Ovejas, imprescindibles en un belén
Ovejas, imprescindibles en un belén - ABC

Mensajes ocultos en el belén

Las figuras están cargadas de simbología aunque, con el tiempo, algunos significados se han perdido

MADRID Actualizado: Guardar
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Cualquier madre sabe que una mujer que acaba de dar a luz por primera vez difícilmente podrá aguantar postrada de rodillas. ¿Por qué aparece así representada la Virgen en el belén? Santa Brígida de Suecia (1303-1373) tiene mucho que ver en la postura en la que tradicionalmente se ha retratado a María.

En los primeros belenes la Virgen aparecía postrada, asistida por dos parteras, indicando así que el parto acababa de producirse, pero las revelaciones de esta santa que declaró que el alumbramiento de Jesús se produjo con la limpieza con que la luz atraviesa un cristal, sin dañar la virginidad de María, cambiaron la forma de representarla. Pasó a una actitud orante o contemplativa del Niño y las matronas se transformaron en pastorcillas.

La figura de San José, representado antiguamente como un anciano para señalar que no era el padre de Cristo, sufrirá un cambio gracias a otra santa, Teresa de Jesús, que lo convirtió en patrono de los conventos carmelitanos reformados. A partir de ahí su imagen rejuvenece y se vuelve más amable.

«El primer elemento del belén en hacer su aparición en los hogares y templos cristianos fue la cuna, o pesebre, que acogió a Jesús», relata Francisco José Gómez en su «Breve historia de la Navidad» , y tiempo después la figura del Niño, pero a continuación, antes que José y María, aparecieron el buey y la mula.

Ilustración de «La Grande e General Estoria»
Ilustración de «La Grande e General Estoria» - WIKIPEDIA

«La mula, animal estéril y terco por excelencia, encarnó al pueblo de Israel, aquel que desde la perspectiva cristiana fue incapaz de reconocer al Mesías», señala Gómez, mientras que «el buey, bruto de condición mansa, trabajadora y obediente, personificaba a la Iglesia». De ahí que en una ilustración del códice de «La Grande e General Estoria» (s. XIII) se vea a la mula mordiendo al Niño Jesús mientras el buey le ofrece su cálido aliento.

Los Reyes Magos simbolizaban las tres razas conocidas y las edades del hombre: joven, adulto y anciano, mientras que los pastores, los pobres de la tierra.

La costumbre de recrear un río tiene que ver con la fuente de la Gracia divina y las flores, pese al invierno, en ver a Cristo como Flor del mundo, mientras que cabras y ovejas encarnan al pueblo de Dios guiado por el Buen Pastor.

En los belenes tradicionales españoles era muy frecuente encontrar a una serpiente, «que representa a aquella del Paraíso, que llevó a Adán y Eva al pecado, simbolizando la caída del hombre», señala Gómez. También gitanas, que por el don que desde hace siglos se les ha atribuido para ver el futuro, «personifican a las sibilas romanas que anunciaron el nacimiento del Niño Dios».

No faltan los ángeles, anunciadores de la buena noticia, que suelen ser representados tocando instrumentos «cuya melodía acuna al Niño para que duerma y descanse de sus sufrimientos», señala el historiador antes de añadir que «se abunda así en la metáfora del sueño, muy presente en los belenes y usanzas navideñas».

«No es casualidad que los primeros villancicos que se compusieron, hacia finales de la Edad Media, fuesen nanas o canciones de cuna», añade.

En belenes tradicionales suele estar presente la madera, en muchas ocasiones con la representación de la carpintería de José, como evocación a la Cruz, o una calavera que recuerda la Pasión.

«En belenes antiguos es común ver conchitas, caracoles, leones, ermitaños... cosas raras que no son capricho», señala la historiadora del Arte Letizia Arbeteta. Muchos de estos significados han desaparecido, se lamenta esta experta en belenes que investiga su razón de ser en el belén.

«Un belén está cargado de simbolismo», dice. «No es ninguna broma un belén, nada baladí», añade subrayando cómo muestra la mentalidad de cada época y lugar, así como su arte.

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