Derroche del Barça en el mercado invernal

A Ernesto Valverde le gusta trabajar con plantillas relativamente cortas. Lo demuestra, además, en el día a día de la competición con sus escasas rotaciones, lo que no le impide reclamar efectivos para reforzar su plantilla cuando considera que las lesiones o el pobre rendimiento de algunos jugadores menguan el potencial del equipo. Desde la zona noble del Camp Nou se muestran receptivos a las peticiones del entrenador , avalado por el doblete de la pasada temporada, y no reparan en gastos para contentarle como medio más efectivo para que cumpla el año opcional que figura en su contrato. No obstante, la millonaria inversión del club no encuentra respuesta efectiva y los fichajes invernales suelen convivir a caballo entre el banquillo y la grada . Sucedió el año pasado con Yerry Mina , un fichaje no autorizado por el preparador extremeño, lo que le relegó al ostracismo y solo la venta posterior palió la inversión de 11,8 millones de euros que se pagaron por él.

Este invierno se ha vuelto a tropezar en la misma piedra. La prolongada lesión de Samuel Umtiti , que aún no tiene fecha de reaparición, y las continuas molestias físicas de Thomas Vermaelen llevaron a Valverde a solicitar un central con el que aligerar de minutos a la dupla formada por Piqué y Lenglet. Si alguna vez hubo una solución en la Masía, ésta quedó enterrada con la llegada de Jeison Murillo , por el que el Barcelona pagó cerca de dos millones al Valencia por su cesión hasta el 30 de junio. « Murillo era una situación de emergencia . Cumple con los requisitos que se había marcado el club al poder jugar inmediatamente, conocer la Liga española y el fútbol europeo al máximo nivel. Nos hemos tenido que mover rápido. Urgía esta solución y nos ha salido bien», justificaba Valverde. La realidad es que solo ha jugado dos partidos, los de los octavos de final de la Copa del Rey ante el Levante , y que en los otros nueve que se han disputado desde que fue presentado, los ha visto desde el banquillo o la grada. En cambio Piqué, es el único jugador de campo de La Liga Santander que ha disputado todos los minutos de la competición.

Situación similar a la de Kevin-Prince Boateng . Alzó la voz Valverde lamentando la necesidad de un delantero que oxigenara a Luis Suárez . El uruguayo ya denunció el año pasado que llegó cansado a los cuartos de final ante la Roma en Champions. Tras deshacerse de Munir, el mercado invernal volvió a ser la pretendida solución. Llegó el ghanés previo pago de un millón de euros al Sassuolo por su cesión. Lo que se percibió por Munir se invirtió en Boateng. Es decir, negocio cero. Sorprendió Valverde al otorgarle la titularidad ante el Sevilla en la ida de los cuartos de final de la Copa con un solo entrenamiento como azulgrana en sus piernas. Jugó una hora y nunca más se supo . Los siguientes cinco partidos (Girona, Sevilla, Valencia, Real Madrid y Athletic) los ha pasado en el banquillo con el agravante de que Luis Suárez, el delantero al que debía dar descanso, ha jugado todos los minutos posibles.

Y por último aparece Jean-Claire Todibo , un joven central que debía llegar en junio con la carta de libertad y a coste cero pero que el club azulgrana decidió adelantar ante la decisión del Toulouse de apartarle del equipo. Otro millón de euros por una joven promesa que ni siquiera ha entrado en una convocatoria. Apuesta de futuro, el francés se convierte en el sexto central de un Barcelona que tiene muy definido su equipo titular y que, sorprendentemente, es el mismo desde hace varias temporadas. Mención aparte merece Coutinho , que llegó en el mercado invernal del año pasado sin poder ser inscrito en la Champions, y que se convirtió en el fichaje más caro de la historia del club azulgrana : 160 millones de euros.