Vuelta a España

Locura y espectáculo del Movistar

Nairo Quintana rescata cinco minutos y deja sin equipo a Roglic. Triunfo de Gilbert

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Para dar espectáculo en el ciclismo no siempre se necesitan montañas. Y más en España, en concreto en la meseta castellana, un paraje sin igual con identidad propia. No hay mucha vegetación, los árboles no abundan, apenas hay pueblos y un elemento distintivo y crucial para este deporte recorre sus planicies sembradas de trigo, cebada o maíz. El viento. No hay viento decisivo en el Tour, muy poco en el Giro. En la Vuelta de la España vaciada es determinante. Unido a ese ingrediente se ventiló la etapa más espectacular y lunática de la ronda 2019. 220 kilómetros franqueados en 4h y 20 min y consumidos a fuego de principio a fin. Un día intrascendente que, por el aire, deparó una bendita locura. Nairo Quintana se escapó casi en la salida y llegó cuatro horas más tarde a Guadalajara con 5min y 18 seg de renta sobre el líder Roglic, castigado y solo en la llanura, salvado por el Astana y el impulso de una carrera veloz y casi inédita. Ahora es segundo, a 2:24 del esloveno. Para consumar el día, en Guadalajara venció el mejor rematador, de nuevo el gigante Philippe Gilbert, el vencedor de la clásica en Bilbao. La montaña de Madrid y Ávila se presume apasionante.

La caravana de la Vuelta que se desplaza a la salida en Aranda de Duero se encuentra con los efectos del viento. Gran parte de los carteles señalizadores rojos para guiar al personal, flecha hacia aquí o allá en las carreteras, están tronchados por el aire. Partidas por la mitad, como a cuchillo . Otro síntoma: los corredores montan platos muy grandes, paelleras para navegar en el vendaval.

«El viento los vuelve locos», explicaba la actriz Lola Dueñas a su sobrina Penélope Cruz en la película de Pedro Almodóvar «Volver». Las consecuencias negativas del aire y los trastornos psicológicos en las personas vienen desde antes de Cristo, del médico de la antigua Grecia Hipócrates.

Por el remolino de brisa se deslizó un día sin igual en la Vuelta, digno de ser considerado uno de los más grandes y divertidos en su historia reciente. Sin cuestas, sin paredes imposibles , sin finales a matacaballo. Ciclismo clásico auspiciado por equipos y corredores valientes. En realidad, fue una contrarreloj de 200 kilómetros. Una barbaridad.

Nairo Quintana, que nació a 2.800 metros en los Andes colombianos, ganó la segunda etapa en Calpe a nivel de mar y se embarca en una aventura de pronóstico remoto por la comarca de la Serranía de Guadalajara. Son 47 ciclistas en un pelotón en el que resisten 158. Más de un tercio. Y hay kilómetros por delante: un Madrid-Salamanca en línea recta. Pero el grupo alberga una composición uniforme: 4 del Movistar, 4 Sunweb, 4 Ineos y, en mayoría, 7 del Deceuninck, siempre los belgas alineados con el viento.

La etapa penetra en el túnel de la demencia, porque el grupo de 47 no para y en el pelotón solo trabaja el Jumbo . La fuerza de la pelea es desigual. Delante entran al relevo casi todos en acompasada sintonía. Ydetrás solo los compañeros de Roglic se tragan el aire de costado. La ventaja crece y el asunto se agrava para el líder porque Nairo va protegido por Erviti, Rojas y Oliveira.

La Vuelta se está jugando en el páramo de Atienza, Jadraque o Sigüenza, como se decidió en la media montaña de Fuente Dé, en la sierra de Madrid a favor de Aru o en el ataque de Contador en Formigal que dio la Vuelta a Nairo.

La contrarreloj devora veredas y Jumbo no reduce la ventaja. Los dos pelotones se disgregan, los corredores se descuelgan agotados y la velocidad aumenta: 63 por hora en los 30 kilómetros cerca de Sigüenza.

El Jumbo dimite porque los gregarios de Roglic no pueden más. «No me asusté. Todos queríamos llegar a meta», dice el líder. Hay 26 ciclistas en el vagón de Nairo, 20 en el de Roglic , que sufre cuando acelera el Movistar impulsado por Marc Soler y Valverde. El día es un suplicio para el líder, que no pierde la Vuelta en ese paraje porque se ha quedado Supermán López y el Astana vuela en la captura de Nairo. La caza es imposible pero el colombiano recupera más de cinco minutos. «La estrategia del equipo fue perfecta. Hemos sacado provecho», explica.

En Guadalajara la etapa no se le escapa a un equipo soberbio, Deceuninck. Ataca el percherón Stybar sin éxito, y a la contra, imperial de nuevo, Gilbert remata un día excelso de ciclismo.

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