La inflación de la zona euro presiona al BCE

La tasa de inflación interanual en la zona euro en junio se situó en el 2%, por lo que comienza a ser necesario poner fin a la era de dinero barato

El presidente del BCE, Mario Draghi Reuters

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La reunión sobre política monetaria que mantendrá hoy jueves el Consejo del BCE prometía ser mera rutina. «Ya en la anterior reunión se dieron las pautas para los próximos meses» adelantan los analistas de Link Securities, «está previsto que a partir de septiembre se reduzca el importe mensual de las compras de activos en los mercados monetarios a la mitad (15.000 millones de euros) y que este programa se dé por finalizado a finales de 2018 », por lo que debería ser solamente una reunión de supervisión de datos y para constatar que todo marcha según lo planeado. Sin embargo hay un dato que podría acelerar las decisiones y es el hecho de que la tasa de inflación interanual de la zona euro se haya situado en junio en el 2% , una décima por encima del dato del mes anterior y registrando la mayor subida de precios desde febrero de 2017. El mandato del BCE exige que la inflación se mantenga en tasas ligeramente inferiores al 2%, sin llegar a tocar ese porcentaje, por lo que comienza a ser necesario poner fin a la era de dinero barato.

Apenas se publicó este dato, el presidente del BCE se puso en contacto con varios ministros de Finanzas de la zona euro para aquilatar en detalle la subida en cada uno de los países y hacerse una idea más precisa de la situación. Desglosando el aumento, nos encontramos con que la energía registró en junio una subida de precios interanual del 8% , frente al 6,1% del mes anterior, mientras los alimentos frescos se encarecieron un 3% desde el 2,4% de mayo. El hecho de que el aumento de inflación mayor del esperado pueda limitarse fundamentalmente a los precios de la energía pesará sin duda en la decisión que deberá tomar el Consejo sobre mantener el calendario ya señalizado o adelantarlo. Analistas de Frankfurt consideran muy poco probable que el BCE vaya a cambiar los plazos ya establecidos a pesar de la presión que la inflación está ejerciendo sobre las deliberaciones. «Verano de 2019, ese es el escenario anunciado y que no va a cambiar por un dato de junio, no olvidemos que estamos en un contexto de mercado de deuda soberana muy anestesiada y muy apoyada por la estrategia del BCE. Si ahora hubiera una modificación de las decisiones a tomadas, si se adelantase un endurecimiento, podrían surgir problemas en los mercados de deuda soberana que nadie desea».

En realidad Mario Draghi ya ha dicho en varias ocasiones que fija su objetivo en términos de inflación subyacente, por lo que cuenta con la coartada perfecta para mantener los tipos de interés y el Euribor próximos a cero hasta el plazo señalado. Además el mercado ya tiene prácticamente descontado que los tipos no subirán hasta septiembre de 2019 . «Cualquier detalle que permitiera precisar más o alterar este calendario movería mercado, pero no se esperan cambios», señalan desde Deutsche Bank, esperamos estabilidad en rentabilidad del Bund».

Apenas se descarten posibles movimientos, según señalan los analistas, la reunión del Consejo quedará centrada en estudiar cuidadosamente si los efectos de la retirada del QE van impulsando la recuperación económica de la Zona Euro. En un contexto de aceleración de los planes de la Reserva Federal Estadounidense y del Banco de Japón que modifican las referencias de los inversores, los mercados se adaptan a un cambio global en los principales bancos centrales de una política monetaria flexible a un aumento de tipos de interés. El BCE debe analizar su postura en ese movimiento global, pero por ahora la posibilidad de un cambio de ritmo en su política monetaria es casi nula. «Después de anunciar el pasado mes de junio el final del QE para el cuarto trimestre de este año (sin nuevas compras para 2019), el BCE no moverá ficha durante un tiempo en cuanto a tipos de interés se refiere», aseguran los expertos de Morgan Stanley, por lo que se espera que Draghi centre la rueda de prensa en suavizar la tendencia al empeoramiento de las perspectivas de crecimiento y a saludar el dato de inflación como síntoma de salud.

En la ecuación entran además otras preocupaciones que van bastante más allá de los datos macro, como las tensiones comerciales internacionales por cortesía de Donald Trump, una clara clave de desventaja para la economía europea y para el euro. A corto plazo, los riesgos a la baja se intensifican y el BCE debe dirimir su postura la respecto. El anuncio del final del QE lleva consigo una implícita confianza en el futuro que se vería dañada si en la reunión de hoy jueves el Consejo diese sorpresas, por lo que el Consejo se inclinará por ir toreando en el día a día la dialéctica del presidente estadounidense, manteniendo el plan fijado y facilitando un año más a los gobiernos del euro una estabilidad financiera que no termina de llegar de la mano de las necesarias reformas.

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