España se queda al nivel de Chipre en puestos en Bruselas

El fracaso de Calviño deja a España con un solo director general en la Comisión

El Eurogrupo volverá a tener el mismo papel que tuvo en el rescate de Grecia EFE/ ATLAS

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La ministra de Economía y vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño se lamentó ayer de que en la votación de ayer para la elección del presidente del Eurogrupo «teníamos el compromiso tanto a nivel de presidentes como de ministros, de que diez países nos votarían, pero hubo nueve votos, de lo que se deduce claramente que uno no hizo lo que se comprometió a hacer». Calviño no citó a qué país se refiere, porque considera que «la decisión ha sido tomada y nosotros ya estamos mirando adelante» . Sus palabras hacen referencia a que el presidente del Gobierno Pedro Sánchez se había implicado personalmente en las gestiones y que por ello estaban seguros de que obtendrían los diez votos necesarios.

Puesto que el voto es secreto, será difícil saber qué país fue el que a su juicio incumplió su palabra e incluso si es cierta esa versión de que su candidatura tenía asegurados los diez votos. Lo que llama la atención es que precisamente un día después de esa votación se haya presentado el proyecto de acuerdo de presupuesto europeo y plan de rescate, que incluye como se ha visto condiciones estrictas y un papel para el Consejo Europeo en el análisis de que los países cumplen con las condiciones.

En este rompecabezas institucional, el Eurogrupo volverá a tener el mismo papel que tuvo en el rescate de Grecia, con largas sesiones de presión sobre los representantes helenos, para exigir que aprobasen las medidas exigidas antes de recibir el dinero. Tal vez la presencia de la ministra española al timón del Eurogrupo habría sido un factor muy complicado en estas condiciones, teniendo en cuenta que España será uno de los países que más necesitará esa ayuda.

Representación tocada

El fracaso de Calviño deja a España en una situación inédita en la historia de su participación en las instituciones. Ahora mismo aparte del cargo de Alto Representante que ejerce Josep Borrell , y que es más decorativo que otra cosa, en la Comisión ya solo hay un director general español (Daniel Calleja , responsable del servicio jurídico) mientras que países como Holanda tienen tres y en puestos especialmente estratégicos (Presupuesto, Economía y Política Social). Suecia tiene dos, Dinamarca otros dos, así como Finlandia. Italia tiene tres, Francia, cuatro y Alemania, cinco.

El grado de influencia de España en la cúpula de los funcionarios europeos se ha quedado a la altura de países muy pequeños como Austria, Chipre o Luxemburgo , cuando hasta no hace mucho tenía cuatro directores generales, uno de ellos, por cierto la propia ministra Calviño al mando de una cartera codiciada como la de Presupuestos.

En la función pública europea hay unos mecanismos muy concretos que intentan que todos los países estén representados según su peso, sin que ello afecte a su eficacia. En la Comisión nadie representa a su país , sino que se trata de defender el interés comunitario. Pero también es cierto que todos los gobiernos luchan por ayudar a que en los puestos clave haya funcionarios de su nacionalidad y eso forma parte del juego de equilibrios.

La apuesta fallida de Calviño no solo ha privado a España de un puesto importante, sino que los votos pactados se han «pagado» con favores en otras decisiones, es decir, en apoyos para puestos que ya están perdidos también.

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