensado», admite tras ser reelegido en el cargo para cuatro años más, tiempo en el que las entidades afrontan grandes desafíos pese al buen momento del ciclo económico.

–¿Qué valoración hace de sus primeros cuatro años al frente de la banca?

–Había una necesidad de alinear el funcionamiento de la asociación a las transformaciones que han sufrido los bancos, y hemos ido a espacios más eficientes y hemos hecho una organización más horizontal y más capaz de reaccionar rápidamente. Respecto al momento en que entré, las cosas han sido más complejas de lo que yo hubiera pensado. Quizá nos ha pasado durante toda la crisis: pensamos que la crisis iba a ser corta y fue larga; que la salida de la crisis iba a marcar el final de los problemas y no, porque los bancos han salido de ella en un entorno de negocio y social muy complejo. Esto ya no es la crisis, es la nueva normalidad, pero es una nueva normalidad que es tan compleja y obliga a estar tan pendiente como en los años de la crisis. No significa que no haya habido mejoras: las ha habido en la situación del sector y en su percepción y reputación por parte de la sociedad, pero estos cuatro años han sido más complejos de lo que yo hubiera pensado al llegar a la AEB. La transformación digital era hace cuatro años algo que algunos bancos habían identificado y otro no tanto, no dejaba de ser un tema parcial, tanto desde el punto de vista de áreas geográficas como dentro de España. Hoy impresiona que todos los bancos en todas las zonas del mundo son conscientes de que esto es fundamental, es un desafío y una oportunidad y si no eres capaz de acometerla vas a acabar teniendo problemas en tu modelo de negocio.

–¿Qué metas se fija para este nuevo mandato?

–Vamos a seguir viviendo tiempos interesantes. Algunos elementos claramente están mejor: somos entidades más solventes y más líquidas, la rentabilidad se está recuperando poco a poco, pero también vivimos en un mundo más complejo, por ejemplo el de la unión bancaria europea. Esta unión va a suponer una oportunidad de expansión, pero también una necesidad de competir con otros actores que cada vez van a ser más internacionales. Además, tenemos que afrontar la transformación digital y seguimos teniendo entorno un político muy volátil. Desde el punto de vista de la regulación, ya tenemos una idea clara del libro de reglas posterior a la crisis que tenemos que aplicar, pero ahora toca aplicar muchas de esas normas. En definitiva, nuevos desafíos con cosas que mejorarán, como la normalización de los tipos de interés, pero nuevos desafíos que ahora no tenemos identificados.

—¿Y cómo valora la evolución de la economía española?

La evolución es muy positiva. Estamos en proceso de recuperación consistente, que está creando empleo de forma muy potente, quizá un empleo que no es de la calidad que nos gustaría, y además crecemos sin generar desequilibrios: ni burbujas financieras ni inmobiliarias, manteniendo la competitividad y el superávit por cuenta corriente. Es un crecimiento saludable, pero no es suficiente a largo plazo. Tenemos que seguir siendo ambiciosos como país y pensar qué reformas estructurales podemos hacer para mantener y mejorar ese crecimiento económico y que ese empleo sea de mayor calidad, por ejemplo invirtiendo en investigación y desarrollo y en formación de capital humano.

–¿Hay un problema de bajos salarios en España?

–En todo el mundo hay dudas sobre la naturaleza de la recuperación económica. Tenemos una recuperación económica que es importante, pero parece que está dejando fuera a capas de la sociedad, bien porque no logran acceder a un empleo bien porque el empleo al que acceden no tiene la calidad que teníamos antes de la crisis. No es un fenómeno español, es global y afecta a la población joven de manera más intensa y es una reflexión que tenemos que hacer. Hay que evitar esa sensación de frustración. Pero también hay que ser conscientes que es mejor tener una recuperación que no tenerla. Antes el problema que teníamos era cuándo iba a venir la recuperación económica y del empleo; ahora que la tenemos, queremos que sea de mayor calidad. Y está bien y es necesario hacerse esa pregunta, pero ya nos la podemos hacer porque hay recuperación.

