Bruselas avisa a EE.UU. de que aprobará la tasa Google si no hay un acuerdo global

El impuesto a las tecnológicas y a los servicios digitales, la llamada «tasa Google» , ha provocado un pulso geopolítico entre Estados Unidos y Europa, con nuestro país en el primer plano. Después de que el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, mandara el pasado miércoles una carta a los ministros de Hacienda de España, Francia, Reino Unido e Italia en las que les comunicaba que rompía las negociaciones sobre este impuesto y les amenazaba con represalias, los cuatro países respondieron ayer. En una misiva conjunta comunicaron al Gobierno de Donald Trump que continuarían con sus planes y abogaron por la necesidad de elevar la imposición a los gigantes tecnológicos.

La propia Comisión Europea, a través de su comisario de Economía, Paolo Gentiloni, advirtió ayer a Estados Unidos de que habrá impuesto en la UE, negociado o no: «Necesitamos un impuesto digital adaptado a la realidad del nuevo siglo . Se necesita un entendimiento en la negociación global. Si Estados Unidos lo bloquea, la Comisión Europea pondrá uno nuevo sobre la mesa». Bruselas ya señaló hace unas semanas que su idea era que los ingresos de este impuesto comunitario reforzaran el Presupuesto de la UE.

La carta de Mnuchin generó respuestas airadas por todo el Viejo Continente. La propia ministra de Hacienda, María Jesús Montero, señaló a la Cadena Ser que no permitirá «que haya competencia desleal entre negocios tradicionales y actuales» por lo que aprobará la tasa Google. Y advirtió de que España «no va a aceptar ningún tipo de amenaza de otros países». L a tasa Google se está tramitando en el Congreso de los Diputados y el Gobierno quiere que entre a final de año para recaudar 968 millones, de forma unilateral, para elevar la presión sobre la comunidad internacional.

Por su parte, el ministro de Economía galo, Bruno Le Maire , tildó de «provocación» la carta de Estados Unidos y subrayó que en Francia habrá un impuesto sobre los servicios digitales en 2020, haya o no acuerdo internacional. Para el país vecino el varapalo es doble: en el último Foro de Davos , Francia congeló su proyecto de impuesto ante las presiones de Estados Unidos de aprobar aranceles a productos como el vino galo. A cambio, Trump se comprometió a discutir el tributo. Una negociación que ahora ha roto.

El impuesto se estaba negociando en el seno de la OCDE, de la que forma parte Estados Unidos, y tenía como objetivo llegar a algún tipo de solución global este año, aunque la crisis del coronavirus había dilatado este plazo. La OCDE lleva desde hace años tratando de llegar a un acuerdo para gravar más a las grandes tecnológicas, que hacen uso de mecanismos de elusión fiscal para reducir su factura tributaria hasta tipos del 0,005%, como fue el caso de Apple en 2014. La Comisión Europea, ante el retraso de la OCDE, intentó llegar a un acuerdo para gravar a las tecnológicas en Europa hace dos años. Entonces países que acogían sedes de grandes tecnológicas como Irlanda se opusieron al proyecto. Al ser las grandes tecnológicas norteamericanas (Google, Amazon, Apple y Facebook), Estados Unidos considera que este impuesto europeo es un ataque de la UE a sus intereses.

«Todos los países deben comprometerse a negociar para alcanzar el objetivo de una solución global a final de año », señaló ayer el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, en referencia a Estados Unidos, a la vez que avisó que si no hay una solución multilaeral «cada vez más países aprobarán medidas por su cuenta». «Esto, a su vez, desencadenaría disputas fiscales y, inevitablemente, aumentaría las tensiones comerciales . Una guerra comercial, especialmente en este momento, en el que la economía mundial está atravesando una recesión histórica, dañaría aún más la economía, el empleo y la confianza», alertó Gurría. El pulso está abierto.