Eurocopa 2016

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Selección española

Del Bosque se harta de pelear

El seleccionador, que podría dirigir el lunes su último partido, da por perdida la batalla sobre las polémicas generadas «con maldad» alrededor del equipo

Del Bosque, durante un entrenamiento de la selección en la Isla de Ré
Del Bosque, durante un entrenamiento de la selección en la Isla de Ré - AFP

Cuando toca hablar de fútbol, Vicente del Bosque se siente tranquilo, relajado en su papel de seleccionador y cercano con quien interviene en la charla o pregunta por eso o aquello. Es lo que le gusta de su trabajo, un ser enamorado de la pelota, encargado de guiar a España a un Mundial y a una Eurocopa con una idea aplaudida por todo el planeta y que trabaja para conquistar en Francia la tercera europea continental de manera consecutiva. Sin embargo, cuando el balón desaparece de la escena tuerce el bigote, visiblemente hastiado de todas las polémicas que salpica, inevitablemente, el día a día de la selección.

Hace tiempo que el combinado nacional pasó a ser una magnífica barra de bar en la que se debate desde el color de la bufanda y el escudo que se bese y eso tiene quemado a Del Bosque, especialmente irascible con la eterna polémica de Íker Casillas y la portería. El entrenador, que mañana ante Italia (18 horas, Tele5) podría dirigir su último partido en el caso de derrota, no deja de repetir la palabra «desazón» cuando relata sus sensaciones sobre los incendios provocados. El tema le supera y se ha cansado de luchar. «Es que es imposible, imposible».

No hay malas respuestas en Vicente del Bosque, educado por naturaleza, pero sí se intuye cierta sequedad en según que comparecencia e incluso su discurso no se prolonga demasiado. Del Bosque, cercano y extremadamente agradable en el cara a cara, sonríe en los entrenamientos, se divierte con su grupo de trabajo y pasa a ser otra persona cuando enciende esa tableta que siempre le acompaña, adornada con un escudo de la Unión Deportiva Salamanca y que siempre tiene algún disgusto que explicarle.

Estos días se ha dado por vencido al comprobar que es imposible controlar la polémica, pero se sigue alterando por ello. «La gran mayoría ejerce hacia nosotros una simpatía grandísima, y en algunos casos seguro que no», dijo el viernes en Radio Marca. Esa introducción era una manera suave de entrar en harina y explicar, a su manera, lo que percibe que llega desde fuera.

«¿Tú sabes lo que es una garlopa? Es un cepillo para quitar las rugosidades que usan los ebanistas. Hay algunos que aunque les pases la garlopa es imposible que les quites la maldad. Imposible. Contra la selección o contra cualquier cosa. Cuando quieres hablar mal de alguien, pues dale que te pego. Imposible». Y Del Bosque, en la misma respuesta, fue a más, encendido por su sana manía de leer todo lo que puede y más. «Que habíamos hecho una barbacoa y que no había ido nadie... Joé, si hemos dado libertad a los jugadores para hacer lo que quisieran. Pues nada, que no vinieron porque tal... El otro, que dos compañeros han increpado a De Gea en el descanso del partido... Es que es mentira tras mentira. Yo no sé. Imposible. Ni la mejor garlopa del mundo le podría quitar la maldad a alguno».

«La maldad por la maldad»

Es una rabia acumulada por todos estos años de seleccionador, pues desde que aterrizo en 2008 se encontró con bandos muy marcados a la hora de informar y valorar su toma de decisiones, aunque mucho más extremistas las opiniones ahora con el nacimiento de nuevos medios de comunicación y sus peculiares maneras de entretener. Estos días, además, se ha molestado porque se han dicho cientos de cosas sobre la portería e incluso que Íker Casillas se negó a jugar contra Croacia el pasado martes en Burdeos. La primera noticia que no es verdad, según Del Bosque, es que fuera a jugar el guardameta del Oporto en lugar de De Gea. Esa afirmación, por lo tanto, desacredita la segunda opción. «Se destaca siempre si hay algo malo. La maldad por la maldad», resume.

Se percibe la imagen de un entrenador cansado de apagar fuegos, envuelto en la polémica desde que la competición de clubes cedió el foco y las portadas a la selección.

Primero se cuestionó la lista de 25; se hizo más bola cuando descartó a Isco y a Saúl; negoció con distancia el caso De Gea dando credibilidad a las explicaciones del portero; desdramatizó en primera instancia con el estallido de Pedro (luego ha admitido que no le gustó nada ese arrebato de sinceridad del canario); resopló cuando le preguntaron por el chasquido de dedos de Piqué durante el himno que algunos consideraron que era una peineta; se mosqueó cuando se cuestionó su falta de autoridad por no decidir quién tira los penaltis; y esta semana se ha hartado con el regreso de la figura de Casillas a escena. «Se pueden meter conmigo, me da igual, no tengo nada que perder. Pero, ¿la selección? Es imposible... De desazón, de auténtica desazón. De tristeza. Esa es la palabra. Desazón, tristeza...». Y así se encuentra Del Bosque, que aun así no se olvida de sus funciones y prepara a conciencia el duelo de mañana.

La plantilla respalda al jefe y se adopta el mismo mensaje. «Las historias las montáis vosotros. No hay ningún tipo de problema», defendió ayer Jordi Alba, acusando a los medios de comunicación. «Mal rollo no hay en la selección. Lo que es increíble es que la gente os crea a vosotros y no a nosotros».

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