Fórmula 1 | GP de Mónaco

Carlos Sainz logra un podio divino en Mónaco

El madrileño acaba segundo en la carrera ganada por Verstappen. Leclerc no corrió. Alonso, decimotercero

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La perseverancia siempre tiene premio y en eso Carlos Sainz ha demostrado una virtud natural. No hay otra carrera en la F1 como Mónaco y en este escenario sin igual, el madrileño conquistó un podio divino, de esos que se recuerdan siempre. Podio de prestigio, en su quinta cita con Ferrari. Es el tercero de su vida, el primero con su nuevo equipo. Su mayor goce en la Fórmula 1. Un éxito ese segundo puesto que de alguna manera compensa para los italianos la desilusión de Leclerc, que no pudo participar. Verstappen ganó en el Principado en una carrera blanca, sin incidentes, sin choques, sin coches de seguridad, y adelanta a Hamilton en la clasificación del Mundial. Alonso terminó decimotercero en un descorazonador fin de semana .

La Fórmula 1 se revela en toda su crueldad contra Charles Leclerc, autor de la pole en su ciudad, a las puertas de su casa. El monegasco no da crédito al poner en marcha su Ferrari media hora antes de la salida, en el protocolo de activación. Grita horrorizado por la radio para informar de la desgracia. «No, no, no, la caja de cambios, chicos ». Leclerc hizo la pole y chocó contra una barrera al cerrar la sesión. El estrés se detecta en el garaje de Ferrari, se imagina la angustia de la caja de cambios, pero no es eso, sino el sistema de transmisión en la rueda izquierda.

Leclerc no puede sacar el Ferrari del garaje, no puede defender su pole. «Solo siento tristeza en mí . No parece la caja de cambios, sino quizá el eje de transmisión. Ayer revisamos las piezas, todas estaban en buen estado», lamenta el piloto de Ferrari, que pasea desconsolado por la parrilla, mientras sus compañeros le pasan el brazo por el hombro.

Todos ganan una posición porque no hay ni piloto ni coche en la primera franja de la salida. Inaudito.

La explosión de coches en el inicio se salva sin incidentes en el estrecho agujero de Mónaco y su curva de Santa Devota, el primero de los 1.482 giros que han cursar durante la carrera. Nadie se toca, nadie interfiere, todos guardan la posición en el gran premio más determinante los sábados.

Manda Verstappen, con Bottas y Sainz en honores de podio sin hacer acelerado casi. La carrera más emblemática de la F1 es, en realidad, una partida de ajedrez en la que prevalece la gestión de los neumáticos para no parar muy pronto en el garaje (lo preceptivo es un solo paso por el box) y no salir en la zona de tráfico , atorado entre coches más lentos.

No pasa nada sustancial, más allá del buen ritmo de Sainz, quien acredita el paso adelante de Ferrari en Mónaco. Incluso se podría considerar que Bottas frena al madrileño cuando este se acerca.

Llegan las paradas y el mundo cambia. La F1 en Mónaco se decide en los boxes. Hamilton no entiende por qué debe cambiar ruedas tan pronto y protesta. Peor lo lleva Bottas, a quien le arruina la vida el neumático delantero derecho. La rueda no sale por más que el mecánico insiste con la pistola . Nada. Agua. Tres gomas platas y una roja, que no sale. Bottas se retira. Lo nunca visto. En Ferrari no fallan, 2,7 segundos. Sainz ya es segundo.

No hay noticias de Fernando Alonso, casi invisible para la realización según dictan las normas no escritas de la F1. El que no está delante, no sale en la tele. Ha ganado posiciones en la salida y avanza hacia la duodécima plaza en su mejor momento de la tarde. Sufre, como Ricciardo, los rigores de un año que no va como él y sus seguidores desearían.

Sainz amaga con amenazar a Verstappen, quien ha mostrado una rocosa seguridad todo el fin de semana. «¿Quién sabe?», se pregunta el madrileño por la radio. Pero el holandés tiene margen de mejora y cuando lo necesita pone una marcha más y se despide en busca de la victoria. Sainz, inteligente lector de situaciones, comprende que lo mejor es conservar ese segundo puesto ante la distancia que mantiene sobre Norris y Checo Pérez. Lo hace, lo consigue y disfruta de su tercer podio en la Fórmula 1, el primero con Ferrari.

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