–¿Pero cree que las empresas deben subir los sueldos?

–Eso dependerá de la situación de cada empresa. Es bueno que ese crecimiento sea de calidad, pero al mismo tiempo es bueno que la economía española mantenga la competitividad. Con el endeudamiento exterior de la economía español no nos podemos permitir no tener un superávit por cuenta corriente de manera consistente durante la próxima década. Para ello es fundamental mantener la competitividad, y para ello, dependiendo del sector, va a ser fundamental mantener unos costes laborales unitarios mejores para no perder mercados de exportación. Tiene que ser un análisis sector a sector y empresa a empresa.

–¿Y hay un problema de brecha salarial y ausencia de mujeres en puestos de responsabilidad ¿Sigue siendo la banca un mundo de hombres?

–No es un problema exclusivo de la banca, sino de la sociedad, que nos debemos tomar con la mayor seriedad posible. Es inaceptable que existan discriminaciones de sexo u otra razón que no sea el esfuerzo, la formación y la capacidad. En el sector bancario el problema está en los puestos directivos asociado a la maternidad. En los puestos por debajo de determinado nivel y en determinados segmentos de edad para todos los niveles no observamos problemas. Cuando la maternidad se produce hay una pérdida del tren de la carrera profesional. Debemos estudiar e intentar identificar qué se puede hacer para remediarlo. No es exclusivo de este sector, pero sí que es lo que hemos identificado en la banca de forma más clara, y todo lo que se haga en este terreno debe ser bienvenido. Debemos hacer mejor las cosas. Pero hay que recordar que este es uno de los pocos países en que hay mujeres en puestos directivos bancarios muy relevantes, y eso es un gran ejemplo para otros países y también para nuestro propio país, para que se vea que sí se puede y se debe crear las condiciones para que sí se pueda.

–Por ejemplo, con el nombramiento de una gobernadora al frente del Banco de España en junio.

–Es una posibilidad para avanzar en ese camino.

–A veces se culpa de la falta de I+D+i solo a que los gobiernos no destinan los recursos suficientes y se habla poco del esfuerzo del sector privado. ¿Es algo que está financiando la banca?

–Los bancos están en posición de financiar cualquier proyecto que tenga rentabilidad financiera y económica y que sea positivo para la sociedad, estamos para hacer esa labor y en estos momentos no hay ninguna restricción de liquidez que nos lo impida. La experiencia de los países más exitosos en I+D+i demuestra que cuando la inversión no es solo del sector público, sino que es del sector público de las manos de las empresas es más exitosa. No es solo una cuestión de coinversión, sino de identificación de proyectos viables, que no solo tienen una rentabilidad social sino que también pueden ser rentabilizados por el sector privado. Además, la banca es un sector muy intenso en el uso de la tecnología y tenemos la sensibilidad y los conocimientos necesarios para poder ayudar.

–El PSOE ha planteado un impuesto a la banca para pagar las pensiones. ¿Lo acabarían pagando los clientes?

–El envejecimiento de la población es un problema estructural, no derivado de la crisis. Y para problemas estructurales se deben buscar soluciones estructurales y con consenso político porque van a tener que ser aplicadas en decenas de años, durante las próximas generaciones. El sector bancario no es protagonista de ese problema estructural. Tendremos que contribuir a su solución, pero no hay un motivo por el cual el sector bancario tenga que hacer un esfuerzo mayor que otros sectores, sobre todo cuando nuestra rentabilidad aún no está en niveles que garantizan el atractivo para los inversores y la capacidad de competir en la unión bancaria.

–La gente percibe en el discurso de potenciar los planes de pensiones privados un interés particular de la banca y las aseguradoras.

–No lo es más allá de que los bancos serían los que pusiesen a disposición de los clientes esos productos. España tiene un problema de endeudamiento exterior muy importante. Tenemos que promover el ahorro a largo plazo para reducir ese endeudamiento y afrontar el envejecimiento de la población con mayores garantías. Es obvio que el sistema público de pensiones tiene límites, y si los tiene, por qué no incentivar las pensiones complementarias privadas, que es ahorro estable que no solo permite a la población hacer frente a esos desafíos del envejecimiento, sino que además permite ese descenso del endeudamiento exterior de la economía española.

