El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann
El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann - AFP

El Bundesbank exige fusiones a la banca alemana para evitar quiebras

Teme que el escenario de bajos tipos cause caídas de los ingresos de hasta el 70%

Deutsche Bank recortará 15.000 empleos y saldrá de 10 países tras anunciar pérdidas récord

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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El primer banco alemán, Deutsche Bank, ha perdido más de 4.600 millones de euros desde enero hasta septiembre. No prevé pagar dividendos a sus accionistas ni en este año ni en el próximo ejercicio, una medida extrema que la entidad no había tomado desde los años 50, y el nuevo copresidente de la entidad, John Cryan, anunciaba ayer lo que presenta como una consecuencia inevitable, el cierre de 200 oficinas en Alemania, la salida de varios mercados y un recorte de la plantilla en 9.000 puestos de trabajo, que aumentarán hasta los 15.000 teniendo en cuenta los empleos indirectos.

La entidad espera además dos años más de vacas flacas y señala 2018 como el «año decisivo» para la recuperación.

Es lo que tardará en implementar el programa denominado «Agenda 2020», que contempla una gran remodelación interna y el abandono de la banca minorista, que ya no es negocio, para dedicarse casi en exclusiva a la banca de inversión.

Los accionistas de Deutsche Bank desconfían de esta estrategia que atribuyen a los nuevos directivos anglosajones, pero la entidad tiene al menos la capacidad de intentar reinventarse para responder a la gran revolución en el modelo de negocio bancario a que está obligando la nueva política monetaria del Banco Central Europeo (BCE).

Otros bancos alemanes no están reaccionando a esta coyuntura y el Bundesbank se queja de los perjuicios que el gobernador de la autoridad bancaria europeo, el italiano Mario Draghi, está ocasionando a la pequeña y mediana banca en Alemania.

Así, tanto en su última encuesta trimestral como en su informe mensual de octubre, el banco central alemán constata que la política de flexibilización cuantitativa del BCE, los tipos en mínimos históricos y en especial el programa QE (siglas del término ingles «quantitative easing», o mecanismo de compras de deuda pública, llamado «expansión cuantitativa» en jerga financiera), no están siendo utilizados por la banca alemana en gran medida para proveerse de capital y sin embargo están viendo reducirse considerablemente sus ingresos a causa de la estrategia de Draghi.

«La liquidez adicional, que entre otras cosas se utiliza para la concesión de créditos, procede según la encuesta casi exclusivamente de depósitos de los clientes», advierte el Bundesbank, mientras que «los bancos encuestados afirman que el programa (QE) ejerce presión sobre sus márgenes netos y perjudica claramente sus beneficios».

El Bundesbank y la entidad financiera BaFin han elaborado un estudio de perspectivas a cinco años y admiten que las 1.500 entidades estudiadas verían reducidos sus ingresos un 25% de media si se prolonga la actual conyuntura monetaria. En 300 de ellas la caída sería superior del 70% provocando la quiebra de las mismas. «Cualquiera que sea el escenario que se tome, ya sea pesimista, central u optimista, las condiciones son alarmantes. Estamos listos para intervenir si fuera necesario», se avisó ya durante la presentación de ese estudio en Fráncfort el encargado de supervisión del banco central alemán, Andreas Dombret.

Revisar la viabilidad del negocio

Ayer Dombret recordó que el problema no afecta solamente a los bancos alemanes, sino a todos los europeos, aunque muchos hayan recibido con mayor satisfacción que los alemanes la lluvia de millones de Draghi. «La banca europea tiene que revisar la sostenibilidad de su modelo de negocio… deben repensar sus estrategias para sobrevivir», dijo en una conferencia en Londres, explicando que las nuevas reglas del juego exigen a las entidades ganar más para poder mantener su nivel de competitividad.

El prestigioso Instituto IFO, de Múnich, también muy crítico con la política del BCE, se ha tomado el trabajo de cuantificar las pérdidas que semejante relajación monetaria está causando a un país tradicionalmente ahorrador. «Alemania es en términos absolutos el mayor exportador de capital del mundo», ha explicado el presidente del IFO, Hans-Werner Sinn, «y según mis cálculos, los alemanes hemos perdido desde 2008 y hasta 2014 alrededor de 300.000 millones de euros, en comparación con los tipos de interés que había a finales de 2007, antes del estallido de la crisis. Anualmente, las pérdidas ascienden a entre 60.000 y 70.000 millones de euros».

Los seguros, en peligro

Y mientras los alemanes no puedan hacer más fuerza en el Consejo de Gobierno del BCE para tensar la política monetaria, al Bundesbank solamente le queda la receta de la consolidación. El supervisor alemán señala como principales problemas de la banca alemana su alto grado de fragmentación (sólo una de las 426 «sparkassen» -cajas de ahorros alemanas- superaba los 30.000 millones de euros en activos a cierre de 2011 y por tanto ha quedado bajo la supervisión única del BCE) y su baja rentabilidad.

Y el problema afecta también al negocio de los seguros. El organismo encargado de la supervisión de las pensiones y seguros en Europa, EIOPA, advierte de que, a pesar de estar correctamente capitalizadas, algunas empresas tendrían problemas para cumplir los compromisos con sus clientes en un periodo de entre 8 y 11 años. En caso de baja rentabilidad prolongada, el 24% de las aseguradoras no lograría tener el ratio de capital del 100% que exige la nueva regulación Solvencia II.

Estas proyecciones demuestran que el modelo tradicional de banca se agota. Deutsche Bank, por ejemplo, aguantaría mejor si no estuviera enredado en multimillonarios juicios en varios continentes, pero su actividad no puede parecerse ya a la que comenzó realizando en 1870, la financiación de empresas exportadoras a partir del ahorro de los alemanes, lo que hoy denominamos economía real.

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