La participación en las pruebas populares es cada vez más numerosa
La participación en las pruebas populares es cada vez más numerosa - AFP

El peligro del dopaje aficionado

Las pruebas populares y la nueva moda del deporte extremo disparan el consumo de sustancias prohibidas sin control

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El último comunicado oficial del antidopaje en España tiene que ver con una carrera popular. La Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (Aepsad) informó que no había detectado trampas en la San Silvestre Crevillentina que se había celebrado el fin de año en esta localidad alicantina, célebre por sus alfombras y sus fiestas de moros y cristianos. Apenas concluyó la prueba se propagó por las redes sociales que varias atletas habían huido a escape para evitar los controles antidopaje y otros se habían negado directamente a pasar el proceloso trámite. El episodio pareció creíble a los investigadores, ya que el dopaje aficionado se encuentra en su punto de mira. No hubo caso en Crevillente, pero el auge de los eventos populares y la nueva moda de los deportes extremos han incrementado un fenómeno conocido que funciona desde hace tiempo entre sobreentendidos: abuso de medicamentos, sustancias sin control y, en definitiva, un problema de salud pública.

Un plan sensato, mayoritario y común en las citas populares del deporte en España, aconseja una dieta equilibrada y mediterránea, un elevado nivel de hidratación, un calzado deportivo adecuado y específico, un entrenamiento previo que lleva aparejado el deleite por el deporte y una batería de estiramientos para calentar antes y después de cada sesión. Nunca una visita a saco a la farmacia o a su santidad la web en busca de pócimas mágicas.

Esta práctica es veterana y ha enturbiado algunas fiestas del deporte aficionado, eventos que son garantía de bienestar y satisfacción, en cumplimiento de un deseo y un gusto por la actividad física. La Quebrantahuesos, cumbre del ciclismo popular, alberga en su palmarés el dudoso honor de recibir tres veces a un ganador, el guipuzcoano Ángel Vázquez, sancionado por dopaje. EPO en una prueba de triatlón.

Los expertos de la lucha contra el dopaje no se sorprenden ante esa mancha que avanza cual vertido de fuel en alta mar. Es antigua cierta tradición de anabolizantes y broncodilatadores en carreras de ciclismo. Atajos para favorecer el crecimiento muscular, el aumento de glóbulos rojos y la capacidad aeróbica. También el efecto que genera la farmacia en maratones, medias maratones y san silvestres: atletas que recortan veinte minutos de un año a otro en los 42,195 kilómetros. Siempre hubo consumo de sustancias prohibidas por parte de las minorías en las pruebas populares.

El asunto cala ahora desde otra dimensión: el deporte extremo. Retos imposibles a nado, en bici o a pie, o en la conjunción de las tres modalidades: el triatlón, los IronMan y sus variedades. Situaciones que ponen el organismo al límite y que han despertado un enorme interés social. Donde antes había cuatro gatos en un territorio desconocido, proliferan ahora extensas listas de inscritos. A la gente le gusta esta moda. Y los premios económicos crecen.

La motivación monetaria no es el principal argumento que lleva a los atletas aficionados a consumir productos prohibidos, al decir de los expertos en la lucha contra el dopaje. Existe un deseo de competir contra uno mismo, de mejorar las marcas, de ganar tiempo al tiempo… «Y si hay dinero de por medio, mejor».

Conseguir ayuda extra para los retos extremos no es complicado en el mercado negro de internet. Existen multitud de proveedores ilegales en China, la India o Latinoamérica que suministran EPO de incierta procedencia. La EPO falsificada no es cara, 600 euros una caja. Una jeringuilla tiene un efecto muy largo en el cuerpo. El problema consiste en que el atleta popular suele desconocer su proceso de fabricación y le pueden dar gato por liebre con el consiguiente peligro para su salud. Pero en esta época que nos toca vivir, de invasiva publicidad respecto a las pastillas adelgazantes, los antidepresivos o la disfunción erectil, hay gente a la que no le importa asumir riesgos con tal de despuntar en el deporte aficionado.

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