–¿Cree que el sector ha recuperado la confianza de los clientes?

–Ha habido momentos en que la imagen del sector ha sufrido como consecuencia de la crisis y determinadas decisiones judiciales, pero la confianza de los clientes siempre la hemos tenido. El cliente debe entender que somos un sector que cree que el cliente es el valor fundamental, porque las relaciones con ellos son a medio y largo plazo, no es un sector que intente obtener ganancias a corto plazo, queremos que nos acompañe durante toda la vida. Tenemos que entender eso sí que los estándares que hay en estos momentos en cuanto a exigencia son mayores que hace unos cuantos años.

–Sin embargo, asuntos como las cláusulas suelo y los gastos hipotecarios aún están provocando una enorme litigiosidad.

–Estamos viendo ya probablemente los últimos momentos de esa litigiosidad que hemos vivido, ya no quedan grandes cuestiones. Muchas veces no somos conscientes de que si la litigiosidad se centra sobre un producto como el hipotecario, que es tan popular, el normal que el volumen sea mucho mayor.

–¿Cree que se sacará alguna conclusión de la comisión de investigación en el Congreso de los Diputados de la crisis financiera?

–No me corresponde a mí hacer esa valoración, pero creo que lo importante de estas comisiones es que se haga un análisis técnico que permita identificar los problemas que dieron lugar a ciertos aspectos de la crisis, para que en la siguiente crisis, que habrá una, no tropecemos dos veces en la misma piedra. Ese análisis técnico, de forense es el que me parece necesario; el otro, el contrafactual, es más complejo, decir qué se podía haber hecho y no se hizo.

–¿Qué tiene que hacer la banca española para recuperar una rentabilidad del 10% y que su cotización en Bolsa mejore?

–Hay cosas que dependen de los bancos y otras que no. De los bancos depende dar mejor servicio a los clientes, ser capaces de hacerlo de manera más eficiente con controles de coste y hacer esa transformación digital. Pero la normalización de los tipos de interés, que va a ayudar a las entidades, no depende de ellas, sino de los bancos centrales. Parece que vamos a ver una normalización de los tipos, pero más lenta de que hubiéramos esperado y además los tipos de interés de equilibrio van a ser menores que los que teníamos antes de la crisis.

–¿Habrá más ajustes de oficinas y empleo?

–En empleados el descenso está desacelerándose, pero en cierre de oficinas seguimos viendo una dinámica muy fuerte y no se puede excluir que el proceso de ajuste de sucursales continúe, sobre todo teniendo en cuenta que hay que acometer la transformación digital que viene.

–¿Y las fusiones son una vía para mejorar la rentabilidad?

–Son una de las soluciones, no la única, pero efectivamente esta industria es de rendimientos crecientes a escala y por tanto el tamaño ayuda. Eso no quiere decir que no haya la posibilidad de tener entidades especializadas, de pequeño tamaño locales o de tamaño medio con importantes capacidades de prestación de servicios. Huyamos del monocultivo bancario. Hay muchos modelos de organización, pero en una industria con rendimientos crecientes a escala, con una regulación cada vez más exigente, que tiene que abordar la digitalización y con unos costes fijos muy importantes, el tamaño va a a ayudar.

–¿Por qué no las hay aún a nivel europeo?

–Porque claramente estamos en una unión bancaria de derecho, pero no de facto. Los supervisores siguen poniendo pegas para que los depósitos en Bélgica sean usados para financiar pymes en Italia. Esa es la realidad de la unión bancaria a día de hoy. Hemos hecho muchos avances, pero siguen existiendo bolsas de liquidez y de solvencia atrapadas dentro de las fronteras de los Estados miembro. Hay normativas y actuaciones locales que no permiten esos movimientos. Somos una zona monetaria única, supervisado por una única institución y con una única autoridad de resolución, pero las fronteras nacionales perviven porque no permiten esos movimientos de fondos hacia los países en que hay más rentabilidad. Cuando eso se perfeccione veremos esas fusiones.

