Piragüismo
El campeón del mundo que lucha como soldado contra el coronavirus
Diego Romero, doble medallista mundial en 2019, ha aparcado la piragua y está centrado ahora en la labor de desinfección de lugares públicos
El pasado mes de octubre, Diego Romero (Cuntis, Pontevedra, 1990) recibía los aplausos del público en el Mundial de piragüismo de larga distancia donde acababa de lograr dos medallas de oro. La mayor alegría de su vida deportiva. Un espaldarazo a su deseo de estar en Tokio 2020 , sueño que ha quedado aplazado por culpa del coronavirus. Ahora son los mayores de las residencias donde acude para ejercer su labor como militar los que le aplauden por su ayuda para erradicar el Covid-19 . Reconocimiento que le habría gustado no tener que recibir, pues eso significaría que el país no atraviesa una situación trágica como la actual.
A Romero, el piragüismo le atrapó en una excursión de fin de curso cuando era una niño y desde entonces no dejó de derrochar esfuerzo y sacrificio para instalarse entre los mejores. Lo fue consiguiendo, poco a poco, hasta encaramarse a la cúspide mundial, que tocó con los dedos en China -precisamente allí, en el origen de la pandemia- poco antes de que estallara la crisis sanitaria a nivel mundial. «En la piragua he vivido de todo. Días buenos y días malos. He ido creciendo con el paso de los años, ganando medallas y campeonatos de todos los colores. Pero fue en 2016, tras quedarme a las puertas de los Juegos de Río, cuando me di cuenta de que tenía que dar otro sentido a mi vida. Buscar un futuro por si la piragua se acababa», explica el gallego a ABC. Ese futuro lo encontró en el Ejército de Tierra , donde entró tras aquella decepción y que le ha servido para darle un nuevo impulso a su carrera deportiva. «En el Ejército encontré todo aquello que había sido mi vida hasta entonces. Comparten los mismos valores de esfuerzo, sacrificio y compañerismo. Además, en cuanto conocieron mi situación como deportista no dudaron en ayudarme y apoyarme en todo para que siguiera con mis entrenamientos», reconoce Romero, instalado en la Brigada «Galicia» VII, más conocida como la Brilat , donde forma parte del batallón de zapadores.
Orgulloso militar
Estos días de cuarentena, con la piragua aparcada, el gallego se ha
volcado en su labor como militar . A su unidad le ha tocado llevar a cabo la desinfección de residencias de ancianos, cárceles y algún lugar público más. Trabajo que realiza con satisfacción, pues se apuntó al Ejército para «ayudar a las personas». «Muchos se preguntan para qué vale el Ejército y yo siempre les digo que estamos preparados por si pasa alguna cosa… y mira por dónde, ha pasado. El Ejército está ahí para ayudar a la gente cuando nos necesiten. Ahora, desinfectando diferentes lugares por el virus y otras veces rescatando gente tras el terremoto de Lorca o ayudando en las inundaciones de Sant Llorenç . Siempre que nos lo pidan, ahí estaremos», expone orgulloso, aunque eso suponga mantenerse alejado de la piragua.
« Es muy bonito cuando te despiden con aplausos y te dan las gracias, pero no me produce alegría, porque estamos atravesando una situación muy dura, con muchas muertes, y eso es algo que no debemos olvidar . En el deporte, por ejemplo, el que pierde no está contento, pero la vida sigue. Aquí es muy diferente». La reflexión de Romero pone de relieve la dureza de su trabajo y el de sus compañeros estos días, en los que el Ejército se ha convertido en parte fundamental para la salida de la crisis.
La paulatina apertura del confinamiento ha puesto en el horizonte de Romero y del resto de deportistas el regreso a los entrenamientos. En su caso, con los Juegos como objetivo. « Deseo estar en Tokio, pero no me quita el sueño . Solo estar allí ya es muy complicado y ganar medalla es algo reservado a unos pocos escogidos como Saúl Craviotto », señala sobre uno de sus referentes, que estos días ejerce como policía en Gijón. Modelo en el deporte y también fuera de él.
