EL QUINTO EN DISCORDIA

Política monetaria, nuevo gobierno y recuperación inmobiliaria

La opinión de José Ramón Iturriaga

El presidente del BCE, Mario Draghi REUTERS

José Ramón Iturriaga

Vientos de cambio en el BCE

En los próximos días se reúnen los responsables de los bancos centrales tanto en Europa como en Estados Unidos. Con mucha probabilidad los americanos volverán a subir los tipos de interés —y van cinco o seis subidas— mientras que de los europeos no se espera gran cosa por el momento. Sin embargo, es aquí, en Europa, donde se está jugando el partido en lo que a política monetaria se refiere. En los últimos días, distintas voces importantes han dado señales que se agotan las excusas y que hay que empezar a desandar el camino.

Y es que a los halcones habituales se van sumando otras voces. Quizá la más importante ha sido la del jefe del Servicio de Estudios del BCE, quien por primera vez ha transmitido que ya va siendo hora de levantar algo el pie del acelerador. La economía sigue creciendo a buen ritmo, la recuperación se empieza a trasladar a los salarios y la inflación se acerca al objetivo del banco central. «Keep calm», que dirían los británicos.

Aunque en los próximos días lo veremos, sí parece que el BCE podría mover ficha. Y que el banco central termine con los programas de compras o incluso suba el tipo de referencia en algún momento de los próximos meses, no es ninguna mala noticia. Hay que leerlo no como una vuelta a políticas monetarias restrictivas, sino como pasos en la dirección correcta, camino de la normalización de la política monetaria, una vez que se ha salvado la bola de partido.

El lío italiano no debería suponer un freno a este proceso, más bien todo lo contrario. Hace dos semanas vimos lo eficaz que sigue siendo la palanca de la prima de riesgo y cómo podría seguir siéndolo en caso de que fuera necesario. El mensaje para la clase política italiana es claro: el banco central empieza a levantar el pie del acelerador.

Nuevo gobierno

Las cosas van muy rápido en la política española. En pocos días hemos pasado de la sensación de zozobra inicial a un alivio tranquilizador, tras comprobar que no se ha roto nada durante el proceso y, lo que es más importante, que no debería romperse nada en lo que queda. Los primeros pasos se ajustan al guion. No hay ni tiempo ni apoyos para nada más que gestos de cara a la galería. La mejor muestra es la composición del Consejos de Ministros, todo un pistoletazo de salida para la larga campaña electoral que tenemos por delante.

Aunque sea muy pronto para anticipar nada, y pese a que haya sido por la puerta de atrás, creo que en la política nacional se está produciendo algún tipo de catarsis, lo que es una buena noticia. Es el primer paso para salir del encasillamiento en el que hemos estado los últimos tres años y que nos has impedido llegar a ningún tipo de acuerdos. El año y pico que pueda faltar hasta las próximas elecciones puede ser muy útil para terminar de pasar página a las consecuencias de la crisis económica y sentar las bases para seguir construyendo con la mirada puesta en el futuro.

Los primeros pasos del nuevo gobierno han sorprendido para bien, claro que no contaban con grandes expectativas. En cualquier caso, el margen de actuación es mínimo y el periodo de transición hasta las nuevas elecciones debería servir para que se cierren las heridas y se entierren algunos miedos.

No sé si ilusionante es como hay que definir este nuevo periodo, pero desde luego no es lo que algunos quisieron hacernos creer hace pocos días.

Inmobiliario: pocas dudas sobre su recuperación

Las dudas que pueda haber sobre el inmobiliario se resuelven analizando con un poco de detenimiento las principales cifras del sector. Así, a pesar del encasquillamiento mental como consecuencia del ruido, hay pocas dudas sobre la recuperación del sector inmobiliario. Desde las oficinas al residencial pasando por los hoteles y los centros comerciales o logísticos. El sector en su conjunto se está recuperando.

Además, para beneficio de los inversores, aún estamos en los primeros compases de esa recuperación. Muy muy lejos de una situación de burbuja. La mayor profesionalización de los distintos participantes -promotores y banca- hace que se pueda ser más optimista tanto con la duración como con la solidez del ciclo inmobiliario.

La subida de los precios –de compra, de venta y de alquiler– en algunas ciudades concretas hay que analizarla con mayor perspectiva que el simple incremento porcentual exclusivamente. Por un lado, hay que tener en cuenta la magnitud de la crisis que hemos vivido y el hecho de que llevemos diez años sin poner un ladrillo encima de otro. A lo anterior hay que añadir los cambios en los hábitos de vida. El teletrabajo, los vuelos de bajo coste o los alquileres vacacionales son nuevas dinámicas que afectan de forma estructural al sector residencial y, en cierta medida, aceleran la convergencia con otras capitales europeas.

En cualquier caso, no hay que olvidar los dos mitos que ha desmontado esta crisis: «·l precio de las casas no cae» y «alquilar es tirar el dinero». Por eso, y a pesar del enorme síndrome de Estocolmo que todos los españoles tienen con el ladrillo, debiéramos revisar nuestra forma de entender la inversión en el inmobiliario. Una cosa es la indudable recuperación que se está produciendo en el sector y otra muy distinta es que la forma de apostar por ella sea comprando ladrillo directamente.

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