–¿Veremos pronto un Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) común?

–Pronto no, pero lo veremos. Hay ese espíritu de consenso para avanzar en ese fondo, pero estamos hablando de un proceso de medio plazo aunque el acuerdo política se produzca ya.

–¿Estuvo en riesgo la estabilidad financiera del país con la salida de depósitos de Cataluña tras el 1-O?

–No, fue un problema muy localizado en una región.

–¿Y esta normalizada la situación?

–Evidentemente no está normalizada políticamente, pero sí desde el punto de vista financiero: no hay distorsiones ni preocupaciones por parte de los inversores extranjeros, ya no está en su radar.

–¿Fue correcta la forma en que se resolvió el Popular? ¿Qué lecciones hay que sacar?

–Si pensamos en términos de estabilidad financiera, de que los clientes fueron capaz de seguir operando y de la no utilización de fondos públicos, dadas unas circunstancias que no son queridas ni buscadas, podemos estar satisfechos. También es cierto que hubo suerte que hubiese un comprador para ese banco. Tenemos que pensar qué podemos mejorar en ese proceso de resolución para evitar problemas en futuras ocasiones. La provisión de liquidez después de la resolución es el punto crítico a mejorar. La función de prestamista de última instancia hoy por hoy no puede ser con un banco en resolución; hay que buscar un mecanismo que permita financiar un banco en resolución, probablemente financiando la parte buena de ese banco, y separando el resto en un banco malo.

-El plan europeo de innovación tecnológica financiera de la Comisión Europea parece poco ambicioso: deja demasiadas regulaciones en manos de las autoridades nacionales y otras cosas promete estudiarlar y poco más. ¿No corremos el riesgo de perder el tren de la innovación financiera?

–Hay una reflexión que nadie ha hecho y cuál va a ser la regulación, la supervisión y el cumplimiento normativo en el mundo digital. Hay que hacer una reflexión más global y filosófica sobre ello, no se trata de más o menos regulación, sino de entender que la regulación, la supervisión y el cumplimiento normativo en un mundo digital van a ser totalmente distintos al mundo analógico en que vivimos. Es una reflexión que hay que hacer y el Banco Internacional de Pagos de Basilea es el organismo con una mejor posición para hacerla. Efectivamente Europa tiene que estar muy atenta porque podemos perder ese tren de la revolución digital. El fundador de Alibaba dice que la velocidad del cambio es tal que si te quedas fuera tres años es como si en el pasado hubieras perdido un siglo. Esa ambición europea debe existir sin renunciar a los valores europeos: es importante supervisar este mundo digital. La protección de datos, por ejemplo, es fundamental. Los bancos estamos sometidos a una normativa muy exigente y viene un reglamento comunitario al respecto también muy exigente. Es importante que no se pierda esa calidad.

–¿Podría un banco sufrir un robo de datos de millones de usuarios como el que afectó a Facebook?

–Nosotros protegemos muy bien la información de nuestros clientes. Por ejemplo se desconoce que nosotros no tenemos almacenadas las contraseñas de los clientes para entrar a sus servicios bancarios. Están perfectamente protegidos porque no hay un sitio donde se pueda entrar, romper el cristal y coger las contraseñas de los clientes, no las tenemos, tenemos un sistema de encriptación que lo impide. Es un botón que muestra la seriedad con que nos tomamos las necesidades de protección de los datos de nuestros clientes. Históricamente siempre hemos sido capaces de hacerlo.

–Sin embargo todas las entidades hablan de potenciar el “big data”, de explotar los datos de los clientes. ¿Es compatible una cosa y la otra?

–Claro. Y lo que decimos es que no tiene sentido que se pongan muchas restricciones a los bancos cuando no existen para terceros operadores. Como siempre decimos, a la misma actividad y los mismos riesgos, la misma regulación y supervisión. Pero se puede usar esa información preservando la privacidad de los clientes sin ningún tipo de duda.

–¿Le preocupa el mundo de las criptodivisas?

