Un 80% de los consumidores comprueban la etiqueta del producto
Un 80% de los consumidores comprueban la etiqueta del producto - ROLDÁN SERRANO

Claves para traducir las etiquetas de los alimentos que compramos

El tamaño de la letra o la falta de uniformidad en las cantidades recomendadas puede dificultar la comprensión de esta información

Madrid Actualizado: Guardar
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Letras minúsculas, términos incomprensibles, grasas ocultas o «virtudes» irrelevantes. Leer la etiqueta de un alimento puede suponer una tarea compleja. Si a ello le sumamos que existen distintas clasificaciones de alimentos y que cada una de ellas cuenta con una regulación específica, el resultado puede ser un laberinto de recomendaciones, porciones y porcentajes para el consumidor.

La primera información a la que tenemos que prestar atención es si el alimento es envasado o no. Los primeros son aquellos que se empaquetan antes de su venta, por lo que es imposible acceder al contenido sin abrir su recipiente. Es decir, la mayor parte de alimentos que compramos en el supermercado (cereales, leche, yogures). Los segundos, en cambio, son aquellos que se presentan en restaurantes, además de aquellos que se venden al peso (verduras o frutas) o los que se envasan por petición del consumidor.

Los que suelen generar mayores dudas son los primeros. La página web del Ministerio de Sanidad especifica que los envasados deberán contar con una denominación (qué es), los ingredientes (de mayor a menos peso), los alérgenos (alergias), la cantidad neta que contiene el envase, fechas de caducidad, métodos de empleo, lugar de origen, alcohol contenido e información nutricional. Si un alimento no incluye alguno de estas informaciones, está incumpliendo la normativa.

Algunas etiquetas incluyen información publicitarias

Una vez tengamos identificado qué tipo de alimento es, desde la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (Ceaccu), ofrecen una serie de claves para leer con éxito una etiqueta. Los primero es obviar la información de «relleno» y acudir directamente a los datos a los que hace referencia el Ministerio antes señalados.

Por otra parte, la «Tabla de Información Nutricional» es determinante para descubrir las calorías, grasas, azúcar y sal que te aportará el producto por cada 100 gramos. En el frontal se suelen incluir gráficos sobre calorías y nutrientes «por ración», pero Ceaccu destaca que encontrar esta cantidad por los 100 gramos es más fiable. Suelen estar en el lateral o en la parte de atrás de un envase.

Además, hay que estar alerta para detectar frases que, aunque hacen referencia a la salud, no dejan de ser publicitarias. «Valora si son relevantes o solo un gancho», aconsejan desde Ceaccu. La asociación reitera que verdadero carácter «saludable» del alimento se encuentra en la Tabla de Información Nutricional.

Por último, la asociación también recomienda a los consumidores informarse, comparar los etiquetados y descubrir si el consumo de esta producto está señalado como habitual o moderado.

Letra y procedencia

Puede parecer una información que la mayor parte de los consumidores obvian, pero lo cierto es que, según una encuesta que publicó la semana pasada Ceaccu, las etiquetas son leídas por el 80% de los usuarios. Hace diez años, el porcentaje apenas llegaba al 40%.

Sin embargo, aunque un buen número de usuarios lean esta información, es posible que pocos entiendan... la letra. Siete de cada diez encuestados afirman que el tamaño de la letra es ilegible. El Reglamento de etiquetado, en vigor desde 2014, establece que las dimensiones mínimas de las etiquetas sean de 1,2 milímetros. Supone la mitad del prospecto de un medicamento, alrededor de un texto 4 en un texto digital. El 92% de los usuarios encuestados por Ceaccu consideran que con este tamaño, las etiquetas se leen peor que antes.

Otro problema suele estar derivado de la procedencia del alimento. No es lo mismo el domicilio físico donde se ubica la empresa que el lugar del que proceden las materias primas. Es necesario diferenciar estos ambos conceptos y, si no se incluye esta última denominación, preguntar por ella a la empresa.

David Hurtado, portavoz de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), considera que el nuevo reglamento incluye «alguna mejora», como la necesidad de incluir obligatoriamente el valor nutricional de los alimentos. Sin embargo, Hurtado reconoce que persisten «dificultades como las cantidades recomendadas o los términos, ya que no cuentan con un parámetro unificado».

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