Raids

Así funciona el roadbook, el idioma oficial del Dakar

La buena o mala interpretación del libro de ruta decide el éxito y el fracaso

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La primera gran escabechina del Dakar 2021 llegó con la entrada en el Desierto de Rub al-Jali , el famoso «Empty Quarter» o «Distrito vacío», una inmensidad de tierra y dunas del tamaño de Francia completamente hostil a cualquier modo de vida. Allí se enredó Carlos Sainz de forma dramática, comprometiendo su futuro en el rally. El madrileño se dejó media hora entre las hileras de dunas diseminadas por el recorrido mientras Lucas Cruz , su copiloto, se afanaba por encontrar el camino correcto. «En una zona nos hemos desviado del rumbo medio con tan mala suerte que hemos validado el punto siguiente al que tocaba. No me he dado cuenta y me he obsesionado pensando que era el anterior. No me cuadraba nada...», se lamentaba el catalán, muy consciente de su grave error. «Al final he visto lo que había pasado y hemos vuelto a buscar el punto correcto. Y para colmo hemos pinchado. Un día completo...».

Sainz no fue el único en perderse. Otros favoritos, como Nani Roma, Sebastien Loeb o el saudí Yazeed Al Rajhi cayeron en la misma trampa. Llamativa también fue la imagen de David Castera , director del rally, bajando de su helicóptero para señalar el camino correcto a un grupo de motoristas amateurs que se encaminaba a una montaña de piedras sin escapatoria.

Vuelta a los orígenes

La organización del rally no esconde su deseo de volver al espíritu del Dakar africano, el más añorado también por los pilotos. El exilio en Sudamérica acabó convirtiendo la prueba en un raid de velocidad en el que poco importaba la navegación. Con el cambio a Arabia Saudí se pretende recuperar esa identidad, por lo que no hay otra clave que limitar al máximo la información que tienen los pilotos sobre la ruta y obligarles así a utilizar de nuevo los cinco sentidos para hallar el camino correcto.

El año pasado ya se prohibió la presencia en los equipos de los llamados «mapmen», especialistas en navegación y en el uso de mapas con tecnología satelital que retocaban y ampliaban el libro de ruta oficial, una guía imprescindible que ha pasado a ser única, tanto en la nomenclatura como en el código de colores que se utiliza para marcar los peligros. Su correcta lectura e interpretación resulta clave para tener éxito, pues ahí están marcados desde el rumbo a seguir a los puntos de paso obligatorios y las posibles trampas que se pueden encontrar los pilotos. «Hasta hace dos años, cuando llegábamos de la etapa, nos entregaban un roadbook por la tarde-noche. Ahí teníamos todos los datos de la ruta del día siguiente», explica Txema Villalobos , copiloto de Isidre Esteve en el Repsol Rally Team . «Los copilotos trabajábamos durante muchas horas por la noche pintándolo de colores. El siguiente paso fue colorearlo de una forma uniforme para todos. Ahora, además, nos lo dan justo antes de salir a la especial, con lo cual ya no podemos revisar nada». La última novedad es que los equipos punteros ya no disponen del habitual libro de ruta en papel, sino que la organización se lo entrega en unas tabletas electrónicas. «La organización carga el recorrido diez minutos antes de empezar la especial y así evita trampas y cosas por el estilo». En su afán por igualar la carrera la organización comprueba, al final de cada etapa, que nadie haya modificado su roadbook con anotaciones propias bajo amenaza de sanciones gravísimas. También lleva instaladas cámaras dentro de los vehículos líderes para asegurarse de que nadie utiliza teléfonos vía satélite.

En el caso de las motos, la nueva normativa amplifica el trabajo sobre el manillar, pero a cambio reduce de forma drástica la velocidad media. En los coches no está tan claro que se vaya a ir más despacio, aunque sí es seguro que se vuelve aún más esencial la labor de los copilotos, responsables de entender y transmitir cada señal. «Leer el libro de ruta se puede comparar a aprender un nuevo idioma», explica Jordi Viladoms , expiloto y jefe del Red Bull KTM en el Dakar. «Si realmente quieres ser capaz de navegar, tienes que practicar, practicar, y seguir practicando. Cualquiera que esté en la élite de este deporte puede ir deprisa, lo que marca la diferencia es la capacidad mental para la navegación».

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