Gran Premio de España

Un ciclón llamado Verstappen

Con 18 años, el más joven de la historia, gana en Montmeló. Desastre de Mercedes tras el choque de Hamilton y Rosberg. Abandono de Alonso

MONTMELÓ Actualizado: Guardar
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Ha llegado un ciclón a la Fórmula 1 y se llama Max Verstappen. Momento histórico en Montmeló, ya que el adolescente holandés de 18 años ganó el Gran Premio de España, se convirtió en el más precoz en hacerlo en la Fórmula 1 y lo aderezó con una guinda. Era su debut con Red Bull, ascendido estos días desde Toro Rosso. Fue una bendita locura la carrera de Barcelona, fantástica desde el minuto uno porque los dos Mercedes quedaron en fuera de juego en la primera vuelta. Rosberg le hizo la 3,14 a Hamilton y ambos rodaron por la ladera. Fue hermosa la consecuencia: un gp emocionante, competido y que dio sentido a un deporte atractivo. En ese frenesí, Carlos sainz consiguió un meritorio sexto puesto.

Fernando Alonso pronunció la frase que se creía archivada. «No power», anunció la falta de potencia de su Honda. El décimo abandono desde que regresó a McLaren.

La Fórmula 1 recuperó ese interés perdido, aunque lo hizo sin su primer embajador, Fernando Alonso, despedido de la mesa en Montmeló, donde ha ganado dos veces y ha concitado a 140.000 almas. Una mala salida y el motor Honda puesto de nuevo en cuestión lo desalojaron de la carrera en la vuelta 47. De nuevo las pesadillas, ese «no power» que lo mortificó.

Lewis Hamilton no sabe competir sin pelear y a ello se entregó de nuevo, según un modo de vida estimulante. Salió mal y perdió el primer puesto ante Rosberg, compañero y antiguo amigo. No admitió esa derrota parcial y se lanzó a por el alemán. Apenas había rebasado cuatro curvas, se echó hacia la derecha y asumió el riesgo de un adelantamiento improbable, pero Rosberg no jugó con limpieza. Desvió su trayectoria, cerró a Hamilton y ambos chocaron en la cabeza de la carrera.

Comenzó otra carrera, diferente a la aburrida rutina conocida de gobierno Mercedes. Dos Red Bull (Ricciardo y Verstappen) y dos Ferrari (Vettel y Raikkonen) en igualada disputa por el triunfo.

Coches semejantes, ritmos parecidos, estrategias afinadas y la diferencia en las manos y la cabeza. Una carrera estupenda en la que Vettel intentó sorprender con más paradas y ruedas más frescas y en la que Ricciardo probó a imponer su ritmo.

Pero la realidad es que Verstappen cometió menos errores que nadie, modelo martillo, marcando vueltas sin mácula, impecable en la conducción. Cuando las estrategias y los neumáticos dejaron de ser decisivos, tuvo a su espalda a todo un campeón del mundo. Y Raikkonen no se atrevió a percutir contra él. El finlandés, el más veterano de la parrilla, contra el holandés, la nueva ola que pide paso. Ni una vez probó a inquietarle.

Ganó Verstappen y un escalofrío recorrió las entrañas de la Fórmula 1 porque el holandés acaba de establecer un hito. Era su debut con Red Bull después de unos días de presión asfixiante sobre este equipo y su filial, Toro Rosso. Anunciado como el nuevo Senna, Verstappen demostró que tiene manos y cerebro para aguantar lo que le echen.

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