Italia se instala en la decadencia

El débil crecimiento, la inestabilidad, la crisis bancaria y la enorme deuda completan un panorama inquietante

CORRESPONSAL EN ROMA Actualizado: Guardar
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Analizando sus datos económicos, los italianos han tenido que dar en esta semana un salto atrás de casi 60 años y remontarse al 1959, cuando en el célebre Festival de la canción de San Remo triunfaba Domenico Modugno con «Piove (Ciao ciao bambina)», que resultó un clamoroso éxito mundial. El Instituto Nacional de Estadística italiano (Istat) ha confirmado que Italia cerró el 2016 con una tasa media de inflación negativa, situándose en -0,1%. Al mismo tiempo, el Fondo Monetario Internacional daba la voz de alarma: «Italia crece 5 veces menos que el resto del mundo», subrayaba el FMI, al tiempo que recortaba las estimaciones sobre su PIB para el 2017 y el 2018. En su «World Economic Outlook», el Fondo Monetario eleva sus cálculos para Estados Unidos, China y la Eurozona, con la excepción de Italia.

El suspenso para Roma es sonoro, el único entre los grandes europeos: Después del 0,9 del 2016, el PIB avanzará solo del 0,7 % en el 2017 y del 0,8% en el 2018. Son datos nada alentadores, teniendo en cuenta el ritmo de Alemania, Reino Unido y Francia, que crecerán el 1,5%, o España que en comparación con Italia va al galope: +2,3 % y +2,1 % en el citado bienio. «Me preocupa que Italia sea el único país junto a Grecia donde el crecimiento es inferior a los tipos de interés», advierte Lorenzo Bini Smaghi, presidente de Société Générale y exejecutivo del BCE.

Para colmo, en el pasado fin de semana el gobierno italiano recibía la mala noticia de que el país perdía su última «A» en el rating de las cuentas públicas: La agencia canadiense de calificación de riesgo DBRS rebajaba los bonos del Estado al nivel BBB, certificando «un aumento de los riesgos», a consecuencia de la incertidumbre política (el que Italia haya conocido desde el 2008 a cinco gobiernos -Silvio Berlusconi, Mario Monti, Enrico Letta, Matteo Renzi y Paolo Gentiloni-, los cuatro últimos sin salir de las urnas, crea en todo el mundo la sensación de un país sin rumbo).

La agencia canadiense era ya la única que había mantenido un juicio que hasta hace una semana daba a los títulos de Estado un valor en el «área A», el más elevado. La agencia, con sede en Toronto, destaca las incertidumbres sobre la capacidad política de los gobiernos italianos para realizar reformas estructurales. A este respecto, en todos los medios se destaca, como hace también DBRS, que el fracaso de Matteo Renzi en el referéndum del pasado 4 de diciembre sobre la reforma constitucional demuestra la incapacidad italiana para emprender reformas. En fin, la agencia canadiense, como hacen todos los expertos, destaca la debilidad del sistema bancario, un problema que se ve agravado por el débil crecimiento de la economía italiana, lo que comporta retrasos continuos en la reducción de la astronómica deuda pública (2,25 billones de euros, lo que representa casi el 135 % del PIB).

El recorte del rating tendrá efectos sobre las modalidades adoptadas por el banco Central Europeo para proceder al financiamiento de los bancos italianos, cuya situación sigue siendo delicada, según los expertos, aunque el gobierno aprobó en la víspera de Navidad un fondo de 20.000 millones de euros para salvar el Monte dei Paschi di Siena y otros bancos en dificultad. Precisamente este jueves, día 19, la Comisión de Finanzas del Senado advertía en un informe del «riesgo de contagio para los bancos».

El caos bancario

Después de un año de investigaciones y 23 audiciones (desde el gobernador de la Banca de Italia –banco central- hasta los dirigentes de las entidades de crédito más importantes), la Comisión del Senado llega a la conclusión de que «hay problemas críticos con probabilidad de determinar una contagiosa fragilidad del sistema bancario» italiano. Una de las primeras consideraciones del informe de la Comisión de Finanzas es «la baja rentabilidad de los bancos italianos», que es casi la mitad de la media europea: «La rentabilidad es del 2,7 % , mientras la media del área euro es del 4,4 %».

