La Euroliga indigna a la clase media de la ACB

El cambio radical que ha introducido la Euroliga para la próxima temporada deja muy tocada a la clase media del baloncesto europeo. La reducción de la máxima competición continental a 16 equipos –once de ellos fijos por contrato– provoca que el acceso a la misma sea casi imposible para el resto de conjuntos, que claman por un reparto más justo, en el que el criterio deportivo tenga más peso que los méritos adquiridos en los despachos.

«El derecho a participar en la Euroliga no hay que ganárselo en los despachos, sino en los pabellones. No puede haber un grupo bloqueado. Hay mucho de espectáculo y es necesario, pero, sobre todo, es un deporte», reconocía ayer Fernando Galindo, presidente del Movistar Estudiantes.

El club colegial, como otro nutrido grupo de equipos que aspiran en un futuro a poder volver a la Euroliga, ven ese sueño más lejos tras la reestructuración de la competición. En la misma, habría once equipos con plaza fija, y las otras cinco se repartirían entre los campeones de tres ligas domésticas –aún no se ha especificado cuáles–, el ganador de la Eurocup y un último conjunto que saldría de una previa. «No estamos de acuerdo, porque supone cambiar las reglas a medio camino y, en el mejor de los casos –que hubiera una plaza española en la previa– sería más difícil para un equipo de la ACBpoder jugar el torneo de lo que ya era hasta ahora», apuntan desde el Valencia Basket.

Además de la dificultad del acceso al torneo, el cambio añade presión al calendario de las ligas locales, ya que prevé seis partidos europeos más, con el consiguiente problema de fechas. «Aún tenemos que sentarnos a hablar con la Euroliga, pero es cierto que la propuesta es una presión clara para el calendario de las ligas locales», afirmaba ayer Francisco Roca, presidente de la ACB, tras conocer la noticia.