Champions League

Valverde contagia sus dudas a un equipo inerme

Valverde, durante el partido REUTERS

Sergi Font

Una hora y tres goles en contra necesitó Ernesto Valverde para reaccionar y mover su banquillo. Si en el partido de ida se le reconoció el acierto de dar entrada a Semedo por Coutinho para adelantar a Sergi Roberto al centro del campo, en Anfield se le achaca la tardanza en realizar la misma permuta. No solo por el avasallamiento del Liverpool desde el inicio del partido sino también por la flojísima actuación de Coutinho, que cargó de razones a sus detractores y y acabó con la paciencia de sus, cada vez menos, defensores.

Bajó del avión en el aeropuerto John Lennon con la lección aprendida de la pasada temporada, con las rotaciones estudiadas y el equipo descansado pensando únicamente en esta vuelta de semifinales. Pero Valverde se atoró en la banda viendo como Jürgen Klopp le vencía en el duelo táctico y Anfield avasallaba a sus jugadores. «Tenemos esperanza y esto es fútbol. Intentaremos ganar el partido, ese es el enfoque. La situación no es la que nos gustaría. Trataremos de ganar, si tenemos alguna oportunidad de pasar la ronda, la intentaremos aprovechar», avisó el entrenador alemán, que afrontaba el duelo con las bajas de Keita, Firmino y Salah . Se le puso de cara el partido y le favoreció hasta la lesión de Robertson, ya que su sustituto empató la eliminatoria.

Los fantasmas de Roma

Aparecieron los fantasmas de Roma, donde el Barcelona desaprovechó una renta similar (4-1). Curiosamente, en el Olímpico el portero fue Alisson, el mismo que ayer defendía la portería del Liverpool. Fue una de las pesadillas del Barcelona y un auténtico muro en ocasiones claras de Jordi Alba, Luis Suárez y Leo Messi. El meta brasileño llegó este año al equipo «red» previo pago de 73 millones de euros, un récord en el traspaso de un portero que poco después batió el Chelsea al contratar a Arrizabalaga.

Quince minutos más tardó Valverde en realizar el segundo cambio. En este caso dio entrada a Arthur por Arturo Vidal en un claro intento de controlar el ritmo del partido. Demasiado tarde. Además, el chileno era el único que estaba leyendo correctamente el partido y dotaba al Barça de la garra que requerían sus compañeros. Necesitaba un gol el Barcelona para sentenciar la eliminatoria, pero en el banquillo solo estaban Malcom y Boateng, jugadores en los que el técnico azulgrana no ha creído durante toda la temporada. Y precisamente fue el brasileño el que salió cuando el Liverpool anotó el cuarto gol, el que le dejaba fuera de una final que ya acariciaban. El día que se cumplían diez años del «Iniestazo» en Stamford Bridge, el Barça echó a faltar la presencia de un futbolista que, a igual que el manchego, decidiera la semifinal en el último minuto.

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