Li Keqiang: «Mientras sigamos con la reforma y apertura, la economía china no sufrirá un aterrizaje duro»

El primer ministro lanza un mensaje de tranquilidad sobre la ralentización del gigante asiático al término de la reunión anual del Parlamento

CORRESPONSAL EN PEKÍN Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Tras la clausura de la Asamblea Nacional Popular, el Parlamento orgánico del régimen chino, el primer ministro, Li Keqiang, ha lanzado este miércoles un mensaje de tranquilidad sobre la ralentización de su país, que crece a su ritmo más bajo desde 1990. “Estamos seguros de que mientras sigamos con la reforma y apertura, la economía china no sufrirá un aterrizaje duro”, prometió Li ante varios cientos de periodistas en su única comparecencia anual ante la Prensa, donde todas las preguntas han sido pactadas de antemano.

Intentando despejar las dudas que la economía china genera últimamente en el mundo, el primer ministro aseguró que “es imposible que no cumplamos los objetivos marcados para este año”, que prevén un crecimiento de entre el 6,5 y 7%

. Aunque dicha cifra es la más baja desde hace un cuarto de siglo, insistió en que será suficiente para crear 13 millones de empleos urbanos, como ocurrió el año pasado. A pesar de su confianza, reconoció que “China se ha visto afectada por el flojo crecimiento global” y, además, está “en plena transformación de su modelo económico, lo que ha hecho aflorar “antiguos problemas estructurales que se han agudizado”.

Uno de ellos es la sobrecapacidad que sufren sectores tan importantes como el acero y el carbón, donde el régimen de Pekín pretende llevar a cabo una severa reconversión industrial que costará unos 1,8 millones de puestos de trabajo, según las estimaciones oficiales. A tenor de fuentes próximas al Gobierno consultadas por la agencia Reuters, podrían perderse entre cinco y seis millones de empleos. “Eliminar el exceso de su capacidad productiva garantizará el crecimiento sano y estable de dichos sectores”, señaló Li Keqiang, quien recordó que las autoridades cuentan con un fondo de 100.000 millones de yuanes (13.825 millones de euros), que se podría ampliar si fuera necesario, para ayudar en las recolocaciones de los trabajadores despedidos.

Para continuar adelante en la modernización de China, abogó por ahondar en las reformas que persiguen darle más peso al mercado y reducir las trabas burocráticas. Además, manifestó el apoyo del Gobierno central a las autoridades locales, algunas de ellas tan fuertemente endeudadas que están teniendo problemas para pagar sus pensiones.

En el ámbito internacional, el primer ministro confió en que “gane quien gane las elecciones en Estados Unidos, no cambien las relaciones bilaterales”. Un mensaje velado para el favorito a candidato republicano, el magnate Donald Trump, quien está haciendo campaña culpando a China de la pérdida de empleos en su país. Aunque Li Keqiang admitió “algunas diferencias agudas que no se pueden negar”, también dejó clara la interdependencia entre ambas economías porque “China ya es el primer socio comercial de EE.UU., con unos intercambios que el año pasado ascendieron a más de 560.000 millones de dólares (505.000 millones de euros)”. Por supuesto, la mayor parte de este dinero fueron exportaciones chinas, lo que disparó de nuevo el déficit comercial estadounidense.

En medio de las disputas territoriales con todos sus vecinos, sobre todo en las islas del Mar del Sur de China, el primer ministro hizo gala una vez más del “auge pacífico” que pregona el régimen de Pekín. “China necesita estabilidad interna y externa para proseguir con su desarrollo”, priorizó Li Keqiang, quien instó a todos los países de la región y a EE.UU. a “mantener la paz” pero reconoció que “es normal que a veces surjan diferencias”.

Buena prueba de ello son las difíciles relaciones diplomáticas con Japón, que, a su juicio, “han mejorado pero siguen siendo frágiles”. Dejando atrás las rivalidades del pasado, Li Keqiang apostó por “aumentar la cooperación tecnológica con Japón y con Corea del Sur para competir mejor en el mundo”.

De igual modo, lanzó un guiño a Rusia por su estrecha colaboración en materia energética, donde han aumentado las importaciones chinas de petróleo pero bajado su valor por la caída del precio del crudo.

Siguiendo con la agenda temática del régimen, Li Keqiang prometió “estabilidad, prosperidad y un futuro brillante” a Hong Kong, que en los últimos tiempos ha vivido bastante agitación política contra el creciente intervencionismo de Pekín. El primer ministro insistió en el respeto a la autonomía de la antigua colonia británica y al principio de “un país, dos sistemas”. Pero sus palabras se desdicen por las recientes detenciones de editores que publicaban libros críticos con el régimen y, tras desaparecer misteriosamente, reaparecían confesando sus delitos en la televisión china.

A pesar del cambio de Gobierno en Taiwán, la isla que permanece separada del régimen y donde un partido pro-independentista ganó las últimas elecciones, Li Keqiang garantizó que “mantendremos un trato preferencial para sus empresarios porque todos somos parte de una gran familia”.

Ver los comentarios