Internacional

La terrible confesión de Grobbelaar: «No podría decirte a cuánta gente maté»

Mito del Liverpool que se hizo famoso por su «baile» en la tanda de penaltis de la final de la Copa de Europa ante la Roma, rememora su participación en la guerra civil de Zimbabue

S. D.

Al hacer memoria para recordar a Bruce Grobbelaar la primera imagen que se le aparece a cualquier aficionado del fútbol con la edad suficiente es su ya mítico «baile» en la tanda de penaltis de la final de la Copa de Europa de 1984 contra la Roma . Entonces portero del Liverpool, fue uno de los héroes de los «reds» que arrebataron el título de las manos a los romanos en su propio estadio.

Nacido en Sudáfrica en 1957, Grobbelaar se convirtió en todo un personaje del fútbol gracias a sus excentricidades. Aquel «baile de los espaguetis» no fue el único episodio controvertido de su carrera, que tuvo su cénit en los 13 años que guardó la portería de Anfield. Esta acabó manchada cuando en 1994 fue acusado de aceptar dinero a cambio de amañar partidos, aunque finalmente fue absuelto.

Ahora, parte de esa personalidad que le hizo famoso se comprende mejor después de la entrevista que el exportero ha concedido a la BBC , y en la que rememora su terrible participación en la guerra civil de Rodesia (hoy Zimbabue) y cómo el fútbol «lo salvó» de caer en una depresión.

«Con los años, tengo mucha suerte de no sumergirme en una forma de depresión, porque el fútbol realmente salvó mi vida », explica durante la entrevista Grobbelaar.

Cuando era aún un adolescente fue reclutado por el ejército. Inicialmente para un periodo de 11 meses, pero acabaron siendo dos años y terminó participando en una guerra. Fue enviado a luchar para frenar el levantamiento contra el gobierno blanco de la colonia británica de Rodesia . Grobbelaar hizo labores de rastreador y reconoció que vio morir a algunos de sus amigos y que también se vio obligado a matar: «No podría decirte a cuanta gente maté...»

«Mi primera vez fue al atardecer. A medida que el sol se esconde vas viendo sombras en los arbustos. No puedes reconocer mucho hasta que ves el blanco de sus ojos. Y eres tú o ellos. Disparas, caes y hay disparos por todas partes. Oyes voces a tu lado: 'Oye, cabo, me han dado'. Silbas para que se callen o de lo contrario todos moriremos. Cuando termina el tiroteo ves cuerpos en todas partes. La primera vez, todo lo que tienes en el estómago sale por la boca...» relata el que fuera portero del Liverpool.

También recuerda cómo uno de sus compañeros mutilaba los cuerpos de los guerrilleros: « cortó una oreja de cada hombre que mató y las guardaba en una jarra . Y tenía unas cuantas jarras. Su familia había sido destrozada y quería venganza».

A sus 60 años el portero asegura que «los recuerdos se han calmado un poco, pero hay momentos en los que estoy con mis amigos de África y les gusta hablar sobre eso. A mí no. Después de hablar de ello, durante un periodo de dos o tres semanas, tengo sudores fríos y me despierto nuevamente con esos sentimientos ».

Grobbelaar explica que el fútbol le salvó la vida tras su paso por el ejército. Se marchó a Canadá para jugar en los Vancouver Whitecaps antes de que el Liverpool se fijara en él. Aunque con su peculiar personalidad, estuvo a punto de frustrar el interés de los «reds» mientras estaba cedido en el Crewe AFC.

«Bob Paisley y Tom Saunders vinieron a ver el partido ante el York, pero yo no lo sabía. Estaba lloviendo así que salí a calentar con un paraguas . Fue ahí cuando vi al presidente negar con la cabeza y me dijo: 'esas personas han venido a verte'. Al final todo acabó bien y acabé firmando con ellos», relata.

Testigo de la tragedia de Heysel

Grobbelaar se sincera también a la hora de rememorar sucesos que vivió en la portería del Liverpool, desde los los ataques que recibía de las hinchadas rivales, a los más trágicos, como cuando observó de cerca la tragedia de Heysel , en la final de la Copa de Europa de 1985, en la que 39 aficionados de la Juventus murieron aplastados tras los incidentes provocados por seguidores del Liverpool

«Ninguno queríamos salir a jugar, pero la UEFA nos pidió que lo hiciéramos porque creían que los disturbios aumentarían si no se jugaba. Muchas personas pedían toallas y agua para tratar de ayudar a los heridos. Recuerdo salir al terreno de juego y sacar dos cuchillos que habían quedado enterrados en el césped : aficionados de la Juventus los habían arrojado al campo y ahora estaban atrapados en medio de la grada», recuerda Grobbelaar.

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