Casi todos los expertos coinciden en que un problema fundamental para poder relanzar la economía italiana está en la banca. Así lo cree, por ejemplo, el premio Nobel de Economía, Michael Spence: «Para salir de su estancamiento, Italia debe recapitalizar sus bancos y restablecer la confianza en su sistema bancario, eliminando los créditos tóxicos». Este sigue siendo un problema fundamental, porque los préstamos deteriorados son una montaña: 360.000 millones de euros, de los cuales casi 200.000 son de muy difícil cobro.

El hecho de que los organismos internacionales coloquen a Italia en la cola del crecimiento económico supone también que el país ocupe los últimos bancos entre los países avanzados por lo que se refiere al «crecimiento inclusivo», es decir, el referido a las políticas sociales capaces de reducir o atenuar en sus aspectos más duros las diferencias de renta y favorecer la inclusión social para recortar la pobreza en todas sus dimensiones. En este sentido, es muy profundo el malestar de los italianos, según indican todas las encuestas: Ocho de cada diez familias italianas se sienten hoy más pobres que cuando comenzó la crisis económica, hace ahora ocho años. El descenso de los ingresos ha devorado todo, sueños incluidos. Según datos del Istat (el Instituto oficial de estadística), la crisis se ha llevado el 12 % de la riqueza, con consecuencias devastadoras: El 28,7 por 100 de los italianos (poco menos de 17 millones y medio) corre el riesgo de caer en la pobreza y la exclusión social, especialmente en las familias numerosas.

En esta crisis se está quemando la juventud, que sufre un paro del 39 por 100 del paro, y la clase media. El desempleo general ronda el 12%. Las diferencias entre pobres y ricos aumentan de año en año. En un sondeo publicado recientemente por La Stampa, el 42 por 100 de los italianos percibe que la situación del país durante el 2016 ha empeorado con el relación al 2015.

Incapacidad reformista

La gran preocupación para Italia, advertida cada vez más por muchos analistas, es que el escudo del Banco Central Europeo, que preside el italiano Mario Draghi, está en su recta final. La política expansiva del BCE ha permitido a los países con alta deuda, especialmente a Italia, reducir muy sustancialmente los gastos por pago de intereses. Se ha tratado de una ayuda muy importante, que Italia no ha sabido aprovechar suficientemente para hacer reformas, creando desconfianza en Europa. Así, Roland Berger, el consejero de Angela Merkel, ve con pesimismo el futuro de Italia si no emprende reformas: «La productividad es un desastre. Los problemas principales de Italia son su infraestructura burocrática, la justicia, que funciona mal y la incapacidad del país y de sus gobiernos para hacer las reformas».

El agujero de la evasión fiscal

La evasión fiscal en Italia sustrae de las arcas del Estado cada año 110.000 millones de euros. En esta misma semana se han dado los últimos datos sobre este grave problema, que es una de las causas importantes del estancamiento que sufre la economía italiana, además de su excesiva burocracia, corrupción, lentísima administración de la justicia, educación, falta de inversiones en innovación e infraestructuras…

El comandante general de la Guardia de Finanzas, Giorgio Toschi, escuchado el martes en el Parlamento reveló que el 43 % de las sociedades de capitales no paga los impuestos o resulta en crédito. «La media de los años desde el 2012 al 2014 indica un agujero en el pago de las tasas («tax gap»), equivalente a 109.700 millones de euros al año», lo que representa alrededor del 6,5 puntos del PIB, afirmó el comandante general de la Guardia de Finanzas. La tasa más evadida es el IVA, ha subrayado Giorgio Toschi, «con 40.100 millones de euros de media en el trienio 2012-2014; seguida del IRPEF de empresas individuales y trabajadores autónomos, con un valor de 28.100 millones de euros. Bruselas considera que es inaceptable la fuerte evasión del IVA por parte de Italia.

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