El Banco Santander compró el Popular por el precio simbólico de un euro
El Banco Santander compró el Popular por el precio simbólico de un euro - REUTERS

La crisis de las cajas y del Popular cambian la jerarquía del mapa financiero español

La reducción del sector a cinco grandes grupos hace temer menos competencia y más exclusión financiera

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La consolidación que vive el mapa bancario español desde 2009 es una historia de fracasos y no de éxitos. La quiebra de las cajas redujo el sistema de medio centenar a apenas 15 grupos financieros. Esa concentración se ha intensificado en las últimas semanas con la resolución del Popular y su venta al Santander y el inicio, con la integración de BMN en Bankia, de la absorción de las entidades medianas por grandes bancos. Aunque el proceso de consolidación ya está muy avanzado y hay poco margen para nuevas operaciones, todo apunta a que no ha terminado y habrá más fusiones.

"Fusionar por fusionar no me parece bien, pero cuando un banco grande soluciona un problema pequeño es un mal menor", opina el ex director general del Banco de España Aristóbulo de Juan.

Y esa se antoja la explicación a qué ha motivado ese intenso proceso de absorciones de bancos y cajas descapitalizados por los sanos.

En ese contexto, el Santander, BBVA y Caixabank, los tres grandes grupos bancarios del país, han aprovechado para ganar cuota y presencia geográfica saliendo al rescate –con o sin ayudas– de bancos en apuros: el Popular, Catalunya Banc, Banco de Valencia, Banca Cívica... Por esa vía también ha aparecido un nuevo gran competidor: el Sabadell, que durante la crisis ha digerido solo en España cinco entidades. "De ser un banco de pueblo hemos pasado a ser el cuarto del país", suele decir su presidente, José Oliu, que se disputa esa cuarta posición con Bankia.

A esas operaciones corporativas hay que sumar la salida silenciosa de clientes de bancos en dificultades hacia los más sanos. La cuestión es si el proceso de absorciones –el término fusión se antoja un eufemismo del sector, siempre un banco se ha comido al otro– ha finalizado o sigue adelante.

Fuentes financieras aseguran que habrá nuevas operaciones en la medida en que las nuevas exigencias de recursos propios –el colchón anticrisis MREL, por ejemplo– obligarán a las entidades a emitir más deuda computable como tal, y los costes de esas emisiones son elevados para bancos medianos como Unicaja, Liberbank e Ibercaja. Esas antiguas cajas podrían verse presionadas no solo por esos costes de financiación mayorista, sino también por la débil rentabilidad en este escenario de bajos tipos de interés y menor demanda crediticia, más aún teniendo en cuenta que la unión bancaria acabará ampliando el mercado objetivo del sector de lo regional y nacional a lo continental, y por tanto será necesario generar escala.

"Es un modelo de concentración que nunca se había visto en España, pero se ha pasado de tener muchas instituciones poco eficientes a menos bancos más eficientes", explicaba recientemente el presidente de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), José María Marín, asegurando que por ahora esa consolidación no se ha traducido en mayores precios para los clientes.

Y es que las dos últimas operaciones corporativas, la del Santander y el Popular y la de Bankia y BMN, han vuelto a plantear el tema de si hay riesgo de oligopolio bancario. El propio presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, avisa de que esos cinco grandes bancos controlan ya el 72% del mercado, cuota de concentración muy superior a la media europea (48%) y a la de países como Alemania (30%), y que esto puede tener efectos adversos debido al pequeño tamaño de las pymes y la enorme dispersión geográfica de estas y la población.

"La competencia sigue siendo salvaje", discrepa el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán, garantizando que el descenso en el número de bancos no está reduciendo la competencia. Ahora bien, en el entorno de las cajas medianas avisan de que su desaparición a manos de grandes grupos y la presión del BCE para mejorar la rentabilidad están provocando el cierre de oficinas allí donde a la gran banca no le interesa tener presencia por no ser rentable: el mundo rural y los pueblos más pequeños, elevando el riesgo de exclusión financiera de sus habitantes.

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