–No tienen las características fundamentales de la definición clásica de dinero: unidad de cuenta, medio de pago y depósito de valor. Pero por otro parte, es un fenómeno muy interesante que aún no entendemos perfectamente, pero que desde el punto de vista de aplicaciones prácticas y privadas va a permitir a los bancos hacer transacciones entre ellos y una agilidad y seguridad en pagos muy importante. La tecnología es muy interesante y ofrece muchas posibilidades muy interesantes.

–¿Pero no es una inversión arriesgada para el particular?

–La libertad debemos respetarla, pero es un mercado muy volátil del que se puede salir escaldado si no se entiende muy bien los riesgos que se están asumiendo.

–El Gobierno creará antes de verano una agencia de protección al consumidor financiero que podría tener capacidad para emitir resoluciones vinculantes para los bancos en caso de malas prácticas en la venta de productos.

–La vinculación de las decisiones en contratos entre partes solo corresponde a los tribunales. Que una autoridad administrativa pueda imponer decisiones vinculantes es muy difícil. Nosotros nos sentimos más cómodos con un sistema de arbitraje, que es además lo que marca la directiva de resolución de disputas. Lo importante es que esta nueva autoridad no tenga solapamientos con las autoridades actuales, el Banco de España, la CNMV y la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones, que no se creen duplicidades de competencia que generen conflictos que acaba pagando el sector administrado, en este caso la banca.

–¿Usted habla también de crear sistemas cooperativos entre las entidades en el mundo rural para evitar la posible exclusión financiera derivada del ajuste? ¿En qué consiste?

–No me corresponde decir cómo sería, pero al ver la experiencia de países con problemas de zonas remotas como Canadá y Estados Unidos, hay mecanismo de cooperación entre entidades que permiten proveer a estas zonas de servicios financieros y al mismo tiempo no incurrir en costes inasumibles para los bancos. Hay oficinas móviles, cajeros multimarca... Pero además tenemos que intentar que la opción digital sea una opción disponible para todo el mundo, también para el mundo rural, que no se quede fuera porque no tiene cobertura de redes o el conocimiento suficiente. Todo el mundo se siente muy cómodo cuando aprende a usar el mundo digital, es muy eficiente y fácil. Hay que evitar que eso no se pueda hacer porque no se tiene el acceso técnico a esas redes de internet.

–Ahí está el plan del Gobierno para llevar fibra óptica a todo el país.

–Efectivamente, es muy importante. Y ese plan tiene que venir acompañado con formación en el mundo digital.

–¿Debe el Estado acelerar la privatización de Bankia?

–Como contribuyente lo que deseo es que el Estado maximice el valor de recuperación porque en la medida en que lo haga minimizará el coste del rescate. No es fácil hacerlo y mi postura es dar un voto de confianza al Gobierno para que piense qué tiene que hacer.

–¿Está entre sus planes una fusión de la AEB y la CECA? ¿Qué beneficios tendría para el sector?

–Ahora todos somos bancos basados en estructurales accionariales y hay gran similitud de modelos bancarios al ser todas entidades comerciales. A diferencia de otros países con modelos bancarios muy heterogéneos, el modelo español es muy homogéneo, y desde ese punto de vista cuando defiendo los intereses de la AEB también estoy defendiendo los de la CECA. En ese contexto es donde tenemos que verlo: hay gran identidad de intereses y debemos pensar si podemos ser más eficaces organizándonos de otra manera. Un única voz tiene más potencia que dos voces, sin ninguna deuda.

–¿Al final Madrid y España serán capaces de acoger empresas que salgan de Reino Unido por el Brexit?

–Debemos ser modestos en nuestras ambiciones. Si lo somos, algo podremos lograr. Tampoco pensemos que esto va a ser el nuevo Londres. El parque de oficinas en Madrid ya es muy estrecho, está prácticamente completo; quizá es el momento de pensar qué necesita Madrid para seguir teniendo atractivo para el negocio internacional. Quizá, por ejemplo, sería bueno que se avanzase más en la Operación Chamartín.

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